Sporting: Cuéllar(1); Luis Hernández(1), Mandi(1), Bernardo(1), Canella(2); Sergio Álvarez(2), Nacho Cases(1), Álex Barrera(0); Santi Jara(0), Scepovic(1) y Carmona(1).
Sustituciones: Lekic(1) por Luis Hernández. Guerrero(sc) por Barrera y Lora(sc) por Jara.
Ponferradina: Santamaría; Robusté, Juande, Yuri, Jonathan, Alan, Acorán, Cristian, Alberto, Bellvis y Javi Lara.
Goles: 0-1 Acorán. 1-1 Scepovic
Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo, del Comité de Castilla y La Mancha.
Empate del Sporting en El Molinón ante una Ponferradina que consiguió el botín que había venido a buscar a tierras gijonesas. Los de Sandoval fueron incapaces de romper el muro berciano y un gol de Scepovic en los minutos finales puso las tablas y bajó a los rojiblancos del escalón de ascenso directo. La falta de ideas en ataque condenó a los locales, que se llevaron poco premio a su insistencia y siguen sin ganar al equipo de Claudio Barragán desde su retorno a la segunda división.
Tras el solvente partido en Mallorca, Sandoval repitió alineación y esquema de juego con un solo punta. Enfrente, una Ponferradina que salió a nadar y guardar la ropa, mentalizado en el achique y contragolpe, a la búsqueda de que un solitario Robinson Crusoe decidiera en ataque y después, vuelta a remar. El plan le salió a las mil maravillas a Claudio Barragán, que lucía un vestuario vintage que nos hizo albergar esperanzas de que Quini saltara al campo en cualquier momento a rematar uno de los millares de centros que sobrevolaron el área visitante en el día de hoy. El Sporting comenzó presionando y mandón, pero Acorán pronto derribó de un soplido el castillo de naipes rojiblanco y comenzaron las prisas y el aturdimiento, pues tras el gol llegaron los peores minutos de los locales. Sergio Álvarez volvió a ejercer de coche escoba, robando balones y echándose a varios compañeros al hombro, una estampa que bastantes de nosotros hemos vivido alguna vez en las madrugadas de El Naútico. Barrera, fallón, no conectó en ningún momento con el partido, al igual que Jara, que continúa en una línea descendente a la que la falta de competencia parece mantenerle en el equipo titular. Carmona y Cases, voluntariosos, trataban de darle sentido a un juego que se diluía pasados los tres cuartos, ante un fortín que hubiera enorgullecido a Luis del Olmo y al que el Sporting no encontraba resquicio. La falta de dinamismo y precisión condenó a los de Sandoval, que volcaban el ataque por la izquierda, con un Canella pletórico físicamente pero cuyos centros caían en saco roto o en las manos de Santamaría. La falta de acierto aceleró las pulsaciones de jugadores y respetable, algo cada vez más común en los partidos de casa, con un equipo que pierde fácilmente los nervios y que tras una temporada de errores flagrantes parece encontrar una conspiración en cada partido. Arcediano Monescillo acertó en las jugadas más polémicas del primer tiempo, validando el gol visitante y anulando dos tantos de Barrera y Scepovic por fuera de juego.
Hubo toque de corneta en la reanudación, con un Sporting que salió con el colmillo afilado y nuevos bríos en ataque. Primero Scepovic y después Bernardo de cabeza marcaron el zafarrancho de combate, que alentó el propio Yuri, tras autoexpulsarse por un codazo a Mandi. Sandoval dio entrada a Lekic por Luis Hernández, un cambio que pudo resultar contradictorio si a día de hoy los centros de Luis Hernández con las manos son bastante más fiables que los de Jara con los pies. Con el serbio en la cancha y un jugador más, comenzó la precipitación de los locales, que al ver salir timídamente el sol en El Molinón se pensaron que estaban en verano y que el ascenso dependía de los tres puntos en juego. El técnico local contribuyó al desorden, sazonando al equipo con más y más jugadores de vanguardia entre los que solo faltaba Sangoy. A pesar de la anarquía y la precipitación, el Sporting arrinconaba a la Ponfe y Cases reventaba el larguero de la portería visitante en la que fue la ocasión más clara del partido. Con Guerrero por Barrera y una macedonia de rojiblancos en campo visitante se sucedieron los balones bombeados y las pérdidas de tiempo a partes iguales, con el cronómetro en números rojos y la ciclogénesis asomando por la playa de San Lorenzo. Fue Scepovic, quien si no, el que abrió el cerrojo en la portería del Piles, convirtiendo los últimos minutos en un acoso sin derribo en el que se impuso el oficio visitante, que neutralizó cualquier acercamiento sportinguista sospechoso de llevar peligro y amarró un punto que les sabe a gloria. Todo lo contrario le sucedió al Sporting, que sigue sin ganar en casa en el nuevo año, consiguiendo solamente 10 de los últimos 24 puntos en juego en El Molinón y volviendo a mostrar síntomas de impotencia ante equipos que vienen a Gijón a cobrar lo puesto. Aún queda tiempo para revertir la situación. Esperemos que Sandoval de con la tecla.
Sergio Pinto
@dikembe