23 jul 2016 . Actualizado a las 19:55 h.
Daniel Ndi es como enamorarse dos veces de la misma chica. Sabes que lo más seguro es que todo acabe mal, que por algún motivo todo se malogrará pero algo, de forma incontrolable, te cautiva y no puedes evitar volver a ilusionarte. Sus condiciones son innegables, su fútbol es distinto. Dani es capaz de inventar, romper, girar y errar, y volver a errar, de forma casi matemática.
Dani juega al fútbol con el descaro y la inconsciencia de un niño. Su talento incalculable choca con su carácter indomable. Con catorce años puso rumbo al viaje de su vida con un billete de un sólo sello. Ndi, de padre electricista, trabajadora de supermercado ella y con cinco hermanos en África, no tuvo una infancia fácil pero encontró en el fútbol la oportunidad de buscarse la vida. Después de estar a prueba en Manchester, dónde coincidió con Giggs, Scholes o Rooney, tuvo que regresar, de forma momentánea a Camerún, para ya regresar de forma definitiva al continente europeo y encontrar en Gijón su pequeño lugar donde estar.
Ndi puede romper a caños en su debut en el Molinón o puede incurrir en quince fueras de juego seguidos, algunos por puro hastío, para desesperación de la grada. Su valor decrece o aumenta en cada partido. Pero Dani es un animal que cautiva. Su timidez choca de forma antagónica con su fútbol de fantasía.
Su hechura puede generar de todo menos indiferencia. Ndi es distinto, para todo pero distinto. Abelardo, su padre futbolístico y casi natural, sabe que revalorizar esa joya preciosa depende de su capacidad para entenderle. Cuando Dani parecía condenado a triunfar, engañado o no, decidió escaparse y protagonizar el capítulo más triste y surrealista de su estancia en España. Pero un padre siempre perdona.
Ahora, tras superar su penúltimo obstáculo con otra inoportuna lesión, trabaja para volver a integrarse a la dinámica del equipo, la misma que rehúye su carácter y que encandila por distinta. Dani acorta los plazos para volver a correr por la selva y hacerla suya, "esperemos que llegue para el regreso de la Liga", señala el doctor Revuelta. A sus 20 años espera en la estación agarrar el billete definitivo, quien sabe de su último tren. El regreso del león indomable.
@andresmpuente