Un nuevo paraíso para los amantes del dulce en Oviedo: abre una «boutique» de chocolate
LA VOZ DE OVIEDO
Se trata del nuevo proyecto empresarial de la asturiana Arancha Fernández, un negocio cuya idea se gestó en un viaje de novios. Años después, la repostera acaba de convertir en realidad ese sueño. Ha inaugurado en la capital asturiana un local en el que prepara y vende unos dulces que encandilan el paladar de cualquiera
31 ene 2024 . Actualizado a las 09:34 h.El olor a galleta, a un bizcocho recién horneado o el aroma que se desprende al fundir cacao embriagaba cada mañana la casa de Arancha Fernández Briz. A su madre le encantaba hacer postres y se pasaba horas en la cocina preparando platos con los que endulzar aún más si cabía la vida de sus familiares. Una pasión que, aun siendo una cría, heredó esta mierense. Recuerda que desde bien pequeña ya echaba una mano a su progenitora siempre que podía. Usaba hasta los fascículos de cocina para jugar. Cada vez se sentía más atraída por la repostería, hasta el punto de soñar con tener su propio obrador. Un deseo que acaba de convertir en realidad al abrir las puertas de una boutique de chocolate en pleno centro de Oviedo.
Bajo el nombre de Briz, en honor a su abuelo materno, quien ha sido una figura muy importante en su vida, en esta tienda cuyo obrador está a la vista de todos Arancha no solo seguirá desarrollándose profesionalmente, sino que podrá crear todas aquellas elaboraciones dulces que se le antojen. «Cuando trabajas para otra persona al final haces lo que te pide, pero aquí realmente puedo hacer lo que quiero», asegura la repostera, quien no cabe en sí en su gozo. Y no es de extrañar, puesto que, al fin y al cabo, este es su primer emprendimiento empresarial, un negocio cuya idea se gestó en un viaje de novios.
A diferencia de otros compañeros del sector, Arancha no pasó por una escuela de pastelería «al uso». Aprendió el oficio y a dominar las técnicas en la archiconocida confitería de Mieres, La Flor de Cacao, donde empezó a trabajar siendo todavía una adolescente. En este obrador, donde se empleó hasta que se convirtió en su propia jefa, la mierense recibió la formación correspondiente. Para seguir renovándose y actualizando los conocimientos, realizó varios cursos del gremio y siempre que podía acudía a ponencias y masterclass.
Hacía también algún que otro viaje para poder «empaparse» de la tradición repostera de otras ciudades y países del mundo. Conseguía así nutrirse de vivencias y aprendizajes que le permitían crecer tanto personal como profesionalmente hablando. A medida que iba conociendo pastelerías y confiterías, en su cabeza iba germinando la idea de tener su propio obrador. Un propósito que floreció en el viaje que hizo a París en el 2016, en compañía de Ricardo, su actual pareja. En la capital francesa, cuna de la alta pastelería, la mierense empezó a soñar con los ojos abiertos, con que tenía su propio espacio donde dar rienda suelta a su creatividad. Pero no fue hasta este año cuando consiguió convertir en realidad ese sueño.
Por casualidades de la vida, le «surgió la oportunidad» de arrendar el bajo número 3 de la calle Magdalena de Oviedo. Un espacio donde antiguamente se albergaba la Confitería Niza, «impulsora de la tradición pastelera en la ciudad». Sin pensárselo ni un instante y más sabiendo la historia del local, Arancha decidió darle un buen lavado de cara al mismo para albergar en él una tienda donde, además de hacer sus propias elaboraciones, exhibiría y vendería las mismas.
Con la ayuda de su pareja pintó techos y paredes, montó estanterías, colgó cuadros y hasta restauró unos muebles que a día de hoy son los mostradores. También su madre les echó una mano. Hizo artesanalmente los globos de colores que lucen en el escaparate y que llaman la atención de cualquier viandante. «Salvo la instalación eléctrica y la fontanería hicimos nosotros toda la reforma», asegura orgullosa la repostera. Y no es para menos porque ha conseguido que en este local se respire armonía.
A esta boutique de chocolate no le falta detalle. Incluso en la fachada lucen dos conchas en honor al Camino Primitivo, «que concretamente pasa por aquí delante». Cuentan además con un espacio para que los peregrinos puedan sellar la compostelana, así como un libro de firmas. Y por si fuera poco, el obrador está a la vista de todo el mundo. «Es algo que genera mucha confianza porque la gente puede ver lo que estoy haciendo», asegura.
Sirviéndose de «uno de los mejores chocolates que hay en Europa», el de Valrhona, Arancha prepara con sumo cariño y cuidado todo tipo de dulces. Desde bombones hasta frutos secos bañados en cacao, pasando por los productos de bollería, como pueden ser las palmeras o los cruasanes rellenos de mascarpone, fresa o de pistacho. No faltan tampoco las pastas florentinas, ni las galletas con chocolate rellenas de caramelo que llevan por nombre Niza en honor a los orígenes de la tienda.
Prepara además pasteles clásicos como el de hojaldre o el petisú y también elabora semifríos de cualquier sabor. De cereza y pistacho, de arroz con leche, de avellana caramelizada, de piña colada o de mandarina. Cuenta incluso con una versión propia del tradicional Tatín de manzana y realiza tartas por encargo. «Hago también los típicos números de cumpleaños», apunta. Y por si hubiese alguna duda vende también tabletas y coberturas de chocolate.
Para poder dar salida a cada uno de estos dulces productos, cuenta con la ayuda de su hijo Pablo Baragaño y de su cuñada Maite Onís, quienes se encargan de atender con la mejor sonrisa y la mayor profesionalidad posible a todo aquel que pone un pie en esta boutique donde el aroma a chocolate inunda toda la estancia. De igual modo, su pareja Ricardo siempre que puede le echa una mano en la organización de la tienda y con todo lo que tiene que ver con las gestión de las redes sociales de Briz.
Aunque se pasa la mayor parte del tiempo en el obrador, la repostera siempre que puede baja hasta la tienda para poder hablar personalmente con sus clientes y explicarles cómo hace las elaboraciones. «Eso ayuda mucho a la hora de vender», dice. También lo hace porque le gusta conocer de primera mano las opiniones de los consumidores.
No lleva ni una semana abierta y a esta boutique de chocolate no dejan de entrar y salir clientes. «Está siendo maravillosa la acogida. Me está sorprendiendo mucho la gente del barrio. Tanto los vecinos como los comerciantes del alrededor vienen por aquí para darnos la enhorabuena y la bienvenida», confiesa orgullosa y agradecida a partes iguales. Un obrador en el que Arancha seguirá creciendo y aprendiendo profesionalmente. Y seguramente, más pronto que tarde, se convertirá en el lugar de peregrinaje de los amantes del dulce.