Con cáncer, sin trabajo ni ayudas económicas: «Mi madre se pasa la vida viniendo a casa para darme dinero»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Un enfermo de cáncer recibiendo tratamiento .
Un enfermo de cáncer recibiendo tratamiento .

Esta vecina de Oviedo de 48 años ha recurrido a las administraciones públicas en busca de una solución a su situación de vulnerabilidad, pero hasta ahora le han hecho caso omiso. «No pido que me den una paga por estar enferma, lo que quiero es que las ayudas que tengo concedidas me lleguen», asegura

20 ago 2024 . Actualizado a las 09:27 h.

Carmen Díaz —nombre ficticio para salvaguardar su intimidad— lleva cuatro meses lidiando una doble batalla. La primera comenzó en abril cuando le diagnosticaron un tumor vaginal con metástasis en vientre y pulmones. Por culpa de esta enfermedad esta vecina de Oviedo se vio obligada a rechazar una oferta laboral. «Había hecho una entrevista para trabajar en una residencia de ancianos, donde me dijeron que si hacía el curso sociosanitario me contrataban. Me apunté por tanto a una academia, pero a mitad de las clases fue cuando caí enferma y tuve que dejarlo», asegura con un nudo en el pecho.

Como llevaba ya varios meses en el paro, después de haber trabajado durante un largo periodo de tiempo en el sector de limpieza, a Carmen se le acabó la prestación por desempleo —en su caso, cobraba la Renta Básica de Inserción, más conocida como RAI—. Tras quedarse sin esta ayuda económica, la ovetense de 48 años comienza a librar su segunda batalla: buscar todo tipo de recursos para hacer frente a la situación de vulnerabilidad en la que actualmente se encuentran ella y su familia.

«Vivimos de lo que cobra mi marido, que son 784 euros mensuales. Con eso nos tenemos que mantener los tres —tiene una hija— y de ahí ya tenemos que descontar el alquiler, que son 500 euros», cuenta Carmen, quien para poder llegar a fin de mes debe tirar de los recursos económicos de su progenitora, que no son muchos, dado que es una persona con «una paga de viuda». «Mi madre se pasa la vida viniendo a casa para darme dinero. Me da mucha impotencia porque ella no tiene porque estar así. Ya me crió, me dio mis estudios y ahora tendría que tener una vejez tranquila y no la tiene. Ya tiene bastante con que yo esté enferma», lamenta.

Evidentemente, Carmen ya ha recurrido a las administraciones públicas en busca de una solución, pero hasta ahora le han hecho caso omiso. «El Principado nos debe dos años de bono térmico. Solicité también la ayuda al alquiler, pero solo salieron dos listas a principios de mayo del año pasado. Fui a la asistenta social y me dijo que solo tenía derecho a la ayuda energética, cuando yo he cotizado toda la vida y he hecho varios cursos con sus prácticas», manifiesta.

De todas las puertas que ha picado esta vecina de Oviedo, asegura, solo recibió protección por parte de Cáritas y la Asociación Contra el Cáncer. Desde la oenegé le echaron una mano para pagar el alquiler este mes, mientras que la entidad sin ánimo de lucro que lucha por visibilizar y dar apoyo a los enfermos oncológicos le proporcionó una pequeña ayuda económica. «Ese dinero ya se me fue en los viajes de urgencia al hospital, en las cremas que tengo que utilizar… porque esta enfermedad en verdad son muchos gastos», dice Carmen.

«No pido que me den una paga por tener cáncer, lo que pido es que las ayudas que tengo concedidas me lleguen, porque las necesito realmente. Solicité por ejemplo el Ingreso Mínimo Vital y me dicen que tengo que esperar seis meses. Yo sinceramente no sé si tengo tiempo para esperar seis meses con un cáncer», implora.

Aunque su hija de 17 años está en edad de emplearse, no consigue encontrar un puesto de trabajo para poder ayudar económicamente en casa y lograr salir de esa situación de vulnerabilidad en la que se encuentra toda la familia. «Los únicos trabajos que le salen son muy esporádicos y luego, claro, le piden experiencia, que por sus años lógicamente no tiene», señala la ovetense.

Antes de caer enferma, Carmen Díaz no es que tuviese una situación económica boyante, pero le iba bien. Se acababa de mudar a un piso mejor que en el que estaba, le había surgido la oportunidad de cambiar al sector sociosanitario, «un sector que tiene mucha demanda» y en el que más o menos tenía experiencia, ya que había estado un tiempo cuidando a una señora anciana.

«Estábamos contentos, porque todo iba a mejor y de repente empiezo a tener sangrados, cuando hacía cuatro años que me habían vaciado por la endometriosis, empiezan a hacerme pruebas y cuando llega el resultado de la biopsia era ya positivo en cáncer. Fue como si me cayese un jarro de agua fría», confiesa Carmen, quien además de lidiar con los efectos secundarios de la quimioterapia debe contar hasta el último céntimo para poder tener un alimento que echarse a la boca. «Me siento dejada de la mano de Dios», lamenta.