Deportivo: Fabricio(1); Laure(1), Marchena(1), Insua(1), Lusinho(2); Bergantiños(1), Juan Domínguez(1); Núñez(1), Rabello(2), Salomao(2); y Borja(1)
Sporting: Cuéllar(1); Luis Hernández(1), Mandi(2), Bernardo(2), Canella(1); Sergio(2), Nacho Cases(2), Álex Barrera(1); Lora(2), Scepovic(1) y Carmona(1).
Sustituciones: Fraile(0) por Carmona, Lekic(1) por Scepovic y Jara(sc) por Barrera.
Goles: 0-1 Bernardo. 1-1 Toché.
Árbitro: José María Sánchez Martínez, del Comité Murciano.
Ul gol de Toché con el tiempo cumplido acuchilló el corazón de un sportinguismo que ya se veía vencedor en Riazor y volvió a dejar en evidencia un pésimo arbitraje que de nuevo, volvió a ensañarse con el equipo rojiblanco. Los de Sandoval jugaron un partido muy serio, y pudieron matar el partido minutos antes, de ahí la sensación de derrota tras el pitido final. Se perdieron dos puntos de oro pero como consuelo se gana el gol average a un rival directo y se sigue demostrando que hay equipo para subir a primera división.
Si miras a la grada y ves a 7.000 tíos con la bufanda de tu equipo, en ese momento te das cuenta de que estás jugando el último partido de tu vida. Así debieron sentirse los futbolistas del Sporting, arropados como nunca en un Riazor abarrotado con un ambiente futbolístico fantástico, solamente enturbiado horas antes por los cafres de siempre en modo ultra. Sandoval repetía la alineación de los últimos partidos con la única novedad de Lora por Jara y el Sporting salió ganaando. El madrileño volvió a ser aquel futbolista ubicuo, que extiende los brazos y abraza el césped desde la banda derecha hasta el círculo central. Junto a él, un activo Cases y un omnipresente Sergio Álvarez dificultaban la creación del Deportivo, que empujaba al Sporting hacia su portería encomendándose a la velocidad punta de Salomao. Los rojiblancos aguantaban el esperado chaparrón, tan común en tiempos de borrascas norteñas y más en Galicia, donde tras el temporal dio la benvenida a una calma tensa en la que los de Sandoval comenzaron a desperezarse y legañas fuera, enfocar los prismáticos en la portería de Fabricio.
Fue Bernardo tras la salida de un córner el que puso tierra de por medio y sembró de dudas el estadio blanquiazul, vestido de rojiblanco, cuyos cánticos nos recordaban a esos mediodías de rastro, sidra y pelotazo en 'El Limón'. La alegría duro lo que tardó el colegiado en erigirse de nuevo protagonista, como en otros tantos escenarios de infausto recuerdo sportinguista. De nuevo Bernardo, héroe y villano a partes iguales para el trencilla, que sancionó una mano involuntaria y pegada al cuerpo como un penalti que por justicia torera Borja ejecutó fuera. El error local pesó como una losa a los deportivistas, a los que se les apagó la luz a medida que pasaban los minutos y no encontraban grieta alguna en una inconmensurable defensa rojiblanca. Cuéllar intento añadirle pimienta al partido con sus cada día más habituales bravuconerías con los pies, pero ni así el Depor era capaz de inquietar a un Sporting que maniataba el partido y al rival, dirigiéndolos en fila india al túnel de vestuarios con la ventaja en el marcador.
El segundo tiempo transcurrió por los mismos derroteros, con un quiero y no puedo de los locales, sin un plan establecido que inquietara al Sporting, tan cómodo que en ocasiones pecó de exceso de confianza. Canella se limitó a tareas defensivas, sellando su banda a cal y canto, para exasperación de Nuñez y Laure, y obligando a Fernando Vázquez a intentar la heroica con dos delanteros en el campo y defensa de tres. En ese momento fue cuando el Sporting creció en el césped, buscando más toque y tratando de explotar las bandas. Así llegaron las ocasiones, con un remate al limbo de Carmona tras asistencia de Scepovic y un gol anulado al serbio a todas luces legal. Sandoval apostó por refrescar los costados que tanto daño hacían al rival y Jara y Fraile saltaron al ruedo, uniéndose Lekic minutos después. El Depor seguía apelando al orgullo mientras el equipo asturiano lo hacía al contragolpe, con poca convicción en ocasiones y buscando en exceso la pérdida de tiempo en los banderines de córner.
Los millares de bufandas al viento parecieron no tener efecto alguno en Hugo Fraile, que saltó al campo como quien va a jugar un partido a la playa, con las bermudas caidas y la toalla al hombro. No olió la sangre coruñesa que se extendía a borbotones por el terreno de juego local en esos últimos minutos que piden a gritos el hachazo final. El ex futbolista del Getafe echó a correr con la cabeza baja, sin saber hacia donde, cuando el expreso serbio hacía sonar la bocina a su derecha y llenaba el área de humo gritando 'viajeros al tren'. Fraile recortó de cuajo la sentencia y dio vida a un Depor que no sabía que José María Sánchez Martínez echaría un capote final. Fue tras una falta que con el tiempo cumplido, desembocó en un córner. Son esos momentos en los que el club ejecutor tira de épica y el que defiende pide la hora, porque ya se había cumplido, básicamente. Con Fabricio en el área y toda A Coruña en plena ebullición, Cuéllar se saltó el guión y Toché aprovechó para en un escorzo dramático, impactar con el esférico, que tras una extraña parábola se cuela en la portería. Delirio coruñés y Sandoval enfurecido. El equipo incrédulo y la afición escondiendo de nuevo la sidra en la nevera. Cara de tontos y dos puntos perdidos. Otro perjuicio arbitral que obliga al Sporting a luchar contra otros elementos ajenos al fútbol y a los 21 rivales de la tabla clasificatoria. Aún así, el equipo se mostró serio, dominante y a pesar de las circunstancias, tercero en la clasificación y con el golaverage ganado ante un rival directo. El club quizá debería seguir el ejemplo de otras entidades a los que su muestra pública de disconformidad arbitral les ha traído sabrosos frutos. A veces no basta con el fútbol, aunque un punto en Riazor lo habría firmado cualquier sportinguista. Díganselo a esos 7.000 que con el estadio vacío, cantaban el 'Asturias' de Víctor Manuel; hijos de la misma madre.
Sergio Pinto
@dikembe