Los porteros resisten en Oviedo: «Es un servicio muy personal y creas vínculos con los vecinos»

LA VOZ DE OVIEDO

En la zona centro se encuentran la gran mayoría de edificios con un servicio que parece en vías de extinción por motivos económicos pero al que siguen llegando trabajadores jóvenes que mantienen la esperanza
03 ago 2023 . Actualizado a las 11:50 h.Limpiar las escaleras. Vigilar el edificio. Recoger la basura. Recibir paquetes. Cambiar una bombilla. Guardar las llaves del vecino que se va de vacaciones. Llamar a mantenimiento. Abrir la sala de calderas. Hasta cuidar el jardín y la piscina en caso de haberlos. Esas son solo algunas de las tareas de las que se encargan los empleados de fincas urbanas, figuras popularmente conocidas como porteros o conserjes que resisten en decenas de edificios de Oviedo pese a que la profesión parece estar en vías de extinción. Pero entre todos estos servicios, el que consideran «más importante» es el individual y personalizado a cada uno de los propietarios e inquilinos del inmueble.
Así lo confirma Rubén Silva, quien lleva más de dos décadas como portero de una comunidad de la calle Foncalada compuesta por tres edificios y 85 viviendas. Él es portero —y no conserje—, porque tiene a su disposición una vivienda en el mismo inmueble y reside en ella. Además, es presidente de la Asociación de empleados de fincas urbanas del Principado de Asturias (Aefupa), un pequeño sindicato que aglutina a un centenar de trabajadores del sector de toda la región, compuesto en total por cerca de medio millar de personas.
«Te encargas un poco de todo, lo que busca la gente es una persona de confianza que está siempre que la necesitas», subraya Silva antes de reconocer que el paso del tiempo hace que estos profesionales se conviertan en uno más del vecindario. En definitiva, «creas vínculos personales que traspasan esa relación entre empresario y trabajador habitual», admite.
Sin embargo, y pese a la importancia que a su juicio tiene la figura del portero, especialmente en las comunidades de vecinos de mayor tamaño, reconoce que cada vez más se prescinde de ellos. El motivo principal es económico. «Es una profesión en peligro de extinción por una cuestión económica, simplemente», destaca. Hoy por hoy, muchas comunidades de vecinos buscan aminorar gastos, para lo que sustituyen este servicio por un contrato de unas horas a una empresa de limpieza, aunque «no hay color», lamenta Silva.

En la misma línea, el vicepresidente del Colegio de Administradores de Fincas de Asturias, Juan Carlos Bachiller, reconoce que en muchas comunidades de vecinos, cuando el portero se jubila, optan por otra fórmula en lugar de buscar el mismo perfil. El servicio es «mucho menos integral», admite, pero la mayor parte de los propietarios «lo que quieren es aminorar los costes».
En Oviedo, la zona centro es la que más edificios con portero aglutina, «como pasa en todas las ciudades», apunta Rubén Silva. Sin embargo, también existen profesionales en otras áreas, principalmente en comunidades grandes que tienen «muchos elementos comunes» como jardín, piscina, gimnasio o pistas deportivas, explica Bachiller. «No estamos necesariamente en la zonas de mayor poder adquisitivo, aunque ese sí es un factor en edificios de pocas viviendas donde el coste sí se nota. Pero si hay 80 viviendas, el gasto a nivel individual es muchísimo menor. Por eso, saliendo de la zona centro hay comunidades grandes que o bien mantienen la figura porque siempre la tuvieron y la valoran, o bien son tantos propietarios que el coste es asumible», detalla el presidente de Aefupa.
Para Silva, el servicio que ofrece un portero o conserje —aunque el último no viva en el edificio— es «muchísimo más completo que el de una empresa de limpieza», aunque esa sustitución parece ser la tendencia dominante. Pese a ello, mira con esperanza el mantenimiento de esta figura en edificios de Oviedo a los que han entrado nuevos profesionales «de veintipocos años». «Hay comunidades que buscan proyección de futuro y contratan a una persona joven que puede estar con ellos 20 o 30 años», asegura.

Para conseguir esa permanencia, desde el sindicato buscan «estabilidad» entre las condiciones laborales de los trabajadores y el coste que suponen para las comunidades de vecinos. Su principal reclamación es volver a firmar un convenio colectivo que finalizó en el 2021 y en cuya negociación «hubo discrepancias con UGT y la patronal», apunta Rubén Silva. Ellos apuestan por una subida salarial progresiva para garantizar la «seguridad» de los puestos de trabajo y que el salario no sea «una carga exagerada para las empresas», que en estos casos son las propias comunidades.
El recurso de la vivienda del portero
Otra de las fórmulas que se han venido utilizando en los últimos años por parte de los inmuebles que contaban con una vivienda reservada para el portero es cambiar su figura por la de un conserje o externalizar el servicio a una empresa de limpieza para así aprovechar como recurso económico ese piso. El inmueble es propiedad de la comunidad y suele estar dentro de los elementos comunes del edificio, por lo que «en el momento que desaparece el portero pueden venderla por unanimidad de todos los propietarios o alquilarla con el voto a favor de tres quintas partes, con lo cual, la comunidad pasaría a tener unos ingresos extraordinarios, una tendencia que se viene notando desde hace tiempo», confirma Juan Carlos Bachiller.
Para acceder al sector funciona mucho el «boca a boca» y llega habitualmente gente recomendada por vecinos o incluso personas para las que el oficio ha pasado de generación en generación. «Yo entré porque en los años anteriores a jubilarse el portero que estaba, le hice las vacaciones. Cuando se jubiló hicieron una selección de personal y me cogieron a mí», cuenta Rubén Silva, admitiendo que los contratos se hacen en la gran mayoría de los casos «por cercanía».