De Oviedo a pintar murales por todo el mundo: «Esto va mucho más allá de hacer grafiti»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

María Peña se ha convertido en todo un ejemplo de esta disciplina artística. A sus 35 años se ha recorrido buena parte de nuestro planeta para dar vida y color a espacios que a simple vista «no tienen ningún tipo de interés»

15 oct 2024 . Actualizado a las 09:31 h.

«No entiendo mi vida sin pintar». Si echa un vistazo al pasado, María Peña no recuerda ni un solo día en el que no haya dibujado y coloreado cualquier objeto o figura. Siendo aún una cría esta ovetense se aficionó a pintar y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Comenzó a dar rienda suelta a su imaginación en un cuaderno y cuando vio que se le quedaba pequeño empezó a plasmar sus ideas sobre lienzos. Como no le pareció suficiente dar vida y color a cuadros en blanco, espacios públicos de todo el mundo se han convertido en los escenarios de sus obras de arte. «El muralismo va mucho más allá de hacer grafiti. Es una forma en la que se democratiza el arte y se hace accesible a todo el mundo», confiesa.

Conocida artísticamente como Mapecoo, esta joven ovetense comenzó a pintar en la calle para tener al fin y al cabo un contacto «mucho más cercano» con la sociedad. «Cuando trabajas en un estudio o en una galería es todo muy cerrado. Solo te diriges a un público muy determinado, que es el que viene a ti. De esta manera, en cambio, llego a mucha más gente», asegura María, quien tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid completó su formación en São Paulo, además de realizar un Máster en Cooperación.

Mapecoo cuida al máximo los detalles de su obra
Mapecoo cuida al máximo los detalles de su obra

Fue en la ciudad brasileña donde «realmente» descubrió el muralismo. Tras dar color a una favela se percató de que el arte urbano era realmente lo suyo. «Me di cuenta que me interesaba mucho y que además tenía un potencial muy interesante porque mi parte artística va muy conectada con el tema social y esto me permite transmitir mensajes y comunicarme con más gente», dice. A partir de ese momento comenzó a hacer paste up. «Se trata de una técnica que consiste en preparar la obra en estudio y luego la pegas en la calle e intervienes con un poco de pintura», explica.

Su primer gran mural hecho exclusivamente con brocha lo pintó en el pequeño pueblo francés de Sault. Tenía contratados allí varios proyectos pero de repente llegó la pandemia del coronavirus y al igual que la mayoría de la población fue confinada. En frente de la casa que se alojaba había un gran muro de hormigón y aprovechando el tiempo que podía estar al aire libre decidió poner color a esa pared. Llamaba la atención de vecinos y demás viandantes, quienes estaban expectantes al proceso de creación.

Cuando lo terminó dejó tan sorprendido al alcalde del pueblo que este la contrató para dar vida a un muro más grande. «Me mandaron pintar la pared de lo que era un antiguo museo que estaban transformado en una residencia artística. Como querían que fuera un lugar de encuentro de música y demás artes plásticas hice una chica con rasgos mezclados tocando una guitarra», cuenta.

La capital de Etiopía, Adis Abeba, se convirtió en el escenario de su segundo gran trabajo. A partir de entonces, la ovetense ha recorrido buena parte del mundo para plasmar sus ideas en cualquier muro o pared que a simple vista no tienen «ningún tipo de interés». «Pinté hasta en Puerto Rico», resalta antes de señalar que los tres murales que hizo en Sicilia son sus favoritos. «No solo por el trabajo en sí sino porque el cariño que recibí de la gente. Me traían comida, me sacaban el café por la venta, charlaban conmigo...», recuerda con nostalgia.

Ha pintado además murales en su tierra natal. El más reciente dentro del festival de Parees en Oviedo. Situado en la calle Velasquita Giráldez invita a reflexionar sobre el futuro incierto de la manzana asturiana con Denominación de Origen. «Recuerdo que de pequeña mi abuelo siempre nos traía a casa manzanas. Nos contaba que era de un amigo suyo, que tenía una pomarada, pero que ya no las vendía porque no le salía rentable. Por eso cuando me propusieron el proyecto me acordé de esto, empecé a investigar un poco y vi que la situación actual es muy parecida», asegura la joven.

Mural sobre la manzana de Mapecoo
Mural sobre la manzana de Mapecoo Mirahaciaatras

Tardó una semana en crear esta obra con la que, a través de un contraste visual entre las manzanas locales y la era digital, aborda el desafío de preservar este cultivo esencial para la región. Sintió cierta presión a la hora de plasmar visualmente la idea. «Siempre da más cosa y más vértigo cuando pintas en casa», confiesa. Pero, en el momento que puso la brocha sobre el muro esos sentimientos se esfumaron. Sabía que desde Parees habían cuidado cualquier detalle y además se percató de que los vecinos estaban igual de ilusionados que ella con este mural. Así se lo hacían transmitir cada vez que pasaban a su lado.

¿En qué se inspira?

Haciendo uso de colores cálidos y dando toques surrealista, a través de sus murales María busca «siempre» transmitir «de forma estética y expresiva» un mensaje con el que pueda conectar con la sociedad. «Me gusta que sean obras que de alguna forma generan algún tipo de debate, que fomenten el pensamiento activo y crítico», asegura. Es por este motivo que trata de plasmar «alguna reivindicación» haciendo que visualmente sea «agradable».

Se sirve para ello de aquellos espacios que a simple vista «no tienen ningún tipo de interés». «Suelen proponerme los lugares, ya bien desde un ayuntamiento o cualquier otra institución, pero los trabajos que hago por mi cuenta sí suelen surgir de forma espontánea. Si voy caminando y veo una localización, inmediatamente ya se me ocurre una idea y la plasmo», confiesa.

Antes de ponerse manos a la obra, María Peña dibuna en la pared cualquier línea o símbolo
Antes de ponerse manos a la obra, María Peña dibuna en la pared cualquier línea o símbolo

Para dar vida y color a sus ideas, la ovetense necesita invertir decenas de litros de pintura y también muchas horas del día. «Todo depende de los detalles. A veces que sea un muro grande no quiere decir que vaya a ser más difícil o que me vaya a llevar más tiempo. Si uno más pequeño tiene más detalles me llevará más tiempo que el grande», explica la artista que llegó a pintar una pared de «aproximadamente» 120 metros cuadrados.

«Cuando es algo tan grande pierdes completamente la perspectiva de lo que estás haciendo»

Si hablamos de las dificultades de su trabajo, sin duda alguna, María dice que lo más complicado es aprender a escalar. «Cuando es algo tan grande pierdes completamente la perspectiva de lo que estás haciendo. Normalmente vamos con un boceto y luego hacemos marcas en la pared: líneas, letras… lo que sea. Después ponemos la imagen encima, con un poco de transparencia, y ya vamos viendo hasta donde llega cada casa para así calcular la escala y que no se vaya la dimensión», explica.

Para que se entienda mejor, hace una comparación con trabajar en el estudio. «Cuando tú estás dibujando en un lienzo, con dar un paso para atrás ya lo ves todo. Aquí no. Además, si estás pintando en grúa, dar un paso para atrás supone arrancarla y moverla porque estás pegada a la pared. Y ya cuando vuelves otra vez a la pared te olvidas de por dónde iba la cosa», asegura.

En este puto la artista recuerda las primeras impresiones que, por lo general, suele llevarse la gente cuando la ven marcando la pared. «Alguna vez me ha pasado que me han empezado a gritar de todo porque pensaban que les iba a dejar el muro así, todo garabateado. Pero, después, cuando vas avanzando en la obra la gente empieza a transmitir mucho calor», dice agradecida de los ánimos y los buenos deseos que recibe por parte de los vecinos y demás viandantes.

La artista ovetense observa su obra una vez finalizada
La artista ovetense observa su obra una vez finalizada

Como artista urbana, la ovetense ha enfrentado serios desafíos, sobre todo por el hecho de ser mujer. «Como en todo, al final tienes que pelear más porque de primeras esperan que no hagas gran cosa. Tienes por tanto que pelear más por tu lugar, como pasa en muchas profesiones. Pero bueno cada vez hay más mujeres en el muralismo haciendo cosas espectaculares, que ya se han hecho su sitio y su nombre en el mundo del arte urbano», manifiesta.

Como a palabras necias, oídos sordos, María Peña seguirá dando suelta a su pasión, demostrando así su valía. Continuará abriéndose paso en un sector todavía «muy masculinizado» con cada uno de sus espectaculares trabajos. Actualmente se encuentra realizando un mural sobre la madreña en Campo de Caso y después se irá a París para dar vida a otra de sus muchas ideas. «Los proyectos salen casi de una semana para otra», señala sin poder adelantar nada.

Eso sí, sí que puede decir que le encantaría volver a pintar un mural en Brasil. «Es un país que me encantó, estuve allí casi un año viviendo y por aquel entonces solo hacía pequeñas cosas de arte urbano. Ahí hay unos edificios enormes y me gustaría pintar mucho en uno de ellos», confiesa la asturiana que se ha convertido en todo un ejemplo de artista urbana