¿Quién era este hombre que se encargaba de pregonar el Martes de Campo en Oviedo?
LA VOZ DE OVIEDO
Fue un personaje tan popular como la propia Cofradía de La Balesquida, quien a principios del siglo XX era la encargada de organizar dicha fiesta
13 mar 2023 . Actualizado a las 09:49 h.Cualquier persona, independientemente de la situación geográfica en la que se encuentre, es conocedora de que pronto tiene lugar alguna que otra celebración. Hoy en día la información corre como la pólvora y al momento ya nos llega, ya bien sea a través de un WhatsApp, un post en las redes sociales o un cartel llamativo en los lugares más concurridos, los datos de interés acerca de un evento, entre los que se incluyen el lugar, la hora y los principales personajes o artistas protagonista del mismo. Antiguamente esto no ocurría, puesto que el boca a boca era la única forma de enterarse de las cosas.
En tiempos pasados, en cada ciudad o pueblo había alguna persona encargada de recorrer las calles para comunicar a los vecinos cualquier asunto oficial relacionado con la actividad diaria. Concretamente, en Oviedo, a principios del siglo XX para anunciar las fiestas de La Balesquida, también conocidas como el Martes de Campo, el responsable era Andrés Menéndez.
Precedido por un gaitero quien era el encargado de amenizar su recorrido y captar la atención de los ovetenses, el popular pregonero caminaba por las vías de la capital asturiana al grito de: «Ya va viniendo la suerteeeee…», «Hay que pocos días falteeeeen…», «Allá voooy…» para advertir de la llegada del Martes de Campo. Lo hacía los jueves y los domingos antes de dicha celebración, tal y como figura en un documento recogido por el usuario de twitter @bertoviedo1.
Con ese pregón «único e inconfundible», Andrés Menéndez hacía saber a todos los carbayones que «muy pronto» iba a tener lugar la ansiada fiesta, que coincide con el primer martes después de Pentecostés, la celebración de carácter religioso que se celebra 50 días después de la Pascua. También anunciaba a los vecinos donde deberían de hacerse con los vales para luego recoger el bollo que se repartía durante el Martes de Campo, así como los actos que se iban a organizar en torno a dicha festividad.
Vendía rifas con las que obtener ingresos para financiar las fiestas
Pero Andrés Menéndez no solo pregonaba sino que también vendía rifas «porque para poder funcionar y poder hacer los festejos que se hacían por aquel entonces se necesitaba tener dinero para subvencionar los mismos», confiesan desde la propia Cofradía de La Balesquida. Es por ello que el popular hombre recorría también las calles con una especie de mostrador colgador al cuello y que apoyaba sobre su vientre en donde exhibía los regalos que se iban a sortear.
Se rifaban las cosas «más peregrinas» del mundo. No obstante, había objetos con cierto valor como las joyas, en su mayoría «donadas por diputados electos de la Junta del Principado con representación en Madrid». «Tenemos escritos donde figuran nombres conocidos que regalaban a la Cofradía pendientes, pulseras, sortijas o incluso sabonetas — un reloj de bolsillo cuya esfera, cubierta con una tapa de oro, plata u otro metal, se descubre apretando un muelle—, entre otras alhajas», señalan desde la entidad antes de resaltar que «también hubo un tiempo en el que durante determinados años se rifaba una xata (ternera en castellano)».
Hay constancia escrita de que Andrés Menéndez fue pregonero «al menos» desde el año 1910 hasta 1916. «Entre esas fechas hay textos en los que se habla algo de él», aseguran desde la propia Cofradía de La Balesquida. En cambio, sobre su vida personal apenas se sabe nada, ni siquiera de dónde era. «No sabemos muy bien de qué pueblo o concejo era, lo único que podemos suponer por la fecha es que habrá muerto», apuntan.
Andrés Menéndez no era un pregonero tal y como se conoce hoy en día a esta figura, que está más bien relacionada con algún personaje famoso o relevante encargado de leer un discurso con el que se da el chupinazo de salida a los festejos. Además, tampoco era congregante de la Cofradía de La Balesquida. «En los libros que tenemos sobre cofrades no figura por ningún sitio. Desde 1700 y pico hasta aquí tenemos constancia de casi todos los cofrades, ya que en él se apunta a cada uno en el mismo orden de inscripción y, por tanto, no hay vuelta de hoja», resaltan desde la propia entidad.
Bajo esta premisa detallan que el nombre de Andrés Menéndez no figura como cofrade. «Puede ser que le hayan puesto otros apellidos porque hasta hace relativamente poco los apellidos se usaban como daba la gana. Había casos en los que no tenía nada que ver el apellido de los padres con los hijos o incluso se cogía el apellido de la madre para ponerlo como el primero», cuentan desde la Cofradía de La Balesquida.
Aunque no fuera cofrade, Andrés Menéndez era un personaje tan popular como la Cofradía. Era, al fin y al cabo, empleado de la misma y «como en cualquier otra empresa seguro que resulta muy complicado tener información sobre quién es cada trabajador». Prestaba sus servicios a dicha entidad que fue fundada el 5 de febrero de 1232 por la egregia dama Doña Velasquita Giraldez.
Por aquel entonces la Cofradía estaba integrada por los llamados alfayates, que luego serían denominados sastres, y por «otros vecinos y buenos de la ciudad de Oviedo», a quienes les donó un hospital —llamado de Santa María y ubicado en las proximidades de la capilla actual— así como una serie de bienes para hacer frente a los gastos de mantenimiento del mismo. La entidad «pasó a lo largo de los años por momentos difíciles, en los cuales estuvo al borde de la desaparición», pero «aún persiste» y mantiene su compromiso de honrar a la dama burguesa Doña Velasquita Giraldez.