Artículo de opinión
11 feb 2019 . Actualizado a las 20:16 h.No es la primera vez que José Alberto sorprende con una decisión táctica que busque romper con lo que había hasta el momento. La defensa de tres centrales ya tuvo su lugar en Valencia, en la vuelta de los octavos de final de Copa, donde durante una hora de encuentro funcionó. Sin embargo, parece que se necesitaba de un contexto especial, como el de ese encuentro en Mestalla, para que José Alberto se decidiera de nuevo por ese sistema tan extendido últimamente en el fútbol español. Y ese contexto lo encontró al descanso frente a Osasuna.
El Sporting perdía por un gol, pero solo había mostrado una cara decente los primeros 25 minutos. Tras ese inicio más reconocible llegaron unos minutos de auténtico descontrol. El conjunto rojiblanco empezó a mostrarse muy impreciso, a cometer errores muy básicos y le cedió protagonismo y espacios a un equipo que los aprovecha muy bien, y el Molinón fue testigo de ello. Los de Iagoba Arrasate aprovecharon muy bien la ocasión, y ante la dejadez sportinguista castigó con un gol a balón parado -una vez más- que ya se veía venir varios minutos atrás.
Los de José Alberto se desdibujaron, y con el paso de los minutos, a pesar de quedar toda una segunda parte por delante, las sensaciones eran muy pobres, y la grada se lo hacía saber a los suyos. El equipo se mostraba incapaz de dar varios pases con continuidad, pero sobre todo de conectar con alguno de sus interiores, Nacho y Hernán. Ambos, cuando el Sporting tiene el balón, se sitúan muy arriba, cerca de Djurdjevic, esperando esa segunda jugada tras la recepción del balcánico, pero ese pase nunca llegaba limpiamente. Solo con Salvador en el pivote ayudando a los centrales a sacar el balón jugado, Osasuna lo tenía muy fácil para presionar y defender la salida rojiblanca, impidiendo al zamorano girarse para poder ver el fútbol de cara y así buscar a uno de los interiores o extremos en situación de ventaja.
Esa mentalidad tan ofensiva desde el planteamiento posicional de José Alberto tiene sus ventajas, como la de acumular hombres en campo contrario para poder salir lanzado tras recuperar y presionar arriba cuando se pierda el balón, pero hay un paso previo fundamental para todo ello: llegar arriba con la pelota. Y eso es lo que se le está resistiendo a este Sporting. Con Salvador desactivado y los interiores tan arriba, la salida más habitual se da o bien en largo hacia la delantera, con el riesgo y dificultad que ello conlleva, o por fuera, donde Geraldes y Canella necesitan del apoyo rápido de sus compañeros de banda, algo que generalmente no llega a tiempo.
Esto José Alberto lo vio y trató de corregirlo con una apuesta que pocos en la grada de El Molinón podíamos estar esperando; cambiar a defensa de tres. Lejos de parecer un cambio defensivo -más de uno se lo habrá tomado así- la voluntad del técnico era sanear esa salida de balón. Renunciar al juego exterior, dándole todo el protagonismo a los carrileros, y acumulando gente por dentro, construyendo superioridades con balón ya desde la línea defensiva. Este sistema está suponiendo todo un balón de oxígeno para esos equipos a los que les cuesta salir jugando, siendo ideal para poder establecerse en campo contrario con balón. Este precisamente es uno de los aspectos que más está adoleciendo el Sporting, al que las últimas presiones altas de equipos como el Dépor o el propio Osasuna desconectaron por completo el juego gijonés.
Si bien es cierto que el Sporting pudo entonces trenzar posesiones más elaboradas, con Salvador recibiendo con más espacio, lo cierto es que la precipitación, quizás por el resultado y el hecho de jugar en casa, impidió que los de José Alberto fuesen más certeros cerca del área rival. El Sporting pudo tener más el balón, pasando de un 44% a un 58% de posesión entre la primera y la segunda mitad, pero le faltó temple con él para saber qué hacer en campo contrario, cómo hacerle daño a Osasuna. Algo que ellos sí pudieron aprovechar a través de una contra perfectamente ejecutada, una de sus especialidades, y en la que la defensa sportinguista volvió a mostrarse totalmente endeble si no está Babin liderándola. El sistema de tres demostró que sirvió para mejorar en salida de balón, primer paso crucial para desarrollar la propuesta de José Alberto, pero la movilidad de los jugadores por dentro y el rol de los carrileros en esa segunda mitad dejaron claro que antes de que el técnico asturiano pueda volver a apostar por este sistema debe trabajar muchos aspectos con balón antes en Mareo. El Sporting no puede permitirse experimentar o entrenar en mitad de un partido clave para las aspiraciones rojiblancas.