El podcast que descubre la faceta más personal e íntima de Tino Casal: «No quedan ya tipos así»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Tino Casal
Tino Casal

El David Bowie español era una persona muy recelosa de su vida privada, por lo que solo sus allegados más cercanos conocían realmente cómo era. Sin embargo, ahora ya todo el mundo puede saber la «maravillosa» persona que era puesto que uno de sus amigos de la infancia desvela el lado más íntimo del artísta en un audioblog

04 dic 2024 . Actualizado a las 09:32 h.

Si hay un icono del pop español de la década de los 80 ese es, sin lugar a dudas, Tino Casal. Con su talento multidisciplinar, esa personalidad arrolladora y su barroca imagen, el artista asturiano es considerado por los grandes expertos como uno de los mayores referentes de la movida madrileña. Apodado cariñosamente como el Rey del Glam por su particular y extravagante forma de vestir, el natural de Tudela Veguín, en Oviedo, brilló como una auténtica estrella durante la época dorada de la música popular de nuestro país.

En verdad, no es casi necesario recordar su trayectoria artística porque esta es de sobra conocida. Casi todo el mundo sabe que su carrera comenzó en el grupo de rock Los Zafiros Negros y que de ahí pasó a formar parte de la banda asturiana Los Archiduques. Después, y en resumidas cuentas, dio el salto al panorama musical nacional tras fichar por la discográfica que buscaba un sustituto para el melódico Nino Bravo. Al poco tiempo y tras cortar con este sello, decidió abandonar la música para volcarse en la pintura, hasta que una nueva compañía musical picó en su puerta, explotó todo su talento y lo llevó a besar el cielo.

Los Archiduques (canta Tino Casal) - Lamento de gaitas
Los Archiduques (canta Tino Casal) - Lamento de gaitas

Consiguió, sin nunca imaginárselo, acaparar todas las miradas y estar en las portadas de varios periódicos. Aunque se convirtió en una persona famosa, era un tipo bastante receloso de su vida privada. Tino Casal no solía hablar abiertamente ni de sus relaciones sentimentales ni de sus asuntos íntimos. Quería que su imagen artística fuese única y exclusivamente su carta de presentación. Es por esta sencilla razón que muy pocas personas saben realmente cómo era en las distancias cortas el autor de Embrujada y Pánico en el Edén.

Para recordar esa faceta más personal del David Bowie español y que esta no caiga en el olvido, uno de sus mejores amigos de la infancia ha puesto en marcha un podcast con el objeto de mantener vivo el legado del artista asturiano. «Me dio la idea un admirador suyo de Marbella. Recuerdo que me dijo que todas esas vivencias y anécdotas que tengo guardadas en la cabeza se iban a perder. Y es que es verdad porque algún día voy a faltar y cuando una persona falta todo se va con ella», dice Ramón Palicio.

Tino Casal, en un detalle de la portada de su disco «Lágrimas de cocodrilo»
Tino Casal, en un detalle de la portada de su disco «Lágrimas de cocodrilo»

Sin dudarlo ni un segundo y para evitar perder más el tiempo, el también tudelano se puso en contacto con el periodista radiofónico David Rionda. «Le comenté la idea y se prestó a ayudarme encantado porque además él es “casadero” —así es como se conocen a los fans del Rey del Glam—. Al principio pensé en grabarlo desde mi casa pero luego me di cuenta de que lo mejor era hacerlo en su estudio», relata. Así es como nace Redescubriendo a Casal, un podcast con el que Ramón Palicio busca crear una «especie de archivo» para que, el día que él falte, «las futuras generaciones sepan quien fue Tino Casal, desde que nació hasta que murió»

Con una duración aproximada de 15 minutos y emitidos todos los martes, en cada uno de los episodios que conforman este podcast el que fuese amigo de «toda la vida» del artista asturiano descubre a los oyentes el lado más personal del impulsor de la movida madrileña. «Es esa faceta que no se ve en los vídeos ni en las actuaciones y que tampoco nadie conoce porqué él no contaba su vida privada. Todas las cosas que hacía y que hoy en día nadie hace no es que la guardase en secreto sino que no tenía porqué contarlas. Si las sabemos es porque había testigos que ni él mismo se esperaba», asegura.

Portada de «De la piel del Diablo. La colección definitiva», de Tino Casal
Portada de «De la piel del Diablo. La colección definitiva», de Tino Casal

Cuenta, para ello, con la ayuda de admiradores de toda España de Tino Casal. «Les invito al programa y más que entrevistarlos, lo que hago es dialogar con ellos. Compartimos nuestras vivencias para descubrir así cosas que ni nosotros mismos sabíamos de él», reconoce antes de señalar que son muchas las personas de nuestro país que están deseosas de participar en este podcast. «Tengo a unas 80 personas en lista de espera, una de ellas es un oyente que sigue el podcast desde Taiwán. Logré incluso contactar con Lorenzo Silva, ganador del Premio Planeta en 2012, y me dijo que después del puente de la Constitución me atendería», señala con orgullo.

Sirviéndose del testimonio de estas personas y del suyo propio, Ramón Palicio desvela los aspectos más íntimos del icono del pop español. El de Tudela Veguín guarda muy gratos recuerdos de Tino Casal, con quien pasó toda su infancia. «Nacimos frente a frente. Éramos los dos los benjamines de nuestras casas y nuestras familias ya se conocían antes de nacer nosotros. De hecho eran amigas. Nuestros hermanos mayores incluso mantenían buena relación entre ellos, por lo que nosotros estábamos destinados a ser amigos antes de nacer», cuenta.

De izquierda a derecha: Tino Casal, Ramón Palicio y su hermano Pepín. La fotrografía fue realizada en la entrada de Tudela Veguín en 1961
De izquierda a derecha: Tino Casal, Ramón Palicio y su hermano Pepín. La fotrografía fue realizada en la entrada de Tudela Veguín en 1961

Fueron también a la escuela juntos nada más y nada menos que ocho años. «Tino no era buen estudiante pero en las artes era el mejor de todos con diferencia. Sacaba dieces en dibujo y en pintura», rememora, antes de señalar que hablará también en su podcast del momento en el que a Casal se le dio la oportunidad de incorporase, con 13 años, al grupo de rock conocido como Los Zafiros Negros.

Será en los capítulos 9 y 10 donde Ramón Palicio relate esta etapa de la vida del polifacético artista asturiano. «En ellos hablaré con Tino, un señor de Oviedo de 99 años que es quien amparó económicamente al grupo cuando nadie confiaba en ellos. Fue quien les buscó los primeros contratos y como de aquella no los conocía nadie le costaba mucho trabajo que le firmase uno. Pero, nada más que los veían actuar por primera vez ya les volvían a llamar», precisa.

Abajo a la izquierda se encuentra Ramón Palicio con siete años y justo detrás, con chaqueta de solapas y tarabica, se sitúa Tino Casal, quien por aquel entonces tenía nueve año. Ambos posan para la fotografía con la familia de Ramón Palicio
Abajo a la izquierda se encuentra Ramón Palicio con siete años y justo detrás, con chaqueta de solapas y tarabica, se sitúa Tino Casal, quien por aquel entonces tenía nueve año. Ambos posan para la fotografía con la familia de Ramón Palicio

El tudelano mantuvo la relación con Tino Casal hasta que este con 16 años se fue a vivir a Madrid. «Ahí ya coincidimos muy pocas veces en la vida pero fue para confirmar que seguía siendo el mismo que era. Así como por fuera cambiaba de look constantemente, era como un camaleón, por dentro seguía siendo como de niño, una bellísima persona», asegura. Pero, ¿cómo era realmente el verdadero icono de la movida madrileña? «Fue una persona que rompió los esquemas. No quedan personas así ya», dice sobre su amigo.

Quien reinterpretó la canción de Eloise y la convirtió en el himno de la música en España era una persona que, según quienes lo conocían, no le daba importancia al dinero. «Para él era una mercancía de cambio. Además, siempre decía: “Puedo ser millonario cuando quiera pero ahora mismo ya tengo dinero, ¿para qué quiero más”», asegura Ramón, quien aprovecha para señalar que Tino Casal era «el artista que mejor pagaba de todos». «Lo sabemos por los músicos que trabajaron con él», apunta.

Los que alguna vez se han cruzado con el rey del pop español son también testigos del carisma del artista asturiano. «Cuenta un camarero de Gijón que una vez atendió a Tino y a sus padres. Pidieron una ración de queso cabrales y dos botellas de sidra. La consumición costaba 1200 pesetas pero pagó 2000, dejando de propina 800», relata Ramón, que tiene para contar cientos de anécdotas del estilo.

Para Tino Casal el «valor supremo en la vida» era «la amistad». «Un amigo para él valía más que todo. Por eso la canción que dedicó a expresar su forma de ser, Destino Casual, dice: “Soy el mejor amigo de todos mis amigos y es mi mayor placer”. Y es que era verdad, no lo decía por decir, para él la amistad era lo primero y así lo demostró a lo largo de su vida», asegura. En este punto, el que fuese uno de los mejores amigos de la infancia del artista pone como ejemplo el reencuentro que tuvieron en la capital asturiana.

«Habíamos quedado a través de una tercera persona en Oviedo y cuando me vio me dijo que había suspendido una sesión de ensayos que tenía porque hacía 20 años que no me veía y que a lo mejor no me volvía a haber más. Fuimos entonces a tomarnos unas copas juntos», relata. Como si de una premonición se tratase, a los pocos meses tuvo lugar el fatídico accidente de tráfico en el que Tino Casal perdió la vida. El coche en el que viajaba, en la madrugada del 22 de septiembre de 1991, se estrelló por exceso de velocidad contra una farola en una carretera de Madrid y él fue la única víctima mortal al no llevar cinturón de seguridad.

Así lo contó LA VOZ DE ASTURIAS. El fallecimiento del cantante asturiano Tino Casal, en la portada de la izquierda (septiembre de 1991) y las olimpiadas de Barcelona, a la derecha.
Así lo contó LA VOZ DE ASTURIAS. El fallecimiento del cantante asturiano Tino Casal, en la portada de la izquierda (septiembre de 1991) y las olimpiadas de Barcelona, a la derecha.

El fallecimiento de Tino Casal a los 41 años causó una gran conmoción en el panorama musical español. También en su tierra natal, donde a día de hoy y más de 30 años después todavía lloran su pérdida. «La noticia nos llegó a primera hora de la mañana por la radio. Yo no me lo creía. Quedé mudo. No fue hasta las dos de la tarde cuando logré articular palabra porque fue como una bomba, era algo que nadie se esperaba», confiesa Ramón, quien la última vez que había visto a su amigo del alma fue en el encuentro esporádico que habían tenido en la capital asturiana.

Previamente a esta quedada se había reencontrado con su compañero de la infancia en el campamento militar de el Ferral de Bernesga, en León. Aunque los dos estaban haciendo el servicio militar al mismo tiempo solo pudieron juntarse, asegura, una tarde de los catorce meses que duraba la conocida mili. «Me contó que no hacía servicio normal ni guardias, ni cocina, ni nada sino que se dedicaba a pintar escudos militares, a elaborar el periódico del cuartel y todo lo que tuviese que ver con la parte artística», recuerda Ramón Palicio.

En medio de la conversación, Tino Casal invitó a su amigo a ir a la biblioteca del soldado para que viese en lo que estaba trabajando. «Me enseñó unos cuadros gigantes que estaba haciendo. Le habían encargado once y ya llevaba, en ese momento, seis hechos», detalla. Con los años y tiempo después de que falleciera el artista, Ramón Palicio se acordó de esta colección al óleo. Quiso recuperar la misma y tras remover cielo y tierra consiguió un permiso para entrar en el cuartel del Ferral que a día de hoy está fuera de servicio.

Allí en un almacén encontró «llenos de polvo, de telas de araña y tapados por telas» todos y cada uno de los cuadros que pintó el polifacético Tino Casal. Rescató las obras para mantener con vida el legado del asturiano. Participó además en cualquier homenaje y evento que se hizo para dar a conocer la trayectoria musical y artística de su amigo.

Y, ahora, para hacer eterna su historia presenta el podcast producido por Amarok Media en el que redescubre al genio y presenta a la persona. «En total tengo diez capítulos grabados pero quiero seguir hasta llegar por lo menos a los 50 porque quiero que deje poso. Esto supondrá un año entero de emisión y creo que va a dejar más consecuencias que una exposición o un concierto, por ejemplo, porque son cosas que se hacen y a los quince días se desvanecen, pero esto no va a ser algo tan efímero», manifiesta.