Columna de opinión
17 oct 2017 . Actualizado a las 20:46 h.Bajo el slogan «Papá ¿Por qué somos del Atleti?» o «Un sentimiento no trates de entenderlo», el Atlético de Madrid y su afición reflejaban el nexo de unión que supone la pertenencia a un club. En el caso de Asturias esa conexión la refleja el Sporting. Los 24.402 abonados que presenta el club a la espera de que se abra el mercado invernal dan buena cuenta de cómo se comporta el tsunami rojiblanco.
Tres descensos desde la llegada de la familia Fernández (el último con una campaña desastrosa), años y años de ruina económica, ninguna alegría ni tan siquiera ilusión sobre el verde, directivas que solo han provocado el sonrojo y la vergüenza de España… Seguramente son razones suficientes para pensar en una espantada generalizada. Nada más lejos de la realidad. Cuanto más daño hacen al escudo, más se le quiere y se le apoya. Es lo que demuestran los hechos. Más de 1.500 personas en el Reino de León, por encima de las 1.000 el próximo fin de semana en Vallecas… Eso si hablamos de esta temporada. Nadie puede olvidar los más de 5.000 rojiblancos el año pasado en Getafe que sólo fueron paralizados por las maniobras de Ángel Torres para impedir que ElColiseum se pareciera a ElMolinón. O los 8.000 que hace no tanto se plantaron en Coruña. O el espíritu de Zorrilla. Lógicamente cada vez es más difícil hacer un desplazamiento gracias al rey del fútbol, Javier Tebas, y sus horarios pero que la afición del Sporting entierre la cabeza es algo harto complicado de lograr. Por cierto debe estar la LFP demasiado atareada para que todavía no se conozca el horario ante el Reus de la jornada 13.
El Sporting es tercero con 18 puntos. 7 de ventaja sobre el eterno rival que ocupa la décimo sexta plaza a dos del descenso a Segunda División B. No sólo la afición del Sporting demuestra que quiere a su equipo. También hay que aplaudir el cambio desde hace algún tiempo del departamento de comunicación de la entidad. Una actitud exquisita en las redes sociales que no busca la bronca y que se resume en un «Gracias afición». En la capital, su departamento prefiere dar gasolina a los suyos para tapar los problemas deportivos.
Sin embargo, la grada no lo tiene todo. El Molinón respira inquieto por el juego del equipo. Hay cierto run-run en la grada y eso abre un debate. ¿Juego bonito o puntos? En el fútbol no se puede tener todo y a veces vale más jugar mal y sumar que tocar la pelota de forma magistral para caer en el pozo. Es cierto que todo parece apuntar que Herrera no está demasiado feliz con su plantilla. Sus misteriosas declaraciones el pasado viernes así lo dejan ver. Los recambios no dan las garantías necesarias, no al menos las que busca el míster. Los siguientes rivales serán Rayo Vallecano, Almería y Reus. Uno de la parte alta y dos de la zona media baja. Decía Herrera que no importa jugar en casa o fuera y seguramente tenga razón. El Sporting necesita sumar de tres en tres si quiere seguir en la pomada. Eso empieza el próximo domingo a las seis de la tarde en Vallecas.