Carmen Ureta se jubila después de dedicar media vida a arreglar ropa en Oviedo

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Imagen de archivo de una máquina de coser
Imagen de archivo de una máquina de coser PIXABAY

La costurera pone fin a su carrera laboral y busca a alguien para que coja las riendas del taller que tiene en la capital asturiana

21 jul 2023 . Actualizado a las 09:42 h.

Después de casi medio siglo arreglando y confeccionando ropa, la ovetense Carmen Ureta pone fin a su carrera profesional. La costurera ha decidido adelantar dos años su jubilación y por tanto cerrará el taller que tiene en el bajo número 9 de la Avenida del Cristo de las Cadenas en Oviedo. Será el próximo lunes día 31 de julio cuando baje las persianas de su tienda para poder disfrutar del ansiado y más que merecido retiro. Mientras tanto seguirá atendiendo a aquellas clientas que son ya un miembro más de la familia e intentará traspasar el negocio para que este siga dando servicio a la capital asturiana.

Desde que se adentró en este sector con tan solo 17 años, por sus manos han pasado infinidad de vestidos, camisas e incluso algún que otro traje, entre otra vestimenta. Con la ayuda de una aguja o de su máquina de coser y portando siempre un dedal, la ovetense ha dedicado más de la mitad de su vida a acortar pantalones, estrechar o ensanchar faldas, aparte de sustituir cremalleras, coser botones o incluso confeccionar prendas desde cero.

Desde su taller situado en la Avenida del Cristo de las Cadenas, la ovetense Carmen Ureta arreglaba todo tipo de prendas de ropa
Desde su taller situado en la Avenida del Cristo de las Cadenas, la ovetense Carmen Ureta arreglaba todo tipo de prendas de ropa

A día de hoy, a sus 63 años, domina a la perfección y mantiene con vida este oficio que aprendió en Cataluña. Como no encontraba trabajo en Asturias, una joven Carmen decidió mudarse a Barcelona, donde su tía regentaba un taller de costura. Allí conoció las técnicas de este trabajo artesanal y a los ochos meses fue contratada en una fábrica textil, lugar en el que ejerció la profesión durante dos años. En el momento que cumplió la veintena y tras contraer matrimonio decidió regresar a su tierra natal.

Una vez en Asturias, Carmen Ureta se empleó en distintos talleres hasta que en el año 2008 apostó por abrir en Oviedo las puertas de su propia tienda de arreglos que lleva su mismo nombre. Por aquel entonces, aunque en la ciudad había varios negocios similares, «los pocos que había estaban siempre en los polígonos y para acudir a ellos desde donde yo vivo era complicado». Esa situación sumada a la pasión que siente la ovetense por el oficio la llevó a emprender.

Una amplia y fiel cartera de clientes

Aunque al igual que todos los comienzos resultan difíciles, gracias a su buen hacer, Carmen Ureta no solo logró aumentar su cartera de clientes hasta consolidar la misma sino que también consiguió que su taller se convirtiese en un referente de la capital asturiana. Lo cierto es que a su tienda acuden tanto individuos de 14 o 15 años como personas de «90 y tantos». Además la mayoría de ellos, cada vez que necesitan arreglar una prenda de vestir acuden a ella. «Tengo consumidores que no son fijos sino fijísimos. Conozco a todos por los nombres y cuando entran por la puerta ya sé casi lo que quieren», asegura orgullosa y agradecida a partes iguales.

En este punto, la costurera detalla que la gente joven suele solicitar arreglos pequeños como cortar un vestido, ajustar el mismo o arreglar una cremallera. En cambio, los individuos con cierta edad reclaman un mayor servicio. «Las personas mayores tienen ropa de calidad y como los cuerpos van cambiando hay que adaptarla a los mismos. Además suelen tener trajes que a día de hoy o no los encuentras o tienen un precio que no se pueden costear, entonces prefieren venir aquí para que los arregle», detalla.

Interior del taller de costura de Carmen Ureta. La ovetense se jubila después de 46 años dedicada al oficio
Interior del taller de costura de Carmen Ureta. La ovetense se jubila después de 46 años dedicada al oficio

De hecho, sin ir más lejos, hace unos días a su taller acudió una señora con 26 pantalones de traje, todos ellos de marca. «Quería que se los ajustase porque le quedaban pequeños de cintura y estaba dispuesta a pagar lo que sea porque le salía más rentable traerlos aquí. Solo comprar un traje le costaba 300 o más, mientras que por ese precio tenía 26 ya que las chaquetillas le valían perfectamente y en total pagó unos 400 euros», cuenta Carmen Ureta.

«La juventud española quiere estudiar diseño pero no quiere coser»

Cada uno de esos encargos hace que el taller de costura de Carmen Ureta sea «más que rentable». Sin embargo, el problema están en que «hoy en día no hay modistas, ya no quedan». «La juventud española quiere estudiar diseño pero no quiere coser. Es más, quienes tienen que presentar un muestrario al terminar la carrera en vez de hacerlo ellos mismos, lo que hacen es cortar y llevarlo a un taller para que se lo hagan. Entonces, el oficio en vez de evolucionar ha ido para atrás». Además, por si fuera poco, «el nivel de enseñanza que dan en los Institutos no fomenta el oficio».

Bajo esta premisa, Carmen Ureta cuenta que durante tres meses tuvo en su taller a una chica en prácticas que había estudiado Corte y Confección. Pese a que la joven se empleó durante poco tiempo para aprender el oficio, tal era su torpeza que la ovetense acabó «desesperada». «Yo soy muy perfeccionista y cuando empezó le dije que iba a tener que hacer y deshacer las cosas las veces que hiciese falta para que quedase todo perfecto. Pero no había manera. Sí hacía una costura que estaba torcida, en vez de quitarla ponía otra encima y así con todo hasta que harté. Bastante trabajo tenía como para encima tener que estar controlando lo que hiciese y en condiciones, y eso que nunca le permití trabajar con ropa de mis clientas», rememora.

Es por ello que a la costurera no le está resultando nada fácil encontrar a alguien para efectuar el traspaso de su taller. Aunque sí que es cierto que ya le han preguntado varias personas para coger las riendas del mismo. Mientras que se decide y no, ya cuenta los días para disfrutar de la jubilación. «No sé si me dará pena o no cerrar, ahora mismo lo que tengo son ganas de terminar. Son muchos años y ya estoy cansada», confiesa Carmen Ureta, antes de señalar que los clientes sí que tienen sentimientos encontrados. «Aunque ya no me traen nada para arreglar, pasan por aquí para despedirse y desearme que me vaya todo muy bien, algunos incluso me traen algún regalo como recuerdo», señala agradecida.

Nada más que ponga fin a su carrera laboral, como «por desgracia» no tiene progenitores ni tampoco hijos, la ovetense dedicará su tiempo a disfrutar la vida «al máximo posible», junto con su marido quien ya está jubilado. Por el momento, «ya tengo sacados los billetes para pasar las Navidades con mi familia, hace 37 años que no la paso con mis hermanos porque viven fuera de Asturias y para el año que viene, en mayo iremos a Estados Unidos donde estaremos un mes conociendo el país», asegura.