
El negocio que va por la tercera generación lleva más de medio siglo operando en la capital asturiana
16 ago 2023 . Actualizado a las 12:53 h.Gran parte de la historia de Oviedo se cuenta por sus negocios. Muchos de ellos no solo son testigos de cómo ha evolucionado la ciudad sino que además forman parte de la modernización de la misma. Un claro ejemplo lo encontramos en la Copistería Fueyo. El establecimiento situado en el bajo número 11 de la céntrica calle Cabo Noval ha sido el primer comercio de la capital asturiana dedicado a realizar copias idénticas de documentos. Y por si fuera poco, también es pionero en Asturias ya que cuando abrió sus puertas no había ningún comercio de estas características en la región.
Para conocer la historia de este emblemático negocio hay que remontarse a la primera mitad del siglo XX. Corría la década de los años 50 cuando el ovetense Joaquín Bernardo Fueyo decidió emprender e inauguró en su ciudad natal una copistería que llevaría por nombre el apellido familiar. Por aquel entonces se dedicaba a realizar por distintos pueblos asturianos las compulsiones de cualquier documento del Banco Herrero. En un momento dado, «vio la necesidad de hacer planos, ya que de aquella solo se podían hacer fuera de Asturias, y determinó abrir la misma», tal y como asegura su sobrina-nieta Belén Santianes, quien a día de hoy es la encargada de regentar el negocio.

Como para reproducir cualquier documento «el revelado tenía que hacerse al sol», la Copistería Fueyo operaba en un bajo de la calle Marqués de Santa Cruz que contaba con un patio. También en dicho local, disponían de un espacio dedicado a la venta de perfumes del cual la mujer de Bernardo Fueyo era la encargada. No fue hasta el momento en que se empezó a revelar con amoníaco cuando el matrimonio trasladó el negocio a un entresuelo de dicha vía ovetense. Además, en cuanto pudieron, compraron las primeras fotocopiadoras Xerográficas con las que duplicaban documentos en cuestión de segundos.
Al contar con la última tecnología, ofrecer un novedoso servicio con una buena relación calidad-precio y además con el mejor trato posible, poco a poco la Copistería Fueyo fue ampliando y consolidando la cartera de clientes. Cada vez más personas se pasaban por allí para realizar cualquier fotocopia, encuadernar un libro, revelar una fotografía o hacer un encargo de mayor calibre. El negocio iba viento en popa, y eso que con el paso de los años comenzaba a tener más competencia, ya que en la región afloraban comercios similares.

No fue hasta la crisis del 2008 cuando «desaparecieron el 80% de los arquitectos y por tanto la principal clientela de la copistería se perdió», tal y como señala Belén Santianes. En ese momento, «tuvimos que bajar a la calle para buscar consumidores y decidimos trasladar el negocio a la calle Cabo Noval», cuenta antes de señalar que en el momento en que su tío-abuelo se jubiló la tienda pasó a manos de su padre, Alejandro Santianes, y después a ella, quien comenzó a echar una mano en la misma con tan solo 14 años.
La Copistería Fueyo ofrece un amplio servicio
Desde entonces, Belén Santianes es la encargada de imprimir, encuadernar o escanear cualquier documento. Además realiza invitaciones de boda y comuniones, entre otros eventos, aparte de restaurar fotografías antiguas. «Hago un poco de todo, ya que cada cliente me pide una cosa diferente», resalta la ovetense. Al fin y al cabo, la Copistería Fueyo cuenta con una clientela que va desde «jóvenes que vienen aquí para imprimir los apuntes hasta mayores que apenas saben utilizar el móvil y necesitan que les envíe un email».

Tal es el buen hacer que los clientes siempre vuelven a la Copistería Fueyo. «Son ya tres o cuatro las generaciones que siguen viniendo. Son casi como amigos. Además, aunque estoy sola y por tanto si enfermo tengo que cerrar sí o sí la tienda, esperan a que esté bien para venir a hacer cualquier fotocopia o lo que sea», reconoce agradecida y orgullosa a partes iguales Belén Santianes, ya que gracias a esa fiel clientela ha conseguido sortear las crisis económicas que se han ido sucediendo en los últimos años.
«No puede ser que una fotocopia sea un artículo de lujo»
«No solo nos subió el precio de la luz sino también el papel que ahora cuesta el doble. Pero bueno intento que no repercuta mucho porque no puede ser que una fotocopia sea un artículo de lujo. Ni una ni diez ni mil. Intento mantener los precios y que además sean asequibles. No se pueden subir mucho ni bajarlos como en otros copisterías que no sabes de dónde sacar los márgenes», señala y prosigue con que las tiendas que dan su mismo servicio pero de forma online le han afectado en cierta medida. Sin embargo, no suponen una gran amenaza para ella ya que el trabajo que ofrece no tiene ni punto de comparación. «Tengo clientes que encargaron las invitaciones de boda por internet y tuvieron que venir para que se las hiciese yo aquí», destaca.
Si hablamos de planes de futuro, Belén Santianes espera poder jubilarse en la copistería. De momento, al igual que en Casa Cundo, no habrá relevo generacional y por tanto no sabe si será ella quien pondrá el punto y final a la historia del negocio familiar. Hasta que eso ocurra, seguirá atendiendo a los clientes de la mejor manera posible y se mantendrá expectante a cómo evoluciona el sector, tanto técnica como tecnológicamente hablando. «Aquí nunca se sabe porque pasa de ser todo digital a de repente necesitar un papel porque es más fiable y tiene una mayor validez, y eso que decían que iba a desaparecer», resalta y manifiesta que lo importante es seguir aguantando.