Este martes de Pascua volverá a ser multitudinario y colorido para celebrar una cita declarada de Interés Turístico Nacional desde 1968
11 abr 2023 . Actualizado a las 09:38 h.Un año más Pola de Siero acoge el día grande de una de las celebraciones más populares de la Semana Santa en Asturias: la de los Güevos Pintos. Como cada marte siguiente al domingo de Pascua tiene lugar en la capital del concejo esta pintoresca fiesta, que desde 1968 ha sido declarada de Interés Turístico Nacional. Un evento en el que, desde primera hora de la mañana, la localidad se ha engalanado y los vecinos se han ataviado con el traje tradicional asturiano para mantener más viva que nunca está tradición, que ha pasado de generación en generación y en la que el gran protagonismo se lo llevan los huevos con decoraciones y tamaños muy variados.
Esta fiesta con siglos de historia ha llegado hasta nuestros días gracias al boca a boca. Su origen es bastante incierto, puesto que no hay documentos escritos que certifiquen la procedencia de la misma ni cuándo fue la primera vez que se celebró. Es por ello que existen varias teorías al respecto. Por un lado, se dice que esta celebración proviene del Oriente, «hay gente que lo atribuye a una costumbre indoeuropea», pero también puede tener un carácter religioso dado que la Cuaresma es tiempo de vigilia y, por tanto, está «prohibido» consumir ciertos alimentos. Los huevos no se podían consumir durante este periodo, se iban acumulando en las casas en las que se criaban gallinas y para darles salida, se regalaban a familiares o amigos.
No obstante, hay quienes relacionan esta tradición de pintar huevos con la llegada en el siglo XIX de gentes procedentes de otros países de Europa a trabajar a las minas del concejo. «Se dice que aquellas personas que venían a trabajar aquí a Valdesoto, dado que por aquel entonces no existía la parroquia de Carbayín, tenían la costumbre de regalarse huevos y de ahí se fue pasando hasta llegar a nuestros días», señala Juan José Domínguez. En este punto, el cronista oficial de Siero asegura que la tradición de pintar los huevos también se encuentra en diversas regiones españolas como Sevilla, Cataluña o Valencia. «Sin ir más lejos, en Sama también se celebra y ahí también había minería», apunta.
Aunque los orígenes de esta celebración no son del todo exactos, lo que está claro es que los Güevos Pintos «son algo único» de Pola de Siero. «Romerías de prau hay 50.000, en Asturias encuentras las que quieras, pero una como esta y que además sigue y cumple con la tradición apenas queda», manifiesta Juan José Domínguez antes de resaltar orgulloso que «esta es una de las fiestas más entrañables que hay». Además, a ella acuden individuos de todos los puntos de España, puesto que «si hay algo que cataloga a los asturianos es la hospitalidad, siempre vas a tener algún invitado».
La fiesta de los Güevos Pintos arranca con un pasacalles por la Pola al son de la gaita y el tambor. En esta ocasión tendrá lugar a las 11 de la mañana. Además, aunque ya no se hace, antiguamente tras recorrer la localidad se procedía a la lectura del pregón. «Era como L'Amuravela de Cudillero. Dar las gracias y hacer un poco de crítica de algo que había pasado», cuenta el cronista oficial del concejo. Tras leerse este discurso con el que se inicia la celebración llega el momento de la bendición de los güevos pintos. «Antes hasta que esto no se hacía no se podían empezar a comercializar, ahora se llevan vendiendo desde hace cinco días», lamenta Juan José Dominguez.
No obstante este acto religioso que tiene lugar a las 12.00 horas en la plaza del Ayuntamiento se ha convertido en tradición. Además este siempre es presidido «por el párroco de la Pola y en él también están presentes autoridades, no solo municipales sino de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado». Después de recibir el beneplácito por parte del sacerdote se procede a la entrega de premios del concurso de Güevos Pintos.
«Antiguamente había un concurso que lo patrocinaba el Banco de Siero pero había mucha discusión porque había gente que era muy curiosa y aunque no eran profesionales se dedicaban a pintar y se presentaban. Como generó mucha polémica, quedó en pausa y ahora solo queda el concurso de huevos escolares», afirma Juan José Domínguez. Tras entregar los galardones, el grupo de baile tradicional G.F.I. El Ventolín hará una demostración para animar el acto, que concluirá con la rotura de la espicha del tonel, «con degustación gratuita de sidra para todos».
Después hay una larga sesión vermú amenizada por bandines tradicionales, que tiene lugar en la calle Celleruelo y Florencio Rodríguez, hasta las cinco de la tarde, cuando tiene lugar el desfile popular. En él participan G.F.I. El Ventolín, Xiranda Brass Band, G.F. Principado, G.F. El Cuélebre, G.B. El Piñote y la Banda Gaites Conceyu Siero. «Este se celebra porque antiguamente se bajaban los ramos de las parroquias de Siero, aunque hoy en día cada vez hay menos y la tradición se va perdiendo», señala el cronista oficial.
Un pasacalles cuyo broche final lo pone la danza prima. «Todos los polesos y polesas, vestidos con el traje regional, vienen bailando desde lo que era antes la casa de Cultura hasta el Ayuntamiento», relata Juan José Domínguez, quien asevera que la celebración se prolonga hasta altas horas de la noche con la típica verbena.
Los güevos pintos, todo un arte
Al igual que el programa festivo se ha adaptado al paso del tiempo, también se ha modificado la técnica de pintar los huevos. «A los primeros huevos se les echaba cáscara de castaño para teñirlos. Eran prietos y no llevaban dibujos. Luego ya se empezaron a dar algunos retoques con algún pincel para hacer una especie de dibujo en ellos y ya después comenzaron a llegar auténticas obras de arte», manifiesta Juan José Domínguez.
A día de hoy, son muchos los artesanos que cada año mantienen viva la tradición de los güevos pintos, convirtiendo las cáscaras en verdaderos lienzos sobre los que plasman sus variadas ideas: desde motivos asturianos a temática infantil pasando por todo tipo de animales y geometrías.
Después de dos años de pandemia y otro marcado por el mal tiempo, las previsiones para este martes de Pascua son «muy buenas» para los artesanos como Ana Fernández Noval, quien lleva tres décadas participando de esta fiesta y vendiendo sus creaciones, pintadas sobre huevos de gallina pero también de oca o de avestruz, que permiten que la obra sea más grande.
Explica que empezó con los güevos pintos «tradicionales», que incluyen un dibujo en la parte frontal y un verso en la trasera, con técnicas como la tinta china. Su pasión por el arte hizo que fuera aprendiendo nuevas técnicas que también ha trasladado a los huevos: «tengo algunos pintados con óleo, acuarela o acrílico», cuenta mientras prepara el surtido con el que participará este martes 11 de abril en una de las fiestas más queridas por los polesos.
Según recoge la Sociedad de Festejos de Pola de Siero, son más de una decena los artistas que forman parte del grupo de artesanos de güevos pintos, una tradición que se mantiene generación tras generación. El trabajo no es tarea sencilla. El arte oval sobre estos lienzos va precedido del cocido del huevo o del vaciado del mismo. Los artesanos tienen que hacerlo con el máximo cuidado para que la cáscara no se rompa y pueda sostener para siempre la obra.
María Cimadevilla, otra de las artesanas que forman parte de este grupo, recuerda las muchas semanas santas que pasó junto a su grupo de amigos dedicándose a pintar los huevos, algo que aprendió a hacer con la técnica de la tinta china cuando solo tenía siete años. «Pasábamos noches pintando, escuchando a Los Planetas y cenando platos con huevos cocidos de los que rompían», asegura.
También explica algunas de las técnicas tradicionales que utiliza. La más antigua es la de los güevos prietos, en la que la cáscara del huevo se tiñe con colorantes y luego se dibuja sobre él, eliminando el tinte. A su vez, es tradición la tinta china, que ella utiliza con el huevo recién cocido y en caliente para que se fijen mejor los pigmentos. Junto a las técnicas históricas María ha introducido otros métodos e incluso añadió textil a sus «asturianinos y asturianinas» tradicionales, de los que ha logrado vender más de 3.000.
En los güevos pintos, como en la gran mayoría de oficios, cada maestrillo tiene su librillo, y por eso hay tantas formas de hacer como artesanos participan de una tradición declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Eso sí, todos tienen en común la intención de mantener viva una costumbre histórica en Pola de Siero. «Mi deseo es que las nuevas generaciones sigan pintando y que este arte permanezca», dice Ana Domínguez, otra de las artistas.