Articulo de opinión
25 sep 2019 . Actualizado a las 23:31 h.En un cúmulo de decisiones y situaciones, al Sporting se le volvieron a escapar tres puntos de especial relevancia el pasado fin de semana en El Molinón - Enrique Castro ’Quini’. Especial relevancia por ser el primer partido frente a un rival cuyas pretensiones están alejadas de los puestos de ascenso o promoción a La Liga Santander. Sin embargo, perdonar es una cuestión que no se destila en esta categoría, sea cual sea el rival que tengas en frente, y precisamente a los de José Alberto les faltó, por encima de todo, acierto. El Racing de Santander de Iván Ania venía de firmar un excelso partido ante el Mirandés, una inyección de moral que el Sporting va necesitando cada vez más. El domingo era una nueva ocasión para redimirse, para reencontrar sensaciones, pero terminó de nuevo escurriéndose entre nuestras manos. Veremos si en Málaga va la vencida.
Sin embargo, más allá de la importancia de lograr sumar de tres para retomar cierta confianza en este arranque de temporada, ante el conjunto cántabro pudimos sacar algo en claro respecto al once rojiblanco: la posición de Manu García. Hemos escrito ríos de tinta y comentarios en estas páginas poniendo al bueno de Manu en el centro de todas las miradas. Colocándole la etiqueta de líder por su sabida calidad, pero siempre con la precaución de no haberlo visto aún competir en esta categoría y sin saber con exactitud el rol que tendría en la plantilla. Y esto último es clave para entender su desempeño.
En un inicio José Alberto apostó por colocarlo más próximo a la construcción de juego, más cercano a Javi Fuego, que fueran Nacho Méndez y Pedro Díaz, jugadores con mayor capacidad de recorrido, los que saltaran a la presión en el ya habitual 1-4-4-2 del ovetense sin balón, y que se encargaran de llevar el mismo hacia arriba con sus conducciones. Un plan que ha ido variando en matices e intenciones con cada una de sus piezas en la medular y que el pasado domingo, después de la variación en el sistema que José Alberto dibujó ante el Dépor y en Gran Canaria, encontró una alternativa más; la posición más elevada de Manu García.
A su llegada desde Mánchester ese parecía ser el espacio reservado para él, pero las dudas sobre el sistema de partida que podría utilizar José Alberto dejaba abierta la opción de ver a Manu en otras tareas, como finalmente acabó ocurriendo. Ya había dejado muestras de su capacidad en la mediapunta en momentos puntuales anteriormente, pero ante el Racing mostró en todo su esplendor el desequilibrio que genera entre líneas y la facilidad para encontrar compañeros en situación de ventaja. Y ahí, en la primera hora frente al Racing, vimos al Sporting más productivo en ataque de la temporada. Obviamente el rival también juega, como demostró sin ir más lejos en esa última media hora de encuentro, pero en un solo partido pudimos ver dos versiones de un mismo Sporting, coincidente con dos roles divergentes del propio Manu García, uno más adelantado y otro más próximo a la base.
Un proyecto no se cimenta en unos meses, y encontrar los automatismos y claves para que todo el engranaje funcione no es tarea sencilla. Sin embargo, estas primeras jornadas están sirviendo para que José Alberto vaya agitando la pizarra, que vaya buscando sentido a sus intenciones y a sus piezas. El Sporting tiene aún muchas incógnitas por resolver, empezando por el papel de sus extremos, trazar un plan efectivo en salida de balón o el rol que le da a jugadores que pueden ser claves como Manu e incluso saber cuál es el sistema que más beneficia a todo esto. Dudas que a estas alturas de temporada son completamente lógicas. Pero, si algo pudimos sacar ya en claro, es que las cualidades de Manu le hacen mucho más peligroso entre líneas, jugando a la espalda de los mediocentros rivales y viendo el fútbol de cara, confirmando algo que sí sabíamos ya: si Manu García encuentra su lugar, el Sporting será un mejor equipo.