El Viescu, la finca que da vida al Monte Naranco: «Esto te carga de energía. Es una gozada de sitio»

Cristina Centeno
Cristina Centeno REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Labores para hacer uno de los bancales de los huertos.
Labores para hacer uno de los bancales de los huertos.

La asociación cuenta con una parcela entre el parque Purificación Tomás y la parroquia de Ules en la que desarrollan un proyecto basado en la reforestación, las actividades socioculturales y la soberanía alimentaria, con huertos urbanos abiertos a todo el que quiera cultivar sus propios alimentos. Nacieron para impulsar un anillo verde en Oviedo y enfrentarse a la Ronda Norte

19 nov 2023 . Actualizado a las 10:09 h.

A escasos metros de los últimos bloques de viviendas de Oviedo se abre paso la vida rural. El verde toma protagonismo en cuanto comenzamos a alejarnos de la ciudad. No hace falta ir lejos para encontrar a la naturaleza en su pleno esplendor. Basta con mirar arriba, localizar el monte Naranco y echar a andar. Son muchos los ovetenses enamorados de esta zona, y no es para menos. La paz y el silencio están garantizados entre vacas, ovejas y hasta una pareja de burros. En la parte baja, los turistas que visitan cada día los monumentos prerrománicos contrastan con la intensa actividad agrícola y ganadera unos pasos más allá. Aunque todavía con la herida abierta que dejó el grave incendio del pasado mes de marzo, el espacio está repleto de vida. Protegerlo es el afán de muchas de las personas que a diario lo recorren o residen en su falda. 

En medio de esta inmensidad, en una parcela de 3.500 metros cuadrados situada entre el parque Purificación Tomás y la parroquia de Ules, se ha asentado una asociación que busca defender este monte, contribuir en su reforestación y promover la soberanía alimentaria. El Viescu, como la han bautizado haciendo referencia al «pequeño bosque» en asturiano, pretende poner su «granito de arena» para salvar el Naranco y apoyar la generación de un anillo verde en Oviedo. Esos dos motivos impulsaron su creación hace dos años. 

Una de las «folixas» celebradas en la parcela del Viescu.
Una de las «folixas» celebradas en la parcela del Viescu. Kaila San Fabián

Isabel Suárez, Kaila San Fabián y Nacho Fernández del Páramo son sus fundadores. «Nacho llevaba rumiando esto una temporada y su mayor inspiración viene de los anillos verdes de las ciudades, algo perfecto para Oviedo. Se refiere a la zona verde que rodea la ciudad y que puede tener un uso tanto agropecuario como de aprovechamiento, para hacer actividades deportivas o de ocio, donde pueda ir todo el mundo y que esté a mano», explica Isabel Suárez, presidenta de la asociación El Viescu

Por otra parte, se encuentra la motivación de salvar el Naranco. ¿De qué? Isabel Suárez cree que hace unos años, «más que salvarlo, habría que cuidarlo», pero en la actualidad la proyección de una Ronda Norte hace que sea necesario, a su juicio, crear una oposición firme. «Entiendo que hay un problema de circulación de los coches en determinados barrios de la ciudad; no se puede negar la evidencia. Pero lo que no se puede hacer es matar un mosquito a cañonazos. Hay propuestas alternativas y mucho más razonables que no suponen la agresión tremenda que sería hacer esa autovía», defiende, señalando la zona del monte a la que afectaría la infraestructura.

Confía en que nunca se llegue a hacer realidad, por su alto coste y «los peros» que ya han manifestado quienes apoyaban el plan. Pero teme «que empiecen a furacar» y la falta de presupuesto deje las obras convertidas en «una desgracia para el Naranco». Precisamente esta motivación empujó a la asociación El Viescu a comprar una finca en la zona por la que atravesaría la autovía. «Somos conscientes de que si la administración decide apropiarse del terreno, lo va a hacer, pero si llega el momento tendremos la capacidad de hacer ruido y llamar la atención para intentar frenarlo dentro de nuestras capacidades», afirma la presidenta.

Mientras tanto, y con la esperanza de que nunca se llegue a hacer realidad esa Ronda Norte, han conformado un proyecto basado en tres pilares: la soberanía alimentaria, la reforestación y la realización de actividades socioculturales. En ellas se divide una finca bastante llana y que cuenta con unas vistas privilegiadas sobre la ciudad y su entorno. Justo a la entrada se encuentra un tótem con los nombres de los colectivos y particulares que participaron en la campaña de micromecenazgo que realizaron para recaudar fondos con los que adecuar la parcela, que adquirió la propia asociación.

Taller de semilleros en la parcela del Viescu.
Taller de semilleros en la parcela del Viescu.

A la derecha se encuentra la parte sociocultural, donde hacen talleres, actividades culturales o sesiones educativas con escolares. Junto a la puerta tienen allanado el espacio que servirá para hacer un pequeño «centro social» en el que refugiarse de la lluvia. De momento, colocan palés a modo de asientos para los eventos y conforman mesas con los mismos materiales para los talleres. El youtuber asturiano Toni Jardón, de La Huertina de Toni, ha impartido alguno de ellos. También tiene una zona de hamacas para disfrutar de un respiro con vistas junto a un bancal dedicado a las semillas libres, ya que forman parte del proyecto Biltar para la conservación de diferentes variedades. En la parte alta, un pequeño lago artificial aspira a ser refugio de anfibios.

El apartado dedicado a la reforestación se encuentra junto a la sebe superior de la parcela. «Está casi toda puesta con arbustos autóctonos y procuramos poner de los que quedan pocos, como el laurel portugués», explica Isabel Suárez. En la franja más cercana hay árboles autóctonos. Esto de «los arbolinos» es la parte predilecta de la presidenta de la asociación El Viescu. Aunque todavía son pequeños, formarán un pequeño bosque en la parte alta del recinto. Para su cuidado tienen además dos invernaderos.

También pondrán una pumarada con dos especies de manzanos de sidra y otras tres de mesa, todas ellas «variedades que se están perdiendo porque son sensibles a plagas o no producen de forma masiva, por lo que son menos utilizadas», explica. Estos formarán parte del «bosque comestible» que están desarrollando en consonancia con la promoción de la soberanía alimentaria. Dentro de este objetivo de El Viescu se encuentran, además, los huertos urbanos. Parcelas de 30 metros cuadrados que alquilan por 30 euros al mes y son la principal fuente de financiación de la asociación.  

«Tienen agua, aperos, tenemos ahí compost y cuchu; incluso, si es la primera vez que haces esto, tenemos talleres que suelen ser gratuitos, y te podemos ayudar», admite Isabel Suárez. De hecho, añade: «La asociación en general, y la parte de los huertos en particular, es un proyecto muy colaborativo. Tú puedes decir a tu vecino de parcela que te vas de vacaciones y que lo cuide, o decirnos que te lo reguemos. Normalmente, si compramos plantones los repartimos entre quien los quiera o ayudamos a hacer los bancales». 

Isabel Suárez, presidenta de la asociación El Viescu, junto a María trabajando uno de los huertos.
Isabel Suárez, presidenta de la asociación El Viescu, junto a María trabajando uno de los huertos.

La propia asociación tiene una pequeña parcela para este fin; otras dos son de otros colectivos y el resto, particulares. En total tienen 19, aunque no todas están alquiladas. María es una de las que tiene su huerto en la finca de El Viescu. Nunca trabajó la tierra hasta que hace algo menos de un año decidió aprender. «Esto te carga de energía; yo, el día que subo, bajo nueva. Es una gozada. Empecé de cero y da gusto, porque te enseñan rápidamente. Ahora me llama la tierra y estoy feliz con lo que me sale. Eso de recogerlo y llevarlo a casa es una maravilla y el sitio, una gozada», presume, mientras planta unos puerros. También tiene acelgas, coles, plantas aromáticas que comparte con la vecina de huerto… Productos de temporada que van cambiando conforme a la época del año.

Con estos proyectos —los huertos y el bosque comestible— desde la asociación pretenden impulsar la soberanía alimentaria y crear conciencia. Para ello, también realizan diferentes actividades con escolares. «Una de las cosas que me encanta cuando vienen los niños aquí a la parcela es decirles que la leche viene de las vacas y las zanahorias vienen de la tierra. Que sean capaces de darse cuenta de lo importantes que son la agricultura y la ganadería», defiende Isabel Suárez. También ahondar en el significado de apostar por el consumo de productos locales y de temporada

Los huertos habilitados en la parcela del Viescu para su alquiler.
Los huertos habilitados en la parcela del Viescu para su alquiler.

El futuro de la asociación

Aunque El Viescu tiene su «hogar» en el Naranco, la presidenta admite que no descartan la idea de «crecer en otra dirección» para ir completando ese cinturón verde que motivó el nacimiento de la asociación. «Nuestro plan es pillar todo lo que podamos, pero es algo para lo que hay que tener mucha paciencia y dinero, porque con los huertos sacamos algo, pero las parcelas son caras», explica Isabel Suárez. En función de los terrenos que adquieran se podrán orientar a la reforestación, a la instalación de más huertos, a áreas de frutales o a otros usos.

Por el momento, y a corto plazo, tienen en mente reforestar una zona del Naranco afectada por los incendios del pasado mes de marzo con entre 500 y 600 árboles, un proyecto conjunto con otras asociaciones y que previsiblemente se hará realidad en primavera, a falta de los últimos permisos. 

¿Cómo colaborar?

Actualmente son más de una veintena de socios, asegura Isabel Suárez. Esa es, a su juicio, la mejor forma de colaborar con la asociación, porque «la unión hace la fuerza». Además, hay diferentes maneras de hacerse socio según las preferencias y la disponibilidad de cada uno. También se puede donar material o hacer donaciones económicas de manera puntual.

Una de las muchas opciones de financiación es adoptar un árbol.
Una de las muchas opciones de financiación es adoptar un árbol.

Entre las fórmulas más llamativas y curiosas está el proyecto «adopta un arbolín», que tiene diferentes versiones. Una persona puede adoptar un frutal por 20 euros al año y recoger de él todos los frutos que quiera, con lo que se pondrá además un cartel con su nombre. También se puede adoptar un árbol autóctono por 20 euros, pero una sola vez. Además, pretenden extender la iniciativa a la reforestación «dando las coordenadas GPS a quien adopte uno para que puedan ir a verlo cuando quieran», celebra.

Por otro lado, está el alquiler de los huertos y productos como camisetas y otros artículos que venden para financiarse. Asistir a las actividades y dar a conocer el proyecto entre el resto de los ovetenses es otra de las fórmulas con las que desde El Viescu pretenden seguir creciendo y llegar cada vez a más gente.