La Malatería, un edificio con más de 800 años de historia en Oviedo

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Vista de La Malatería, en el barrio de San Lázaro
Vista de La Malatería, en el barrio de San Lázaro TOMÁS MUGUETA

Este complejo que ha dado nombre al barrio lleva una década sin actividad y los vecinos claman para impedir su derribo y mantener así el uso que siempre tuvo

24 nov 2023 . Actualizado a las 11:11 h.

Oviedo tiene mucha historia y gran parte de ella se cuenta por sus edificios. Uno de los mas antiguos es La Malatería. Ubicada en el barrio de San Lázaro, se trata de la institución sanitaria más antigua de Asturias, «y posiblemente de España». Aunque lleva más de una década cerrado, este complejo en el que se acogían a ancianos y enfermos (de aquella se llamaban «malatos», de ahí el nombre) desamparados puede presumir de contar con 800 años de actividad casi ininterrumpida. Una edificación que nunca cambió de sitio ni tampoco perdió su carácter hospitalario; sin embargo, sí que tuvo diferentes nombres en sus primeros siglos.También en los últimos tiempos tuvo distinta finalidad.

Aunque el actual edificio data del año 1929, el origen de esta Casa de la Caridad se remonta al siglo XII, puesto que en ese mismo emplazamiento ya en el año 1146 existía un hospital de leprosos, tal y como recoge Tolivar Faes en su obra Hospitales de Leprosos en Asturias. En un primer momento, esa malatería era conocida como «Santa María de Cervielles», hasta que en el año 1235, en un documento de venta, aparece bajo la advocación de San Lázaro, «una denominación que dará más adelante nombre al barrio». Dichos topónimos coexisten al menos hasta el siglo XV, momento en el que empieza a llamarse «Entrecaminos». Un nombre que es utilizado hasta principios del siglo XVI, puesto que, a partir de ese momento, el edificio empieza a denominarse con el simple apelativo de San Lázaro.

Puerta de entrada a La Malatería de San Lázaro
Puerta de entrada a La Malatería de San Lázaro TOMÁS MUGUETA

Desde entonces, el nombre no ha cambiado y a día de hoy es el que se conserva. Lo que sí ha evolucionado ha sido, como decíamos, su actividad. Desde sus inicios el edificio era un centro hospitalario en el que se albergaban enfermos de lepra de ambos sexos. «La prueba terminante más antigua de dicha actividad nos la da un documento de agosto de 1251», según Tolivar Faes, pues en él se menciona a una «malata (enferma) de Cervielles», «siendo la más antigua que conocemos». 

De esta manera, «los malatos ya disponían en aquel tiempo de una leprosería próxima a la ciudad», asegura Tolivar Faes, quien afirma que estos «tenían que gozar de una libertad mucho mayor que la que tradicionalmente se les venía dando en todo el mundo». No obstante, en el año 1274, en el concejo de Oviedo se estableció una orden por la que se prohibía la entrada de leprosos, puesto que estaba extendida la idea de que estos podían contaminar las aguas. Una premisa que «queda patente en el nombre de Gafo con que aún se designa el riachuelo que pasa al pie de la malatería».

Cuando en el siglo XV el ayuntamiento de Oviedo se hizo cargo de la gestión de La Malatería, aparte de nombrar al administrador del hospital, estableció como requisito que los leprosos que estuviesen internos debían ser vecinos del concejo. Además, «a ninguno se les podía cobrar propina alguna a su entrada». Por el contrario, los enfermos sí que debían recibir 73 reales y medio de donativo por Navidad y otro tanto por San Juan, tal y como apunta Tolivar Faes en su obra.

Una fotografía antigua del Río Gafo. Al fondo, el edificio de La Malatería a cuyos pies pasa el riachuelo. (La instantánea pertenece a la obra de Tolivar Faes llamada« Hospitales de leprosos en Asturias durante las Edades Media y Moderna»
Una fotografía antigua del Río Gafo. Al fondo, el edificio de La Malatería a cuyos pies pasa el riachuelo. (La instantánea pertenece a la obra de Tolivar Faes llamada« Hospitales de leprosos en Asturias durante las Edades Media y Moderna»

En el caso de que los enfermos «hacendados» quisieran abandonar la malatería para evitar el contagio, podían hacerlo «siempre que no se les dé la limosna ordinaria». De la misma manera, pero en este caso para impedir que los leprosos anduviesen por la calle y por ende propagando la enfermedad por el concejo, se les ofrecía la posibilidad de «tener una criada» para que esta fuese la encargada de pedir la limosna que ellos solían suplicar, les sirviese y les llevase el agua.

Cada uno de ellos, antes de ser ingresado, debía pasar un reconocimiento médico que tenía que acreditar «la necesidad de que se hallase enfermo». Sin embargo, «es seguro que, desde su fundación, las malaterías acogiesen por error de diagnóstico enfermos no leprosos». Es por ello que llegado el siglo XVIII, «los verdaderos malatos deberían ser la excepción». De ahí que en 1751, de los 21 ingresados, 11 fueran dados de alta.

Por aquel entonces, a excepción de las visitas médicas que recibían por San Juan y Navidad, los enfermos no recibían ningún tipo de asistencia médica, puesto que escaseaba el número de médicos, cirujanos y barberos. Lo cierto es que para todo el Principado, tan solo había «cuatro o seis» facultativos, según Tolivar Faes. Es por ello que los pacientes fallecían a los pocos meses de su internamiento, ya que la encargada de atenderlos era la criada, y el único tratamiento que les administraba era el aislamiento. Al igual que hoy en día, y tal y como se ha hecho con la pandemia del coronavirus, «era el único medio útil de evitar la difusión de la enfermedad».

Desaparecen las malaterías de Asturias, salvo la de San Lázaro

Con el paso de los años, la lepra fue «casi» desapareciendo. Esto, sumado a «la secular mala administración de las malaterías, la no despreciable riqueza que poseían, la necesidad de reducir al trabajo a los pobres sanos; recoger a los huérfanos y expósitos; y doctrinar y hacer laboriosos en parte a los inválidos», llevaron al regente Isidoro Gil de Jaz a pedir en 1751 a Fernando VI la centralización de las malaterias.

Tras esta petición se inició el proceso de construcción de un hospital general, que hoy en día es el Hotel de la Reconquista. La construcción de este Real Hospicio trajo consigo la desaparición de las malaterías que rodeaban el concejo, excepto la de San Lázaro, que quedó en pie. Sin embargo, en ese momento el edificio dejó de recibir leprosos y pasó a «recoger y sostener» pobres que, por su ancianidad o impedimento físico, estaban imposibilitados para ganar el sustento, tal y como señala Fermín Canella en su obra El libro de Oviedo.

Ya en 1853 la malatería de San Lázaro fue declarada como asilo provincial. «En su organización y reforma trabajó asiduamente su director Joaquín Palacios, luchando con los inconvenientes del local, siendo los gastos anuales del asilo, sufragados por la provincia, 39.000 pesetas», apunta Fermín Canella. En aquel momento, en el edificio había 163 personas acogidas —102 mujeres y 61 hombres—. «Costando la estancia de cada asilado 0,62 pesetas aproximadamente por todos los conceptos del presupuesto, incluyendo alimentación, vestido, calzado, educación, personal administrativo, reparación del edificio, etc.», detalla el historiador.

Sustitución del edificio y creación de residencia de mayores

La malatería de San Lázaro también mantuvo este servicio hospitalario en el siglo XX; sin embargo, se decidió modernizar el edificio. Es por ello que, tras legar Víctor Julio Cano y Mata Vigil su fortuna en 1929, se sustituye el antiguo complejo por el que puede verse en la actualidad. Tras dicha remodelación, la gestión del centro pasa a manos de Cáritas y el Ayuntamiento de Oviedo. Cabe recordar que durante la revolución de Oviedo de 1934 el edificio se convirtió en sede del últime comité revolucionario, tal y como asegura el historiador Diego Díaz Alonso. 

No es hasta el año 1983 cuando el Gobierno del Principado se hace cargo de la institución convirtiéndola en una residencia para personas de la tercera edad. De esta manera, el edificio forma así parte de la red de Establecimientos Residenciales de Asturias (ERA) hasta que en el año 2010 cerró sus puertas debido a los desperfectos en el inmueble, obligando a trasladar a los usuarios a otros centros del concejo. «Se les prometió que iban a traerlos de vuelta y ya han pasado 13 años de entonces», lamenta María Teresa Martín, presidenta de la asociación de vecinos de San Lázaro, quien denuncia el mal estado en el que se encuentra la malatería.

Estado en el que se encuentra La Malatería de San Lázaro
Estado en el que se encuentra La Malatería de San Lázaro TOMÁS MUGUETA

«Nos prometieron que iban a venir a limpiarla cada seis meses, pero la maleza no deja de crecer, hay ventanas abiertas y seguro que dentro hay alguna que otra paloma», implora esta vecina del barrio, antes de exigir la declaración del edificio de La Malatería como patrimonio cultural. «Llevamos pidiendo esta protección por la historia que tiene desde el año 2008, nos prometieron que iban a hacerlo pero nada», apunta.

«La Malatería en San Lázaro es como la Catedral a Oviedo»

Lo cierto es que la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Oviedo aprobó el 9 de mayo del 2008 la propuesta llevada a cabo por la Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda para proteger el edificio por su valor patrimonial e histórico; sin embargo, el acuerdo no se cerró. De hecho, si se incluye en el Catálogo de Edificios y Lugares de Interés del concejo de Oviedo se evitaría que en un futuro próximo se derribase, ya que al fin y al cabo «su estado es de pena y vergüenza». Para impedir que esto ocurra, los vecinos del barrio han recogido firmas y cada dos por tres se manifiestan para conservar el edificio

Futuros usos de La Malatería de San Lázaro

Para los vecinos del barrio, «La Malatería en San Lázaro es como la Catedral a Oviedo». Forma parte de la identidad de la zona y de la historia de la misma. Es por ello que quieren mantener el edificio y que este albergue servicios sociales «como siempre se hizo». Mientras que los diferentes partidos políticos estudian los posibles usos que puede tener esta casa de la caridad, tras realizar la rehabilitación pertinente, desde la asociación de vecinos de San Lázaro proponen crear una guardería de 0 a 3 años, una biblioteca, así como un comedor al que puedan acudir personas mayores a un módico precio. «No queremos que se creen en ella pisos sino que se destine a algo que haga bien a todo el mundo como siempre hizo», sentencia María Teresa Martín.