Sporting - Racing
23 sep 2019 . Actualizado a las 19:27 h.El Sporting de las rotaciones y la revolución en el once encontró su versión más dominadora, pero se topó con la ceguera ante el gol y dejó escapar el triunfo ante un Molinón - Enrique Castro 'Quini' que terminó mostrando su disgusto con el pitido final. El paso adelante en el juego no tuvo premio y ensancha las distancias con la zona noble.
Una hora de buen fútbol y treinta minutos de desconcierto. El conjunto rojiblanco, desde el minuto uno hizo todo para ganar, con un planteamiento repleto de novedades, en nombres y estilo, el que mejor define a su técnico. Reaparecieron los extremos y Manu García se acercó a la zona en la que saca a relucir su mayor potencial, sin el corsé de la banda y con cercanía al área contraria, lo que permitió ver su versión diferencial, acompañado por un Nacho Méndez que supo encontrar los caminos para combinar y llegar.
No deja de ser cierto que de haber cerrado el partido, no fue por falta de ocasiones, el resultado final penaliza el análisis. Las variables introducidas con el juego avanzado, lejos de lograr el efecto revitalizador, restaron metros y obligaron al equipo a hacer un esfuerzo en la contención, que restaba potencial y minimizaba las sensaciones positivas. El crecimiento, lento, pide un estirón rápido siguiendo el camino mostrado en el inicio del duelo ante el Racing.
Los rojiblancos se impusieron en la mayor parte de los apartados de la estadística. Superiores en posesión, por segundo encuentro consecutivo, en ocasiones de gol o en pases realizados y sin embargo, no encontraron reflejo en el marcador final. Exhibieron una mejor salida de balón, con Nacho Méndez dando un paso adelante en la combinación. El fútbol de ataque, galvanizado por el Manu García más diferencial, dejó un rosario de acercamientos marrados, el gran lastre de un equipo que estuvo organizado en la presión, con un importante desgaste de los hombres de banda, los reaparecidos extremos, que tampoco escatimaron esfuerzos a la hora de las ayudas a los laterales, posiblemente junto a la ceguera de Djurdjevic, los protagonistas de las mayores carencias del equipo.
La formación de partida
José Alberto dio continuidad al 4-4-2 con matices. La posición de Manu García, respaldando a Djuka, dejaba al centrocampista con la responsabilidad de engarzar el caudal ofensivo. Diego Mariño bajo palos y una línea de cuatro de circunstancias, compuesta por Molinero, Babin, Borja López y Cordero. El lateral zurdo, debilitado por las ausencias. El necesario descanso de Javi Fuego dejó la responsabilidad del pivote en los pies de Salvador, que se intercambiaba con Nacho Méndez a la hora de dar salida al juego. El canterano fue uno de los más destacados del partido, mostrando todo su recorrido y logrando encontrar líneas de pase, con la media punta y los recuperados extremos, en los que Aitor y Traver, elevaron las prestaciones respecto a los encargados de abrir el campo en las últimas jornadas. Por delante, el faro de Manu García y el trabajo, sin descanso ni puntería, de Uros Djurdjevic.
Los cambios
Pablo Pérez por Traver. Con el valenciano fundido en sus primeros minutos de juego del curso, el canterano ocupó su lugar en la banda, tratando de convertirse en referencia a la hora de buscar balones en largo. Dispuso de una gran ocasión, en un remate de cabeza, que encontró la felina respuesta de Luca Zidane.
Neftali por Nacho Méndez. Reacción al gol encajado y variante determinante en el cambio a peor del equipo. La entrada del suizo-angoleño terminó por retrasar la posición de Manu García y evidenció la pérdida de metros de los rojiblancos. Neftali pasó totalmente desapercibido.
Álvaro Vázquez por Djurdjevic. Con el serbio luciendo su punto de mira desviado, el catalán dispuso de escasos 10 minutos de juego. En defensa del ariete catalán, sin participación reseñable, hay que apuntar que el equipo había perdido todas las conexiones para llevar el esférico a la zona de peligro.
Nota a José Alberto y el cuerpo técnico
Insuficiente. No por el planteamiento inicial, más fiel al José Alberto valiente y reconocible, pero sí por la gestión de los cambios, que restaron a sus pupilos la vocación ofensiva que había permitido acariciar el triunfo. Las explicaciones en sala de prensa y la utilización de calificativos como espectacular, restan crédito entre la impaciencia de la afición.