La Pizarra: El Sporting ni compite

Alejandro Vigil Morán

SPORTING 1905

Baraja
Baraja Real Sporting

Análisis de opinión táctica sobre el Osasuna - Sporting

23 sep 2018 . Actualizado a las 18:06 h.

"No hemos competido la segunda parte. El equipo no ha dado lo que buscaba el partido, no hemos sabido interpretarlo. Todas las segundas acciones las han ganado ellos, jugamos en corto cuando había que jugar en largo, tienes que ganar la segunda acción si quieres venir y competir en El Sadar con opciones de ganar, no vale con 45 minutos". Así comenzaba Rubén Baraja su aparición en la sala de prensa, una declaración similar a las de todos los futbolistas que pasaron por la zona mixta.

El Sporting no disparó a portería por segunda jornada consecutiva lejos de Gijón -frente a un rival que había encajado al menos un gol en los 6 partidos oficiales que disputó- y lo cierto es que no resulta nada extraño, si tenemos en cuenta las limitaciones que se observan sobre el terreno de juego. Los rojiblancos no son capaces de sacar el balón jugado desde atrás, los atacantes tampoco logran manejar el juego directo y las contras brillan por su ausencia. Lo que reduce las opciones de disparo a una buena acción individual, un error grave del rival o que se logre un balón parado a favor -complicado si no generas juego en campo contrario-.

La propuesta inicial

Baraja intentó dar continuidad a los jugadores que empataron en la pasada jornada frente al Numancia, con la novedad de dar entrada a Álvaro en detrimento de Carlos Carmona, después de una buena semana de entrenamientos del extremo cedido por el Getafe.

La defensa formada por Molinero, Álex Pérez, Babin y Rober Canella estuvo a nivel defensivo por debajo del rendimiento esperado y al igual que ocurrió en tierras gallegas, una delantera con mayor eficiencia habría hecho sufrir más a Diego Mariño. A su vez les quemó el balón en la construcción del juego, siendo el francés el único que por su gran aportación cortando juego se merece el permiso de estar exento en la materia. Álex Pérez tuvo más de un error inadmisible al borde del área, mientras la falta de verticalidad de los laterales a la hora de ofrecerse o avanzar en conducción tampoco ayudó. Osasuna detectó la sangre al descanso, como reconoció Rubén García en zona mixta, y salieron en la segunda mitad con una presión más agresiva en campo rival para buscar las contras, lo que dejaba a los futbolistas asturianos con la de duda de si les resultaría peor arriesgarse a jugar en corto o regalar el cuero en largo, ya que las referencias ofensivas no ganaban ninguna disputa.

Por delante de ellos volvió a estar Nacho Méndez, que sigue sin funcionar como ancla. El canterano no logra ofrecer líneas de pase a sus compañeros, le cuesta recibir perfilado hacia la portería rival y a nivel defensivo volvió a sufrir. En resumen, no mejora a Cofie en dicho rol, al menos hasta la fecha. A sus flancos se encontraban con mucho terreno por cubrir Cris Salvador, que aportó en defensa y ataque -acertó poco, pero al menos intentó más el disparo que los atacantes-; y André Sousa, que en fase defensiva aparecía a la par que Djuka para presionar la salida rival. El portugués no estuvo tan acertado y sus mejores minutos llegaron en combinaciones en corto con Lod.

El finlandés tiene recursos para el desborde gracias a una calidad que parece ser de una categoría superior, aunque tiene más tendencia al centrocampismo asociativo que a irrumpir por banda de forma vertical, su fútbol fue de más a menos, como la posesión visitante. En el costado contrario se encontraba Álvaro, que mejoró su imagen de Riazor, pero cuesta encontrarle arrancadas finalizadas con un buen pase o un disparo interesante. Mientras en la punta Djuka volvió a acabar el partido sin grandes opciones de rematar, si bien es cierto que se empieza a echar en falta que sea capaz de crearse alguna situación propia de peligro, o que al menos mejore su aportación de espaldas a la portería rival. En ese sentido, no resultaría extraño ver a Nick Blackman como nueve en la siguiente cita lejos de El Molinón - Enrique Castro Quini.

A nivel defensivo no se puede acusar a los atacantes de parsimoniosos, aunque la colocación no es la correcta bajo el punto de vista posicional para evitar líneas de pase, ni tampoco consiguen robar balones cerca del área rival.

Los cambios

Carmona por Sousa. Volvió a jugar en banda izquierda y volvió a ser un cero a la izquierda. No es su puesto y si el equipo no tiene la posesión suficiente para que juegue con libertad, así como para sumarse al área, sufre más. Su entrada pasó a Robin Lod al mediocampo.

Geraldes por Molinero. El propio lateral derecho pidió el cambio, una vez que el árbitro le advirtió de que podría ser expulsado. El Sporting ya estaba desdibujado y apenas tuvo opciones de sumarse al ataque.

Blackman por Lod. El sistema pasó a ser un 4-4-2 con dos referencias con las que se logró llevar el balón más cerca del área rival de modo directo, pero ningún hombre de segunda línea fue capaz de aprovechar las segundas jugadas para generar peligro, las líneas estaban demasiado separadas.

El balón parado

A nivel ofensivo no se puede dar otro análisis que sin calificación, mientras en defensa se actuó con mayor tranquilidad que en Riazor.

Nota final para Baraja y su cuerpo técnico

Suspenso. El equipo no compite, no tiene estilo propio, está mal posicionado, hay jugadores fuera de su puesto, no confía en lo que hace, no es intenso, no disparó a portería y no reaccionó al gol rival en ningún momento. Con otras palabras, el análisis es el mismo que el del propio técnico. Los cambios fueron más de lo mismo.