¿Quién fue Ildefonso Martínez y por qué da nombre a una calle de Oviedo?

LA VOZ DE OVIEDO

Vista de la calle Ildefonso Martínez, en Oviedo
Vista de la calle Ildefonso Martínez, en Oviedo

La vía está situada en pleno casco antiguo y fue conocida en otra época como la calle Salsipuedes

03 may 2023 . Actualizado a las 09:45 h.

Hubo un tiempo en el que el nombre de las vías de circulación de Oviedo hacían referencia a la topografía, a las personas que las habitaban y los oficios que albergaban. Sin embargo, con el paso de los años, esas nomenclaturas fueron desapareciendo poco a poco. Hoy en día la mayoría de ellas tienen un carácter conmemorativo, es decir, rememoran hechos o personalidades que son consideradas importantes para la sociedad ovetense. Un claro ejemplo lo encontramos en la calle Ildefonso Martínez. Pero, ¿quién era el personaje que da nombre a esta rúa por la que muchos carbayones han pasado a lo largo de sus vidas?

Situada en pleno casco antiguo, esta calle que nace en el cruce de la calle San Isidoro con la calle Canóniga y termina en la calle San José, fue conocida en otras épocas como la «calle Salsipuedes», tal y como recoge Fermín Canella y Secades en su obra El Libro de Oviedo. Sin embargo, su título cambió hace unos años y ahora en esta vía luce una nueva placa que lleva el nombre de Ildefonso Martínez, con el objeto de honrar a quién perdió su vida por atender y salvar a gran parte de la población de Oviedo a mediados del siglo XIX. 

Acceso a la calle Ildefonso Martínez, en Oviedo. En el edificio de la izquierda está situada la placa conmemorativa
Acceso a la calle Ildefonso Martínez, en Oviedo. En el edificio de la izquierda está situada la placa conmemorativa

Sobre sus orígenes

Ildefonso Martínez Fernández nació un 28 de abril de 1821 en Benia de Onís en el seno de una familia humilde. Como sus padres apenas contaban con recursos económicos, con nueve años fue enviado a Madrid para que unos tíos suyos por parte de madre se hiciesen cargo de su formación, aparte de que no le faltase de nada. Durante un quinquenio estuvo bajo el cuidado de estos familiares, hasta que ingresó en los Reales Estudios de San Isidro. En esta institución docente, fundada por el rey Carlos III, estudió Ciencias y Humanidades aprovechando al máximo la oportunidad para adquirir todos los conocimientos posibles.

Debido a sus capacidades, sus tíos protectores instaron a su padre, Pedro Martínez, a trasladarse a Madrid y emprender en la capital para estar más cerca de su hijo. Es por ello que el progenitor «se estableció en la Plaza Mayor, al pie de la escalinata que da acceso a la calle de Toledo, con una taberna que llegó a ser famosa entre la gente humilde y la bohemia literaria y artística con el nombre de 'Taberna del Púlpito'», tal y como se desprende de la obra Escritores y Artistas Asturianos de Constantino Suárez, más conocido como el Españolito.

En dicho establecimiento, Ildefonso Martínez Fernández trabajó «como dependiente en las horas libres de sus ocupaciones escolares», ya que el joven asturiano había iniciado en 1837 los estudios de médico en San Carlos, según informa el fondo documental de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, que cuenta con archivos personales del personaje.

Creador de varias sociedades médicas

Durante su época de estudiante de Medicina, Ildefonso Martínez Fernández fundó con algunos condiscípulos la Sociedad de Instrucción Recíproca, «en la que se trataban y discutían los temas más diversos». Más tarde esa entidad pasó a llamarse Ateneo Médico-Quirúrgico Matritense, «dedicada ya a temas relacionados con la Medicina», y, posteriormente, Academia de Esculapio. De la misma manera, el asturiano también fundó el Instituto Médico, del que fue presidente y profesor.

Tras finalizar sus estudios y doctorarse en Medicina y Cirugía, según recoge Escritores y Artistas Asturianos, Ildefonso Martínez Fernández opositó, sin éxito, a las plazas de médico y cirujano del hospital de Madrid y a médico-director del balneario de Alamilla, en Granada. Pese al aparente fracaso, el asturiano no tiró la toalla y concurrió a los exámenes para hacerse con el puesto de médico-director de los Baños de Bellús. Un cargo que lograría conseguir a los 30 años y que le permitió ponerse al frente de uno de los balnearios con mayor prestigio que por aquel entonces tenía Valencia, ya que décadas más tarde fue expropiado para la construcción del embalse situado en la localidad.

Regresa a su tierra natal y se enfrenta a una epidemia del cólera 

El natural de Benia de Onís ejerció en este centro durante tres años, hasta que pidió el traslado de su plaza por la del balneario de Buyeres de Nava para acercarse así a su tierra natal. Esta ocupación le permitía además, una vez concluida la temporada de baños, regresar a Madrid, donde podía desarrollar su «intensa actividad intelectual científica, literaria, política y filosófica». 

En uno de sus viajes se encontró «a su paso por Oviedo» con la epidemia del cólera morbo asiatico que se desató en la capital asturiana en septiembre de 1855, tal y como recoge el fondo documental de la Biblioteca Histórica de la UMC. Sin pensárselo ni un momento y sin importarle el peligro al que se enfrentaba, Ildefonso Martínez se ofreció voluntario para colaborar como médico en la campaña y prestar así sus servicios profesionales al Ayuntamiento de Oviedo. Aparte de su labor, el médico redactó la Cartilla popular higiénica y terapéutica del cólera morbo-asiático, «que apareció firmada por la Comisión facultativa de la Junta provincial de Sanidad».

El asturiano luchó contra viento y marea contra el cólera hasta que fue contagiado del mismo. El médico falleció a la edad de 34 años, víctima de esta enfermedad, el día 26 de septiembre de 1855. Su cadáver fue enterrado en el cementerio de San Cipriano, que fue construido en parte de lo que hoy se conoce como los Jardines de La Rodriga. Sin embargo, como este camposanto se quedó pequeño con la llegada de la industria y se trasladó el mismo a su ubicación actual, en San Esteban de las Cruces, en 1920 los restos mortales de Ildefonso Martínez Fernández fueron llevados en una carroza fúnebre hasta el cementerio de San Salvador.

En el correspondiente nicho del cementerio y por orden del consistorio local en la lápida figura la siguiente frase: «A la memoria del Dr D. Ildefonso Martínez. Médico distinguido que murió el 26 de septiembre de 1855, víctima de su celo, abnegación/y caridad cristiana, asistiendo a los enfermos coléricos de esta capital», recogida por Constantino Suárez en su obra. Un reconocimiento que el Ayuntamiento de Oviedo quiso hacer mayor al dedicar, años más tarde, una de las calles de la ciudad a la memoria del joven médico.

Placa conmemorativa del médico asturiano Ildefonso Martínez que da nombre a una calle de Oviedo
Placa conmemorativa del médico asturiano Ildefonso Martínez que da nombre a una calle de Oviedo

Gran interés por la filosofía y la historia

Aparte de su vocación médica, Ildefonso Martínez Fernández siempre estuvo muy interesado por la filosofía y la historia. Además de escribir trabajos relacionados con la profesión, el asturiano «estudió la vida y el pensamiento de algunos filósofos y científicos españoles, como Oliva Sabuco, Juan Huarte de San Juan o los médicos perseguidos por la Inquisición», tal y como aseguran en el propio portal de la UCM. Además, «colaboró en publicaciones literarias y políticas, utilizando varios seudónimos como Martínez Antuña, Rabi-Isaac-Maimon Firduci o El Doctor Palomeque, entre otros». 

Y por si fuera poco, según recoge El Españolito, «una de sus últimas empresas literarias fué la fundación y dirección en Madrid, en los primeros meses de 1855, de la revista El Crisol». Tal era el interés que Ildefonso Martínez Fernández tenía por la bibliografía, aparte de su amor por los libros, que «le llevó a conocer y tratar al bibliógrafo y escritor pacense Bartolomé José Gallardo, con quien llegó a tener una gran amistad».