Ester Pérez, investigadora: «La soledad es uno de los factores que ayudan a que una enfermedad neurodegenerativa vaya más rápido»
LA VOZ DE OVIEDO
La divulgadora científica recuerda la importancia de tener un ojo crítico ante los mitos y desmontará algunos de los más extendidos sobre el sistema nervioso. ¿Es cierto que el alcohol mata neuronas? ¿Y que solo utilizamos el 10 por ciento de nuestro cerebro?
13 may 2024 . Actualizado a las 09:35 h.Ester Pérez-Martín será una de las investigadoras participantes en Pint Of Science Oviedo, tres jornadas de charlas que pretenden acercar la ciencia a la sociedad entre cañas de cerveza. Ha participado en la organización del evento y se define como apasionada de la divulgación, una tarea que combina con un contrato postdoctoral en la compañía Neuroscience Innovative Technologies y con su trabajo en el grupo de intervenciones traslacionales para la salud de la Universidad de Oviedo y el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA). Su investigación actual se centra en nuevas vías terapéuticas en enfermedades neurodegenerativas, algo de lo que hablará este lunes a partir de las 19.00 horas en el Chelsea Café Lounge. Su ponencia se centrará en los neuromitos, algunos de ellos tremendamente extendidos en la sociedad actual.
—¿Qué importancia cree que tiene la divulgación científica a través de este tipo de jornadas?
—Siempre que tengo alguna charla de este tipo digo que por un lado me apasiona la ciencia, no solo en mi ámbito si no en otros campos, y también me gusta mucho la docencia. Para mí divulgar los descubrimientos científicos o nuestras líneas de investigación es como un hobby, me lo paso muy bien, disfruto e incluso aprendo de esos debates que se establecen con la gente, por eso suelo participar en muchos eventos de este estilo. Además, desde mi punto de vista personal creo firmemente que la divulgación es un deber y una responsabilidad que deberíamos tener como investigadores, porque se lo debemos a la sociedad ya que gran parte se financia a través de dinero público. También sirve de puente entre los laboratorios y la sociedad y es una forma de despertar vocaciones científicas y de ayudar a eliminar esa imagen que tenemos de científico loco. Somos personas normales, hacemos cosas normales y se pueden ver reflejados en nosotros, porque es una profesión más. Es una experiencia muy enriquecedora porque aprendemos, y me incluyo, de los debates que se generan, porque a veces te dan un punto de vista totalmente diferente. El aprendizaje es recíproco. Por último, creo que la divulgación de la ciencia es ahora mismo una de las principales herramientas que tenemos para hacer frente a la desinformación y a los bulos, que muchas veces van más deprisa que la propia ciencia y se difunden mucho más rápido.
«La divulgación de la ciencia es ahora mismo una de las principales herramientas que tenemos para hacer frente a la desinformación y a los bulos»
—¿Qué es un neuromito?
—La palabra neuromito está formada por neuro, que hace referencia al sistema nervioso, y por la palabra mito, que es por definición un concepto erróneo que se ha generado bien por un malentendido, por una interpretación distorsionada… Neuromito como tal sería como una creencia falsa o imprecisa sobre el funcionamiento del cerebro o del sistema nervioso en general.
—¿Hasta qué punto resulta importante para la sociedad conocer que existen estos mitos y tener argumentos para desmontarlos?
—De forma general, sin centrarme en los neuromitos, es tan importante como que puede acabar convirtiéndose en un mito muy arraigado en la sociedad y condicionar el comportamiento de las personas. Por ejemplo, hay un mito que a la vez creo que por suerte ya no está tan presente que tiene que ver con que las vacunas generaban autismo en los niños. Eso puede provocar que muchos padres estén en contra de vacunarlos. Y eso no solo pone en riesgo al propio niño, pone en riesgo al resto de la sociedad. Ese es el problema, que muchas veces nos condicionan el comportamiento y pueden llegar a afectar a nuestra propia salud. Hay muchos neuromitos que están relacionados con el aprendizaje, uno muy típico es que si pones al niño de pequeño música clásica va a desarrollar un porcentaje mayor de capacidad. Eso no está fundado en ningún estudio científico. Eso repercute en lo que hacemos cuando escuchamos esos mitos y si no tienes las herramientas o a alguien que te diga «esto no es verdad», el problema es que muchas veces te los acabas creyendo. Necesitas tener un punto muy crítico para pararte a mirar información contrastada y ver si es verdad.
«El problema es que una sola opinión no tiene mucho potencial, pero si hay mucha gente diciendo eso, al final puede condicionar o hacer dudar de las cosas que están demostradas. Es lo que ha pasado con la vacuna del covid, por ejemplo»
—¿Cómo afecta a la creación de mitos el acceso a información masiva que tenemos a través de internet?
—Siempre lo recalco, menos mal que tenemos internet, porque nos facilita la vida, pero hay que saber usarlo muy bien. Para buscar información que esté relacionada con el ámbito científico hay que ser muy críticos y esto es una cosa que siempre defiendo: hay que enseñar a la gente a tener ese punto crítico para discernir entre lo que es real o está demostrado de lo que no lo está y es una opinión. El problema es que una sola opinión no tiene mucho potencial, pero si hay mucha gente diciendo eso, al final puede condicionar o hacer dudar de las cosas que están demostradas. Es lo que ha pasado con la vacuna del covid, por ejemplo.
—Hay neuromitos que están muy extendidos, como que el alcohol mata neuronas… ¿Qué tiene de cierto?
—En mi charla voy a exponer una serie de mitos para que la gente dé su opinión, a ver si realmente la gente los tiene identificados o no. Pero no todos son mitos, a veces son informaciones engañosas. Las voy a clasificar en ese sentido. En el caso del mito del alcohol, es en parte engañoso. Está demostrado que el alcohol es un neurotóxico, y si tú consumes diariamente cierta cantidad, esa neurotoxicidad lo que va a provocar al final es la muerte de neuronas y una enfermedad. El problema es cuando asociamos «el alcohol mata neuronas» a cuando tú te tomas un par de cervezas y tienes esa sensación de que tienes un neurotóxico en el cuerpo. Ahí no está matando tus neuronas, te está produciendo una depresión general del sistema nervioso, por eso no tienes buenos reflejos, el equilibrio falla… pero eso no es por acción directa de la muerte de las neuronas, para que ocurra eso tiene que pasar de forma continuada en el tiempo y con una cierta cantidad de alcohol. Justo ese es engañoso: tiene parte de verdad y parte de mito.
—¿Cuál sería el mito más extendido hoy en día?
—En relación al sistema nervioso, hay dos fundamentales. Uno de ellos es el que únicamente usamos el 10 por ciento de nuestro cerebro. Ese está muy extendido y hay mucha gente que todavía cree que todo lo que hacemos es porque solamente funciona el 10 por ciento de nuestro cerebro. Luego hay otro que dice que el hemisferio izquierdo es analítico y metódico y el derecho es creativo y artístico. Esos dos mitos son los más asumidos por la gente y llegas a preguntar a alumnos por ejemplo de Psicología y muchos te dicen que sí que es correcto. El problema de muchos de estos mitos es que a veces incluso en los libros escolares aparecen errores que hacen que estos mitos sigan perdurando en nuestra sociedad.
«Lo principal es la fuente que estás consultando, de dónde te llega la información. Es lo primero que tiene que hacer saltar las alarmas. Es decir, si te llega por Whatsapp una noticia o un texto, desconfía»
—Hablaba de que estos mitos pueden llegar a cambiar el comportamiento de las personas. ¿Cómo filtrar para que esto no ocurra?
—Lo principal es la fuente que estás consultando, de dónde te llega la información. Es lo primero que tiene que hacer saltar las alarmas. Es decir, si te llega por Whatsapp una noticia o un texto, desconfía. Porque muchas veces suelen ser cosas que se comparten de manera masiva. Intenta ir a una fuente contrastada. Hay muchísimos blogs de divulgación, ahora también por suerte muchos medios de comunicación tienen secciones de divulgación científica… porque lo que no podemos hacer es que la sociedad vaya a la fuente original, es decir, al artículo científico, que muchas veces es incluso difícil de entender para los propios investigadores.
Y por otra parte, otra cosa que a veces yo creo que por pudor la gente no hace, es si lees una información, tienes dudas y no eres capaz de resolverlas por ti mismo, seguramente tengas a alguien conocido, aunque no sea especialista en el tema, que te pueda ayudar y te diga «no hay por dónde cogerlo» o te ayude a buscar una fuente que dé más confianza. Preguntar, porque si te quedas con la duda al final lo que puedes hacer es que si en algún momento vuelves a oír esto, tu cerebro está reforzando una idea que no es verídica. Al final, la repetición hace que veas como creíble algo que no has contrastado en ningún momento pero lo has oído y lo asumes como verídico.
—Otra parte de la charla se centra en aplicaciones terapéuticas para mantener las neuronas sanas. ¿Cómo podemos ayudar en eso con nuestro comportamiento individual?
—Es fundamental. Por desgracia, ahora mismo las estrategias terapéuticas para muchas enfermedades neurodegenerativas no son eficaces en el ámbito clínico. Ya que actualmente no disponemos de una terapia como tal que nos pueda curar, lo que sí que podemos hacer es intentar por todos los medios prevenirlo. Entonces ahí la prevención es un deber propio, porque no es tomarte una pastilla cada día, es intentar mantener una buena salud mental, tener el cerebro activo, leer, hacer pasatiempos… Hay muchas formas de mantener tu cerebro activo y también el cuerpo, porque se ha visto que el ejercicio físico puede afectar también, por un lado, a ralentizar una enfermedad cuando ya la tienes y, por otro, a prevenir para que tu cuerpo esté en mejores condiciones y puedas retrasar la aparición de otras enfermedades.
Una cosa que es muy importante también para las enfermedades neurodegenerativas sobre todo en personas de edad avanzada es el pasar tiempo con otras personas. Eso es fundamental, la soledad a partir de cierta edad no es buena. En ninguna edad lo es, pero se sabe que uno de los factores que más ayudan a que una enfermedad neurodegenerativa vaya más rápido es la soledad. Porque al final lo que haces es tener tu cerebro cada vez menos activo. La parte que podríamos hacer nosotros para intentar prevenir o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas es llevar una dieta sana, no consumir neurotóxicos como el alcohol y el trabajo, realizar actividad física y mental y evitar la soledad. Luego es cierto que hay enfermedades con predisposición genética muy fuerte, que por mucho que lleves a cabo estos consejos llega un momento en el que padeces la enfermedad, pero igual por haber tenido esos hábitos la afectación no es tan grave.
—Se están investigando también terapias para estas enfermedades que no tienen hasta el momento cura… ¿Cuáles son las principales líneas?
—Depende mucho del tipo de enfermedad, porque englobamos muchas. Las más conocidas, por ser también las más prevalentes, son el alzhéimer y el parkinson. El problema es que la causa concreta de cada una de estas enfermedades es muy diferente. En unas es que se produce la muerte de neuronas específicas, en otras degeneran otras células del sistema nervioso…Entonces al final para cada enfermedad se está utilizando un enfoque diferente. Yo en parte de lo que investigo ahora mismo es en el desarrollo de vías terapéuticas para la enfermedad de Alzheimer. Es una de las que más se ha investigado para tener un tratamiento efectivo, pero actualmente los que hay están basados en anticuerpos monoclonales y tienen unos efectos secundarios gravísimos. Por ejemplo, lo que estamos haciendo es buscar una nueva vía terapéutica para administrar ese fármaco pero sin que entre en contacto directo con el organismo, para evitar los efectos secundarios. Es una de las líneas que está más en auge.