«Si un niño con dos años no dice 50 palabras o no sabe hacer una frase, hay que llevarlo al especialista»
LA VOZ DE OVIEDO
Puede que detrás de esta situación haya un Trastorno Específico del Lenguaje. Así lo asegura la logopeda María Suárez. La experta explica en qué consiste esta condición, señala los signos de alerta, así como la importancia de una detección precoz
22 oct 2024 . Actualizado a las 09:00 h.«No te preocupes, ya hablará». Esta es la típica frase que siempre se suele decir cuando un niño tarda demasiado en formular palabras y, por ende, en comunicarse verbalmente. Este comentario, por lo general, reconforta a esos padres que llevan meses preocupados porque no conocen ni siquiera como es la voz de su hijo, pero, lo único que hace es ocultar la realidad. Detrás de esta situación puede existir un Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) que de no ser diagnosticado a tiempo puede afectar seriamente a otros ámbitos de la vida más allá de la capacidad de relacionarse.
Esta neurocondición es una de las discapacidades del aprendizaje más comunes durante la niñez. Se estima además un 8 por ciento de la población padece este tipo de trastorno que acompaña a las personas hasta la edad adulta. Sin embargo a ojos de la sociedad es completamente «invisible». Pese a su prevalencia, muchas personas e incluso profesionales de la salud no han oído nunca hablar de este problema o minimizan su afectación. La logopeda en la Asociación de TEL en Asturias e Investigadora Predoctoral en Ciencias de la Salud en la Universidad de Oviedo, María Suárez Romón (Oviedo, 2000) explica en qué consiste realmente el TEL, señala los signos de alerta, así como la importancia de una detección precoz.
—¿Cuándo se considera que hay un trastorno específico del lenguaje?
—El lenguaje tiene muchas dimensiones y una o varias de estas se pueden ver afectadas, tanto en la manera de expresarse, es decir, en la producción del lenguaje como en la comprensión. Cuando estas afectaciones se dan y hay ausencia de discapacidad intelectual, sensorial o auditiva, estaríamos ante un caso de trastorno de desarrollo del lenguaje o específico del lenguaje. Hablamos de un trastorno que es evolutivo.
—¿Qué es lo normal en cuanto a comunicación se refiere?
—Cuando un niño tiene dos años y no cuenta con 50 palabras en su repertorio léxico o en su vocabulario estaríamos ante un inicio tardío del lenguaje. ¿Qué pasa? No quiere decir que todos estos niños que tienen inicio tardío del lenguaje vayan a desarrollar un TEL, pero lo más probable es que el niño que tiene TEL haya pasado por esta fase. También a los dos años tienen que combinar dos palabras, es decir, hacer una frase o una oración con dos palabras, por ejemplo, «dame agua». Si estamos ante una de estas dos cuestiones, serían suficientes signos de alarma como para ir a los especialistas, que en el caso de Asturias sería ir a pediatría para que derive a Atención Temprana, al foniatra y demás.
—¿Qué otras señales deberían de alertar a los padres?
—La poca intención comunicativa. En niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) el poco contacto visual es evidente pero en niños con TEL no lo es tanto. Señalar, por ejemplo, con el dedo es un gesto deíctico de intención comunicativa que sí está presente en estos niños. Lo que pasa es que la comprensión del lenguaje es menos evidente que la producción. Entonces, nos puede costar más ver si entiende o no entiende que si produce o no produce, si habla o no habla.
—¿El niño puede por tanto no hablar pero sí entender lo que se le dice?
—Sí, efectivamente. Además, es que el trastorno es muy heterogéneo. Como te comentaba, el lenguaje tiene muchas dimensiones, entonces puedes tener, por ejemplo, un niño que pronuncie mal a tener un niño que pronuncie perfectamente y que a lo mejor haga las frases mal ordenadas, omita conjunciones, artículos, preposiciones, palabras funcionales que decimos... y haga, por tanto, oraciones muy simples. También que tenga poco repertorio léxico, poco vocabulario, es un signo de TEL.
—¿A qué edad suelen manifestarse los primeros signos?
—A los dos años, ya podríamos estar atentos, pero realmente el trastorno no lo podemos diagnosticar hasta los seis años más o menos. El diagnóstico es muy complicado porque, tiene que darse en ausencia de discapacidad intelectual, entonces tendríamos que pasar una prueba de inteligencia o de funcionamiento cognitivo, pero en sanidad esto no se hace así
—¿Cómo es el perfil del paciente?
—En los estudios está visto que afecta más a niños que a niñas, pero ahora se está desdiciendo. Los investigadores dicen que las niñas son más avispadas…
—¿Cuáles son las causas de este trastorno?
—El TEL no tiene causa específica. Se plantea una combinación de factores genéticos y ambientales, pero realmente no hay nada atribuido. Se han intentado investigar algunos genes pero no se ha llegado a ningún consenso. Es por tanto multifactorial.
—¿El hecho de que los niños estén expuestos a estímulos artificiales por el uso de pantallas puede influir en este trastorno?
—Ya no solo para los niños con TEL sino para todos los niños el uso de pantallas es tiempo que el niño pierde de interacción cara a cara con sus padres, con otros niños o con quien sea. Todo lo que puede ser una interacción física, social, comunicativa se pierde porque está sobre estimulado con colores, luces, música... Sí puede ser que lo que esté viendo sea educativo pero dónde está la interacción social. Todo ese tiempo está restado y mermado en la estimulación de todo lo demás.
—Está la frase de «no te preocupes, ya hablará» pero ¿por qué si hay que preocuparse?
—Si le das una intervención temprana a ese niño, ya tenga TEL o no, siempre se va a beneficiar. Realmente el inicio tardío del lenguaje es un camino por el que la mayoría de los niños con TEL han pasado. Entonces, es muy importante que cuanto antes, mejor.
—¿Qué ocurre si un niño con este trastorno no recibe la ayuda adecuada o la recibe tarde?
—El lenguaje oral se ve luego representado en el lenguaje escrito y es cuando viene el fracaso escolar por la lectoescritura. Realmente, si no tenemos bien interiorizado el lenguaje oral, no vamos a tener el lenguaje escrito porque realmente nosotros transformamos lo que pensamos, lo que hablamos, en letras y escribimos. En Primaria, por ejemplo, dicen que tienen dificultades con las mates, pero no es que tengan dificultades con los propios números, sino con la comprensión por ejemplo de los problemas y enunciados de matemáticas.
—Más allá de que no hable o pronuncie mal, ¿qué otras consecuencias tiene el trastorno específico del lenguaje?
—Aparte de lo que comentaba del fracaso escolar, hay baja autoestima, baja motivación… En ocasiones, se aíslan de sus iguales. Tienden a refugiarse más en los adultos que a relacionarse con sus compañeros y demás porque su vínculo más seguro son sus padres o su figura de referencia. Todo esto afecta a su bienestar emocional y al de la familia.
—¿Cómo es el tratamiento logopédico? ¿Qué técnicas o herramientas se utilizan en estos casos?
—Hay niños en los que hay que incidir más en ampliar el vocabulario porque para su edad tienen muy poco repertorio léxico. Otros hay que trabajar con ellos la morfosintaxis porque hacen oraciones simples y muy cortas. Se trabaja a todos los niveles siempre mediante el juego y evidentemente en función de la edad de cada niño. También es muy importante trabajar el discurso y las narraciones, es decir, en cómo utilizamos el lenguaje en los contextos naturales y sociales del día a día. Estos niños tienen problemas en la toma de turnos, en tener la iniciativa para iniciar una conversación, en adaptar el contexto y el lenguaje en el que están. Tienen además problemas con el lenguaje figurado porque el lenguaje figurado implica más procesamiento cerebral, habilidades cognitivas, memoria de trabajo… y por eso les resulta más difícil que el lenguaje «directo, al uso» que utilizamos.
—¿Existen grados de afectación en el TEL?
—Algunos expertos se aventuraron a hacer clasificaciones según el perfil, si es más bien fonológico (pronuncian mal) o morfosintáctico (producir frases), pero realmente no hay nada establecido oficialmente al respecto. Entonces ver qué afectaciones tiene el niño y trabajar dentro de todo ese abanico y ver de qué se puede beneficiar.
—El TEL se confunde con el trastorno del espectro autista. ¿Qué hay en común y por qué no hay que asociarlos?
—En común podemos ver rasgos, puesto que en ambos trastornos existen problemas a la hora de comunicarse. En casos graves de TEA, puede haber ausencia total de lenguaje oral, aunque en el TEL esto no ocurre. El poco contacto visual, o la baja intención comunicativa, por ejemplo, característicos en el TEA, en el TEL no estarían tan comprometidos realmente. Para el diagnóstico del TEA también se atiende más a la habilidades comportamentales y sociales, y para el TEL a habilidades lingüísticas.
—¿Cómo suele evolucionar el TEL? ¿Es un trastorno que puede superarse completamente o persisten dificultades en el habla en la edad adulta?
—El TEL es un trastorno persistente, por lo tanto no se cura. La evolución depende mucho de los apoyos y de la estimulación lingüística que tenga este niño. Es verdad que existen pocos datos acerca del TEL en adultos porque por el tema de los apoyos en los colegios se les abandona a partir de la ESO. Entonces, realmente, a partir de ahí es como que desaparecen, en cuanto a los números, pero realmente siguen ahí. Piensan que la logopedia solamente es útil mientras es un niño pero no es así porque esa persona se sigue desarrollando.
—Y lo más importante, ¿un niño con TEL podrá llevar una vida normal?
—El trastorno es muy heterogéneo y cada niño con TEL es un mundo, por lo que la afectación de las dimensiones lingüísticas tanto a la hora de expresarse como de comprender varía mucho, aunque también influyen los apoyos con los que cuenten él y su familia, de logopedia, psicología, terapia ocupacional... las adaptaciones y facilidades que tengan, porque siempre existirán barreras relacionadas con el lenguaje en su día a día. Pero a pesar de estos desafíos, es muy importante siempre destacar y reconocer sus fortalezas, porque estos niños son un ejemplo de esfuerzo y perseverancia constante. Para su independencia, será clave trabajar en la toma de decisiones, en la resolución de problemas... fomentando siempre su autoeficacia.
—Por último, ¿qué consejo daría a los padres? ¿Qué deben hacer en casa para ayudar a sus hijos?
—Acudir a profesionales, en este caso logopedas y también al psicólogo para complementar el diagnóstico. Si ven que en el colegio no están siendo escuchados que exijan sus derechos. Y que se ponga en contacto con la asociación TEL Asturias o con el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo porque estamos haciendo estudios al respecto.
—¿Y en el día a día? ¿Cómo deben actuar los padres?
—Los padres no lo saben y es normal porque nadie los ha enseñado, pero cuando un niño dice «guau guau» para referirse al perro no hay que reírle la gracia sino decirle que eso es un perro. No hay que incidir en el error sino darle la respuesta correcta. Luego hay que introducirlo en el día a día. Hay que, por ejemplo, hablar del perro pero sin mencionar «guau guau».
COLABORACIÓN
Si desea participar en estos estudios, puede ponerse en contacto con María Suárez en el siguiente correo: uo271350@uniovi.es