Artículo de opinión
02 abr 2019 . Actualizado a las 02:13 h.Si hay algo evidente en este momento de la temporada del Sporting es que el equipo sabe a qué quiere jugar. Otra cosa es que esta fórmula guste más o menos, y es que el tema de qué es y qué no es jugar bien, es algo completamente subjetivo. Yo tengo la convicción de que jugar bien es hacer bien aquello a lo que quieres jugar. Básicamente, si tu plan es un repliegue y hacer daño a la contra, que esas dos acciones las hagas lo mejor posible, aunque a ojos de un espectador neutral pueda ser menos vistoso o atractivo. Nadie puede dictaminar que un plan sea mejor que otro mientras cualquiera de ellos se ejecute a la perfección.
Algo similar en la forma está siendo el plan trazado por José Alberto. Ante el Málaga tuvimos una prueba más de que el asturiano no prioriza tener el balón, dominar los encuentros o tratar de arrinconar al rival en su propio área. El Sporting salió sin complejos, consciente de a qué quiere jugar y qué debe hacer para llevar a cabo su plan. El guión de partido fue el que José Alberto quería, y aunque alguno prefiera un estilo más asociativo, lo cierto es que los resultados le están dando la razón al asturiano.
No solo vemos el playoff desde posiciones cada vez más próximas, sino que el Sporting, desde el pragmatismo de su plan y de un clásico 4-4-2 para dar consistencia a su idea desde el dibujo, está sumando puntos jornada tras jornada. La alegría de estas últimas semanas se coronó con una victoria de mucho valor en el derbi asturiano, y a punto estuvo de llevarse la guinda en La Rosaleda, pudiendo sacar tres puntos ante un rival de altura.
Sin embargo, en este artículo me quería centrar en la idoneidad de perfil en dos posiciones muy importantes en sistema y las últimas temporadas en el Sporting: las bandas. Y es que los perfiles de los que dispone la plantilla rojiblanca para ese rol son cuanto menos muy diferentes. Por un lado, están jugadores de mejor pie, con más capacidad técnica para el regate pero menos capacidad de desborde desde la potencia, orientados a la combinación y con menor capacidad de esfuerzo desde el plano físico. En esta descripción encajan, para cada uno de los costados, Robin Lod y Carlos Carmona. Sin embargo, en el otro tipo de jugador nos encontramos con Traver -o Álvaro Jiménez- y Aitor García. Futbolistas cuyas características pasan más por el ataque al espacio, la velocidad punta en el desborde y el remate antes que la asistencia.
Dos perfiles de jugadores que al inicio, y sobre todo cuando jugaban con dos extremos -en una especie de 4-3-3 o 4-2-3-1- José Alberto trataba de combinar. Una banda para un jugador más técnico -generalmente Carmona- y la otra para un perfil de desborde, de desequilibrio. Sin embargo, desde que el plan de juego cambió, se estableció el 4-4-2 y el Sporting supo a qué quería jugar, el tipo de futbolista más pausado ha pasado a un segundo plano. Está claro que Carmona o Lod son perfectos lanzadores en un contragolpe, con capacidad para dar un balón preciso al espacio que dé continuidad a la transición, pero en conducción, dada su falta de velocidad, ralentizan un proceso que debe ser lo más vertiginoso posible.
Así, jugadores como Aitor o Traver, que parten juntos en el once desde la baja del balear, parecen encajar mejor con lo que demanda el equipo. Por un lado, desde el plano físico, son dos hombres que tienen aguante para estar gran parte del partido realizando un gran desgaste en el apartado defensivo sin que esto además repercuta en su presencia a la contra. Pero en este último punto es donde encontramos su factor diferencial: el desequilibrio de Aitor y Traver, aprovechando su velocidad, es ideal para mejorar las opciones ofensivas del Sporting, que pasan precisamente por la verticalidad y el contraataque.
La dupla de delanteros, de gran importancia también en este sistema y con este modelo de juego, ha encontrado en la asociación Alegría - Djurdjevic argumentos suficientes como para establecerse como indiscutibles. Receptores perfectos del fútbol directo que practica el Sporting. Si bien el centro del campo, desde el plano asociativo o de generación no tiene tanta importancia, pues su influencia en el juego es prácticamente nula, José Alberto necesitaba encontrar esas piezas que le diesen un rendimiento defensivo notable y que además le permitiese exprimir al máximo sus opciones a través del juego directo y el contraataque. Parece que esos nombres, por características, son Aitor y Traver, pero habrá que ver cuando Carmona esté de nuevo disponible si José Alberto vuelve a decantarse por un jugador con más toque y pausa como el balear. Recursos no le faltan al Sporting una vez que ya sabe a qué quiere jugar -al fin-.