Opinión sobre el Sporting 1-1 Rayo
26 ago 2019 . Actualizado a las 19:58 h.Como comentábamos hace una semana en esta sección, el Sporting está en construcción y no será hasta octubre o noviembre cuando de verdad se vea un proyecto en firme, al igual que ocurre en el resto de conjuntos, tal como se comprobó el pasado año con Osasuna, tras un comienzo lleno de dudas.
Después de ver un Sporting que dominó en Girona el grueso de los minutos hasta la expulsión de Damian, el conjunto sportinguista se vio sometido al control del Rayo Vallecano en su estreno en El Molinón - Enrique Castro "Quini". Cierto es que existía un plan para aprovechar los errores madrileños en la salida del balón, que por momentos pudieron ofrecer mayores réditos, pero cuando llegaba el turno local de amasar el cuero, no se vieron jugadas interesantes, e incluso Diego Mariño buscó de forma habitual el lanzamiento de balones en largo frente a la postura tomada en tierras catalanas. Regresando al engranaje defensivo, fue correcto hasta la salida obligada de Nacho Méndez, con un poco más de determinación y confianza en la presión se podrían haber logrado los mejores ataques del día. En ese sentido, falta un poco más de trabajo de cara a las próximas semanas, en una categoría donde los errores marcan los partidos.
Todo ello propició un Sporting que no llegó al 32% de la posesión, que no ofrecía tiempo de elaboración suficiente en la jugada para que se sumasen hombres desde la segunda línea al área, que solo disparó 3 veces y botó 1 saque de esquina.
¿Lo positivo?
El equipo no le perdió la cara al encuentro cuando se quedó con 10 hombres y a pesar del escaso bagaje ofensivo, con otro tipo de arbitraje, bien podía haber ganado a un Rayo Vallecano favorito al ascenso, al igual que ocurrió en Girona. El cuerpo técnico tiene mucho trabajo por delante, pero existen unos cimientos que invitan al optimismo.
La propuesta inicial
Se empezó jugando con un posicionamiento cercano al 4-2-3-1, con un Manu García muy ligeramente escalonado entre Javi Fuego y Nacho Méndez, que tenía tendencia a caer al flanco izquierdo desde la mediapunta para aclarar el espacio en las subidas de Manu. En defensa se presionaba con un 4-4-2 en el que Méndez adelantaba su posición junto a Djuka.
Un partido más, Diego Mariño comenzó bajo palos. El guardameta participó menos en la salida del balón y buscó más los balones en largo. En defensa se formó una línea compuesta por Medina, Babin, Borja López y Molinero, que cumplió en aspectos defensivos, mientras fue poco visible en la creación. Los centrales no tuvieron excesivas oportunidades de tejer jugadas, mientras los laterales no intentaron subir por el carril, lo que limita en gran medida la sorpresa por los costados. Unai Medina, hasta la fecha, no ha resultado ser más ofensivo que Molinero, que jugó a pierna cambiada, como se esperaba.
Por delante de la zaga se encontraba Javi Fuego, impreciso con el balón en sus pies y muy activo a la hora de corregir fugas de agua. Incluso en un mal día demuestra lo necesario de su papel para aportar concentración, intensidad y control posicional al bloque. El asturiano frenó varias contras rayistas. A su lado se vio a un Manu García al que José Alberto parece tratar de convertir en el organizador del equipo. Sin embargo, el fichaje estrella del año volvió a demostrar que donde realmente marca diferencias, al menos por ahora, es cuando se acerca al área rival con libertad, mediante pases filtrados en zonas de peligro. A nivel defensivo dio un salto respecto a Girona, llegando hasta las 8 acciones, la mitad de ellas en campo rival. Unos números a los que también llegó Nacho Méndez, a pesar de ser expulsado. En ambos casos se produce la sensación de que necesitan más contacto con el balón para desplegar su potencial ofensivo, aunque puedan hacer daño en determinadas ocasiones a la contra, gracias a su capacidad para encontrar espacios.
En las bandas, José Alberto apostó por la verticalidad de Aitor y el despliegue físico de Pablo Pérez, hombre de referencia cuando Mariño lanzaba en largo, aunque ayer sufrió más en la pelea con Advíncula. El gijonés estuvo muy pendiente del carrilero, con 10 acciones defensivas, casi todas en campo propio, pero volvió a demostrar que no es extremo y su posición deja sin desborde la banda. Además se descolgó con menos acierto a la mediapunta respecto a la primera jornada. En cuanto a la banda derecha, Aitor fue de más a menos, sin ser determinante ni en ataque ni en defensa, viendo el once rojiblanco se trataba del único recurso del Sporting para ofrecer desborde en el uno contra uno.
La referencia en punta fue Uros Djurdjevic, muy activo, como siempre, pero poco acertado a la hora de finalizar algún contragolpe en el que se vio superado en el uno contra uno frente al central. Su pelea de espaldas a portería rival fue lo mejor que hizo para el grupo.
Los cambios
Cristian Salvador por Aitor. La expulsión de Nacho Méndez obligó al cuerpo técnico a quitar a un extremo y añadir a un mediocampista que aportase físico y mayor juego interior. El sistema pasó a un 4-4-1.
Álvaro por Djurdjevic. Cambio de hombre por hombre para ofrecer piernas frescas y desmarques.
Neftali por Pablo Pérez. El cuerpo técnico intentó aportar un socio a Álvaro, que se encontraba muy solo en sus ataques, con un futbolista que pudiese llegar a zonas de remate. El Sporting se estiró más de este modo.
Balón parado
En ataque solo se pudo sacar una vez de esquina, en un balón de Manu que acabó en las manos del portero; así como alguna falta lejana, lanzada por el propio asturiano. Una de ellas propició el gol de Borja López tras el remate al larguero de Babin. A su vez, en los compases finales se lanzó la única falta directa, que acabó en un despeje de puños a disparo de Álvaro. A nivel defensivo no se sufrió en exceso y hubo concentración en el área asturiana, con especial atención a la hora de bloquear las segundas jugadas con los balones muertos que iban cayendo a la frontal.
Nota al cuerpo técnico de José Alberto
Aprobado. Se ha visto un Sporting serio, que sabe competir en Segunda, pero queda mucho trabajo por hacer a nivel ofensivo. Un aspecto positivo es que el equipo cree en lo que hace y se volvió a ver cuando se quedó con 10 jugadores. Hay unos cimientos interesantes sobre los que crecer.