El poderío argentino mide su pedigrí ante el entusiasmo islandés
16 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca se habían enfrentado antes. Son dos naciones en las antípodas que comparten la pasión por el fútbol, aunque con exigencias y envoltorios de muy distinto signo. Hay más clubes en Argentina que futbolistas profesionales en Islandia. Hay más jugadores federados en el país sudamericano que habitantes en el nórdico. Unos siempre aspiran al título, y más teniendo a Messi en sus filas. Los otros se estrenan en una fase final de un campeonato del mundo después de ganarse el corazón del universo futbolístico en la Eurocopa de Francia, tras apear a Inglaterra en cuartos de final, disfrutando de cada partido con sus seguidores, haciendo de cada contienda una fiesta. Y eso es lo que se espera de ellos.
En un lado estará un equipo en el que la mayoría de los jugadores tienen su apodo: la Pulga Messi, el Fideo Di María, el Jefecito Mascherano, el Kun Agüero, el Pipa Higuaín, el Tanguito Banega, el Colo Ansaldi... Todos conocidos en el universo futbolístico. En el otro todos comparten el sufijo son en el final del apellido que delata su procedencia. Son islandeses formados en Islandia, desconocidos en su mayoría el resto del planeta.
Argentina es claramente favorita a hacerse con la victoria. No hay más que consultar las casas de apuestas. Su victoria se paga a poco más de un euro, el empate a cuatro o cinco, y el triunfo islandés a entre nueve y diez por cada euro jugado.
La albicileste encara el Mundial con el espíritu de los mosqueteros, todos para Messi y Messi para todos. Nadie discuta que la Pulga es el factor diferencial capaz de gobernar o decantar un partido. El equipo está construido a su alrededor, con una línea de cuatro en defensa, dos pivotes encargados de aportar equilibrio (Mascherano y Biglia), dos puñales por los costados (Maximiliano Meza y Di María) y Agüero en punta, aunque también tiene opciones Higuaín.
Islandia dispone de su mejor baza en la disciplina, el orden y el poderío físico, con Gylfi Sigurdsson como excepción. No es el más poderoso, tampoco el que más corre. Su velocidad está en el pensamiento, en ver el pase una fracción de segundo antes. A él le toca mover los hilos.
Cabe esperar un partido en el que Argentina lleve la iniciativa, por potencial, por obligación y porque es una seña de identidad que siempre ha acompañado a su seleccionador, Jorge Sampaoli.
Enfrente, Islandia se multiplicará para tapar vías de pase y de paso sin renunciar al contragolpe. Y, como sucediese en Francia, jugará sin urgencias ni exigencias. La clasificación para el Mundial de Rusia ya es un hito. Todo lo que le pueda sumar será valor añadido. La presión es para el combinado argentino.