España precisa mantener el alto nivel que la llevó al Mundial para superar su complicado estreno contra Portugal (20.00)
15 jun 2018 . Actualizado a las 18:27 h.Si pudo Italia... Habrá mejores espejos en que mirarse, pero ninguno devuelve una imagen tan nítida de cómo superar un revés a pocos días del debut. Lo consiguió la azzurra hace doce años y no solo estrenó mundial con victoria frente a Ghana, sino que mantuvo el nivel (mediocre) hasta eliminar al anfitrión (Alemania) y dejar sin título a la Francia de Zidane. Lo hizo con cinco futbolistas de un club recién destronado en un despacho y condenado a perder la categoría, y con un escándalo abierto que ponía en duda la competición nacional. España, con mucho más talento y recursos, no ha perdido más que a su seleccionador, invicto, pero aún inédito en torneos de alcurnia.
La herida se ha cerrado con lo que había a mano. Un Fernando Hierro tan experimentado en la gestión de recursos patrios ?tomó parte en la hazaña de Sudáfrica? como bisoño en la dirección de equipos de alto nivel. Le irá en el nuevo cargo resolver las dudas que la situación del plantel dejaba a Lopetegui. Decidir quién suplantará mejor a Carvajal en el costado derecho. Si será el multiusos Nacho o el especialista Odriozola. El nivel del adversario, rival con más empaque del grupo, parece dar cierta ventaja al futbolista del Madrid, especialista en cuestiones defensivas. Por delante, será Koke o será Thiago. Uno de dos para acompañar a Busquets y sostener el centro del campo, zona especialmente sensible en el combinado nacional. Y en punta, es casi seguro Diego Costa para lo del gol. Asunto mayor todavía por resolver en España, que ha encontrado fijos para todas las posiciones menos la que decide partidos y campeonatos de formato breve.
Un trío de insuperable talento
Si el relevo en el banquillo le cuesta de inmediato el puesto al de Lagarto, el riesgo de perderlo para el resto de Mundial sería altísimo. Quedará por eso en la recámara la opción de Aspas, el delantero que mejor ha demostrado entenderse con la poderosísima segunda línea española y un seguro tormento por movilidad y desborde para el punto débil del oponente: la endeble zaga portuguesa paga el exceso de años y la falta de piernas. Terreno fértil para Iniesta, Isco y Silva; un trío de capacidad asociativa fuera de concurso, muy por encima de cualquier combinación posible no solo en la selección, sino entre los presentes en la cita.
Ahí, a espaldas de Costa, deberían marcar los de Hierro las diferencias con la campeona de Europa, más fiada a un destello individual que al talento colectivo. En España las funciones están bien definidas, mérito obvio de quien ya no figura al frente, pero que excede a Lopetegui. Los fiascos del Mundial de Brasil y la Eurocopa de Francia habían quedado superados, si se atiende a la impoluta fase clasificatoria o a los amistosos de cierta envergadura, como el concluido con empate en Alemania o paseo sobre Argentina. Solo las turbulentas horas previas han devuelto cierta duda al entorno de los 23 elegidos, bregados de sobra en situaciones tensas tanto a nivel de club como de combinado.
El golpe recibido por el traicionero arrebato de Florentino Pérez, para quien lo de Rusia es una interrupción inoportuna al protagonismo obtenido en Kiev por el equipo que preside, ha desviado la atención en un momento crítico. La reacción, acertada o no, fue inmediata, y la responsabilidad del debut recae ya en Hierro. El técnico malagueño había afirmado no imaginarse siquiera en el papel de seleccionador solo 48 horas antes de aceptar el cargo. El jueves apostaba por «no tocar en dos días el trabajo de dos años» y ayer reiteraba que esta tarde en Sochi se verá «a la España de siempre». La de antes del revés; la que ha dejado sin Mundial a Italia, ese feo y práctico espejo en el que mirarse.