Bar Ortea, así era el clásico local de Tudela Veguín que puso en marcha un indiano hace 100 años

LA VOZ DE OVIEDO

Entrada del bar Ortea. El local lleva tres años cerrado y forma parte de la historia de Tudela Veguín
Entrada del bar Ortea. El local lleva tres años cerrado y forma parte de la historia de Tudela Veguín

El establecimiento, que ha visto pasar generaciones y generaciones, abrió sus puertas en 1923 y durante casi un siglo se convirtió en lugar de encuentro de muchos tudelanos

18 jun 2023 . Actualizado a las 11:54 h.

Seguro que si te encuentras con algún vecino de Tudela Veguín y le preguntas por el bar Ortea o simplemente mencionas el nombre de este establecimiento situado en este pueblo de la parroquia de Box, en Oviedo, se le encoge un poco el corazón. No es para menos, puesto que se le vendrán muchos recuerdos de lo vivido en este local que ha visto pasar generaciones de padres e hijos y que, de no ser por la pandemia de coronavirus, cumpliría este año su 100º aniversario. «La pena es que no llegamos a ellos», lamenta su propietario Ángel Rodríguez, quien en el 2020 decidió jubilarse y, por tanto, bajar para siempre las persianas de este local cuya estética era similar a los casinos de los años 20.

El origen de este clásico bar, que ya forma parte de la historia de Tudela Veguín, va de la mano de un indiano, «al igual que muchos negocios asturianos». Corría el año 1910 cuando el abuelo de Ángel Rodríguez, oriundo de dicha localidad ovetense, puso rumbo a Arizona en busca de un trabajo, aunque finalmente terminó en California. Después de un tiempo en esta localidad estadounidense decidió volver a Asturias para buscar a su mujer y su hijo con el objetivo de llevárselos de vuelta con él. «Allí se encontraba bien y ya había hecho cuatro perras». Sin embargo, tras regresar a su tierra natal, su madre cayó enferma y, por tanto, como lo primero es lo primero, se quedó para cuidarla.

El abuelo de Ángel Rodríguez Ortea fue el fundador de bar Ortea
El abuelo de Ángel Rodríguez Ortea fue el fundador de bar Ortea

Aquí, en su pueblo, con lo «poco» que había ganado en Estados Unidos, en 1923 puso en marcha nada más y nada menos que tres negocios que pasados los años heredaron sus hijos. Por un lado, inauguró el bar Ortea y, por otro, una sala de fiestas «que tuvo mucho éxito en aquella época hasta que nació el de Barros, que acabó con los bailes tradicionales». También abrió las puertas de una tienda de ultramarinos.

Tras el fallecimiento del abuelo de Ángel Rodríguez, fueron los progenitores de éste quienes se pusieron al frente de dichos negocios. No fue hasta que murió su padre en el año 90 cuando pasó a sus manos y, por tanto, empezó a trabajar en el mismo, ya que, aunque se había criado en el bar y de vez en cuando echaba una mano, todo ese tiempo lo había dedicado a estudiar.

El hostelero Ángel Rodríguez Ortea, junto con su mujer la guisandera María Josefa Casal, más conocida como Chefi
El hostelero Ángel Rodríguez Ortea, junto con su mujer la guisandera María Josefa Casal, más conocida como Chefi

En ese momento, «mi mujer, Chefi, y yo empezamos a gestionar las cosas de otra manera, porque la vida en el pueblo cambió muchísimo», asegura el hostelero. Bajo esta premisa, Ángel Rodríguez cuenta: «Cuando mis padres llevaban el negocio, había mucha vida en Tudela Veguín, ya que había cantidad de industria». Sin embargo, añade: «En los años 60, cuando empezó a cerrar todo fue un decaimiento total, bajó la población, el poder adquisitivo… Y no te quiero contar cuando abrieron la nueva carretera, ahí el pueblo dejó de ser lugar de paso de Campo Caso a Oviedo».

Para hacer frente a esta situación y mantener vivo el negocio familiar, Ángel Rodríguez y su mujer, Chefi, apostaron por ofrecer una comida casera y tradicional, que recordaba a la que preparaban las tan queridas abuelas. «Queríamos que la gente de fuera, de la ciudad, viniese a comer aquí, al pueblo», resalta. De todos los platos de cuchara que se servían en el bar Ortea destacaban, sin lugar a dudas, la fabada y el pote. También la merluza en salsa verde y las albóndigas de pixín eran otras especialidades. Y, por supuesto, las cebollas rellenas, con las que quedaron segundos en el concurso que se celebra en El Entrego, tenían una gran demanda.

Vista del comedor de bar Ortea
Vista del comedor de bar Ortea

Paralelamente, remodelaron las instalaciones. «Como al lado del bar teníamos una casa que durante años funcionó como pensión —porque en aquella época Tudela Veguín tenía 3.000 y pico habitantes, mucha vida y comercio—, los viajantes venían como podían y se pasaban dos o tres días vendiendo por los negocios. Entonces, esa vivienda anexa y lo que eran trasteros, almacenes y demás lo convertimos en comedores, porque al final nos enfocamos al servicio de comida», detalla Ángel Rodríguez.

De esta manera, el matrimonio consiguió aumentar y consolidar la cartera de clientes del bar Ortea. «Aquí, aparte de la gente del pueblo, venían muchas personas de fuera y, además, lo hacían con frecuencia», asegura Rodríguez. Aparte, con el objeto de acercar su comida a la población asturiana, abrieron en el año 2017 un restaurante en Oviedo. Situado en la calle del Peso y bautizado con el nombre de L'Ayalga, este, a día de hoy, se traspasa tras jubilarse la guisandera.

A caballo entre Tudela Veguín y la capital asturiana, Ángel y Chefi aguantaron todo tipo de crisis, hasta que llegó la pandemia del coronavirus y con ella el cierre del bar Ortea. «Mi mujer me decía que no podíamos seguir con él, así que cerramos y apostamos por L'Ayalga, que era donde teníamos más posibilidades de hacer negocio. Yo aproveché para jubilarme y, a partir de ahí, me centré en hacer toda la publicidad del restaurante de Oviedo, porque sabía que el boca a boca funcionaba, pero vi que las redes sociales tenían un tirón mayor», asegura el hostelero.

Interior del bar Ortea cuando estaba abierto. Detrás de la barra figuran Ángel Rodríguez y Chefi
Interior del bar Ortea cuando estaba abierto. Detrás de la barra figuran Ángel Rodríguez y Chefi

La noticia del cierre del bar Ortea cayó como un jarro de agua fría entre los clientes, que más que consumidores ya eran considerados como miembros de la familia. «Era como que los echabas y se enfadaron muchísimo. Me decían: “Nos dejaste en la calle, con lo bien que estábamos aquí”, pero claro, la vida es la vida, y el negocio es el negocio», asegura el hostelero, antes de señalar que en ese momento también bajaron las persianas otros bares, así como la panadería y la sucursal bancaria.

«Mi idea era tenerlo abierto hasta cumplir los 100 años, pero la pandemia acabó con todo», lamenta Ángel Rodríguez, quien en la medida de lo posible mantiene acondicionado el bar «para que no quede abandonado». Además, como está acostumbrado a tratar y relacionarse con la gente y su mujer a cocinar, ya que «lleva haciéndolo toda la vida», tomaron una determinación. «Hicimos una especie de club gastronómico y, de vez en cuando, nos juntamos la familia y amigos en el bar y hacemos una comida», explica.

Cuando eso ocurre y la gente del pueblo ve abiertas las puertas del bar Ortea, se produce siempre la misma situación. «Rápidamente vienen a preguntarnos si volvemos a abrir», cuenta Ángel Rodríguez. «Tienen esperanza, pero no va a ser posible. No va a haber ni siquiera relevo generacional, porque quien está en la hostelería no quiere que sus hijos se dediquen a ello. Es ingrato», reconoce. Ahora, tanto él como Chefi solo piensan en disfrutar de la jubilación. «Mientras la salud nos acompañe, intentaremos aprovechar todo el tiempo posible», resalta.