El Antiguo Iriarte cumple 60 años de actividad en Oviedo: «No fue nada fácil llegar hasta aquí»
LA VOZ DE OVIEDO
Las hermanas Vanessa y Sandra Solís son las encargadas de llevar las riendas de esta boutique que ya va por su tercera generación. Una tienda donde el gran protagonismo se lo lleva su madre Margarita
23 feb 2023 . Actualizado a las 12:31 h.Mantener hoy en día un pequeño comercio es un auténtico reto. Los minoristas no solo deben de hacer frente a la subida generalizada de los precios sino que deben lidiar con el cambio de modelo de consumo y el auge del comercio electrónico, entre otras muchas cosas. Aún así, todavía hay negocios que aguantan al pie de cañón y mantienen más viva que nunca su actividad, dando así ambiente a las ciudades. Aunque resulte utópico, en Oviedo hay algunos que incluso ya tienen más de medio siglo de andadura. Un ejemplo de ello es El Antiguo Iriarte. La boutique, situada en la calle Magdalena y que ya va por su tercera generación, cumple nada más y nada menos que 60 años. «No fue nada fácil llegar hasta aquí», reconoce Margarita Álvarez, más conocida como Nini, quien a sus 82 años es la gran protagonista de la tienda al ser impulsora y modelo de la misma.
El Antiguo Iriarte nació en 1963 de la mano de la suegra de Margarita Álvarez y, por tanto, abuela de Vanessa y Sandra Solís, quienes hoy son las encargadas de llevar las riendas del negocio. «Mi suegra había cogido la tienda de un traspaso, —que era un ultramarinos—, conservó el nombre de la misma y metió aquí a sus dos hijos —uno de ellos Juan Solís, mi marido— pero no sabían funcionar. Cuando me casé en 1965 vine para aquí y vi el tomate que había. Las facturas estaban sin asentar, en los escaparates no había nada… entonces, empecé a recepcionar la mercancía, a marcarla, a poner los escaparates, a llevar las cuentas, en definitiva, a ponerla en plan», cuenta Nini Álvarez.
Ante tal situación y aprovechándose de su experiencia, ya que anteriormente había trabajado en una tienda de ultramarinos en Avilés, Nini Álvarez se dio cuenta de que había que hacer un buen lavado de imagen porque El Antiguo Iriarte era una buena oportunidad de negocio. «Le pregunté a mi cuñada Josefina —la mujer del hermano de Juan— si quería trabajar en la tienda conmigo. Ella tenía una peluquería en La Argañosa y me dijo que lo haría encantada. Entonces, se lo propuse a mi suegra y esta me dijo que no había puesto una tienda para sus nueras», detalla.
Ante tal contestación, Nini Álvarez no se puso ni colorada y replicó a su suegra que sus hijos no tenían «ni idea» de cómo funciona un comercio y que «la única» que bregaba ahí era ella. Además le dio un ultimátum. «Le dije que si no traía a Josefina conmigo me marchaba a Almacenes Uría porque Alfredo Galán andaba loco detrás de mí para que fuera a trabajar con él de encargada. Me ofrecía un sueldazo tremendo, cuando aquí no cobraba ni un duro, así que le dije: ‘tú misma. O aceptas lo que te digo o me marcho'». Entonces, su suegra, «muy lista ella», aceptó el trato.
A partir de ese instante, su marido Juan pasó a ser representante de casas de moda y Nini comenzó a regentar la tienda junto con su cuñada Josefina. «Hicimos un tándem fenomenal. Nos llamaban la morena y la rubia», asegura antes de recordar lo buena vendedora que era su hermana política. «Una vez vino un matrimonio porque ella se quería comprar un bolso bueno. La señora marcha con un bolso de Reinares de aquellos caros y antes de salir por la puerta, mi cuñada, que yo siempre la temía, dijo: ‘bueno su señora lleva un señor bolso elegante y usted tiene un cinturón todo pocho, podría comprar uno nuevo' y el hombre salió de aquí con uno nuevo».
«Yo con 15 años venía a ayudarlas por el verano porque me daban algo de dinero para ir de cámping. Me lo pasaba muy bien porque una hacía la venta y luego la otra la remataba. Mi madre por ejemplo hacía los escaparates y Josefina lo criticaba», rememora Sandra. «No me ayudaba ni pizca, solo daba tachas», señala Margarita. «Ahora cambiaron los papeles, es ella doña perfecta», apunta Vanessa, quien reconoce que su madre y su tía eran unas auténticas vendedoras. «Nosotras somos de otra forma, dejamos que el cliente mire tranquilamente», asegura.
Una tienda dedicada a la venta de bolsos baratos y marroquinería de hombre
Por aquel entonces, El Antiguo Iriarte no era tal y como lo conocemos hoy en día. La tienda estaba más centrada en la venta de bolsos «baratejos» y marroquinería de caballero, donde el producto estrella eran los paraguas. «Teníamos barras en los techos que estaban llenas de paraguas colgados. En los jueves del pueblo venían hombres a comprar alguno —por aquel entonces costaban 99 pesetas— y ellos mismos los cogían y me decían: ‘tenga moza, 100 pesetas' y me dejaban la peseta de propina», rememora.
Con el paso del tiempo, Nini Álvarez y su cuñada fueron incorporando nuevos productos hasta que llegaron Vanessa y Sandra, quienes convirtieron El Antiguo Iriarte en una auténtica boutique. Una tienda de ropa, zapatos y bolsos para mujeres donde ofrecen las marcas «que mejor sientan» y con el mejor trato posible. Ambas cogieron el relevo en el momento que llegó la ansiada jubilación de Margarita, su madre, y lo hicieron gustosamente, ya que desde bien pequeñas habían mamado lo que era estar detrás del mostrador, desempaquetar la mercancía y marcarla. «Nos encantaba».
Vanessa y Sandra Solís toman las riendas del negocio
Quien se puso al frente de la tienda en un primer momento fue Vanessa Solís. «Al igual que a mi hermana le gustaba salir de Oviedo, yo siempre estaba debajo del paraguas de mis padres. Entonces por no salir fuera a estudiar, hice Turismo aquí. Cuando acabé, como me daba igual vender habitaciones de hotel que bolsos y más tratándose de un negocio familiar, no dudé ni un momento en venir para aquí», asegura. Sandra se incorporó más tarde. Lo hizo tras trabajar diez años en un periódico local, «aunque siempre venía a ayudar, sobre todo, en Navidades, y pedía vacaciones para ello», reconoce Vanessa. «Al quedarme embarazada, cuando di a luz pedí una reducción de jornada, pero no me la concedieron. Como ya estaba un poco cansada y mi hija Lucía era mi prioridad dejé el periódico. Durante los dos primeros años me dediqué a criar a mi hija. Luego, cuando empezó a ir a la guardería, me fui incorporando poco a poco hasta que lo hice de lleno», cuenta.
Ambas, al igual que su madre Margarita y su tía Josefina, forman el equipo perfecto. Vanessa no solo es una mujer tranquila y metódica, sino que además es as en los números. «Es quien se encarga de la contabilidad de la empresa», señala su hermana, quien reconoce que ella ni siquiera sabe si la empresa podría estar en números rojos dado que no toca ni una factura. Y por si fuera poco es una auténtica manitas. «Yo digo que es ingeniera porque a mí se me puede ocurrir el escaparate más estrambótico, pero si no es por ella no conseguiría recrearlo. Ella lo maquina todo», resalta Sandra Solís.
Sandra Solís es creativa, soñadora e impulsiva, a parte de tener una gran habilidad comunicativa gracias a su profesión. «Siempre me gustó escribir, pero nunca imaginé que el periodismo iba a tener relación con esto. Con la evolución de los tiempos hacia las redes sociales, de repente veo que hay que crear una página web para mostrar nuestros productos y me encargo de escribir Con la cara lavada», asegura. Un blog donde ellas mismas son las modelos y en el que «hablo sobre cualquier cosa que le puede interesar a una mujer, desde mi experiencia con el cáncer de mama porque lo sufrí hace 10 años hasta lo que hay detrás de nuestras sesiones de fotos de moda». Al final el comercio es algo vivo y no solo es una compra-venta sino que aquí la gente te cuenta sus problemas y alegrías, estableces con las clientas una relación personal», declara.
A su 82 años Nini Álvarez hace de modelo para sus dos hijas
«Es como un reality show de nuestra familia», ejemplifica Vanessa, antes de señalar la sección Los jueves con Mamá, donde cuentan las vivencias y anécdotas de Nini Álvarez, mientras que esta ejerce de modelo, incluso desnuda, y luce cada semana la ropa y complementos que venden en la tienda: «Es un auténtico éxito». «No dejamos de publicar ni en el confinamiento. Salvo cuando murió mi padre, que hice un artículo especial para él, todos los jueves contamos qué ha hecho mi madre porque las clientas ven reflejada su propia vida en ella», reconoce Sandra. Señala que de esta manera no solo tienen una tienda sino dos: la física y la online, en donde prima la inmediatez y el feedback con el cliente. «Aunque no tenemos muchos seguidores, lo bueno es que los que tenemos, en su mayoría, son de Oviedo y lo que nos interesa es que vengan a comprar a la tienda. Eso nos da muy buenos resultados de ventas porque la página web y las redes sociales son un escaparate continuo de nuestras prendas y complementos», manifiesta.
«No nos interesa ese crecimiento de venta fría»
De hecho, la página web de El Antiguo Iriarte no tiene carrito de la compra ni pasarela de pago. «Si quieren hacerlo tienen que mandarnos un WhatsApp o llamamos por teléfono y ya luego nosotras nos encargamos de mandar los productos a donde sea. Además somos una tienda que no tiene un gran almacén detrás y por tanto es un rollo andar enviando y que luego te lo devuelvan. No podemos ni queremos ese tipo de ventas», apunta Vanessa. Bajo esta premisa, Sandra Solís reconoce que quieren que el trato con el cliente sea más cercano, más personal, incluso a la distancia. «No nos interesa ese crecimiento de venta fría», confiesa.
Y es que en El Antiguo Iriarte el maniquí es la propia clienta, a la que encantan mimar y dar con su estilo. Una filosofía de trabajo que han llevado siempre por bandera. «Yo tengo un matrimonio que el señor me dice: ‘tengo prohibido a mi mujer pasar por esta calle porque me arruina. Tú siempre le vendes algo y no sé cómo te arreglas'», resalta Nini Álvarez, quien hace años tuvo una clienta que, aunque «era la tía más especial que te puedas imaginar», confiaba plenamente en su gusto. «Una vez vino a por un bolso. Le pregunté cómo lo quería y me dijo que negro, que no fuese ni muy grande ni muy pequeño y que tuviese servicio. Yo como la conocía tan bien, sabía qué bolso le iba a ir bien. Se lo ofrecí y me dijo que no le gustaba. Lo aparté y le enseñé más y más, hasta que al final le dije: ‘No te convence ninguno. Te enseñé este bolso primero, ábrelo con calma, mira el servicio que tiene, lo que pesa y cómo lo llevas colgado y de mano'. Lo miro y se lo llevó. La próxima vez que volvió ya solo me indicaba el color del bolso, me dejaba elegir a mí el que yo quería y marchaba con él», rememora
Ellas no siguen modas
Lo cierto es que en El Antiguo Iriarte ya conocen el gusto de las clientas más que ellas mismas. «Nosotras ya vamos a los muestrarios pensando en las clientas. Compramos a la carta para ellas. Además, como mi hermana y yo ya somos cincuenter y nuestras clientas envejecen como nosotras, aquí saben que tienen una tienda de ropa para ellas», asegura Sandra, antes de detallar que sus clientas son mujeres que tienen estilo, pero que a su vez quieren ir cómodas, con un rollo especial y diferente. «Siempre tenemos presente que nos dirigimos a mujeres que tienen un criterio a la hora de comprar, que saben lo que quieren y que no se dejan influenciar por modas. Nosotras la moda no la seguimos. Compramos para nuestras clientas y lo que a nosotras nos gusta, nos dejamos llevar mucho por nuestro criterio personal», apostilla.
Época dorada y momentos muy duros
«Antes se vendía hasta un día que llovía, ahora si le dices al representante que quieres dos piezas del mismo modelo se lleva las manos a la cabeza»
Gracias a ese trato tan personalizado, El Antiguo Iriarte mantiene una fiel clientela. Sin embargo, al igual que el resto de comercios minoristas, con el paso del tiempo han visto cómo las ventas han ido disminuyendo. «A mí me costó mucho sacar adelante la tienda, pero entre mi cuñada y yo la hicimos funcionar y conseguimos vivir los años dorados del comercio minorista. Las casas nos daban lo que queríamos porque a la hora de pagar siempre cumplíamos e incluso tuvimos una línea de crédito que no llegamos a usar», reconoce Nini Álvarez. Ahora eso ya no pasa. Las tornas han cambiado. «Antes se vendía hasta un día que llovía, ahora si le dices al representante que quieres dos piezas del mismo modelo se lleva las manos a la cabeza», señala Vanessa, mientras que su hermana Sandra recuerda que durante las navidades trabajaba toda la familia e incluso algunas amigas. «Yo cogía vacaciones la semana de Reyes en el periódico y venia aquí a trabajar sin parar, hacíamos turnos para parar a comer. Vendíamos las cosas por un tubo», apunta.
No obstante, aunque las ventas han disminuido, El Antiguo Iriarte ha resistido a las crisis y nunca ha permanecido cerrado, ni siquiera cuando se reformó el edificio donde se encuentra la tienda. «Mi padre compró el local en el que ahora está By Capella y nos trasladamos ahí mientras tanto. Después volvimos aquí y allí montamos una tienda de ropa para niños, pero duró solo tres años porque nos pilló la crisis del 2018 y tuvimos que cerrarla. No obstante, antes de alquilar el local, al tener grandes escaparates, dejaba volar mi imaginación porque me gusta mucho el escaparatismo y siempre le damos una vuelta de tuerca al mismo».
Tampoco la pandemia por el coronavirus les supuso grandes pérdidas, a pesar de que para muchos negocios fue un batacazo muy grande. «Dos semanas antes de cerrar la tienda a cal y canto, con tan buena suerte, habíamos recibido mercancía de verano. Habíamos hecho fotos y teníamos la oportunidad perfecta para compartirlas en redes sociales durante el confinamiento. Entonces, como siempre hago, le pregunté a las clientas si les parecía muy frívolo que publicase fotos sobre lo que íbamos a tener y a la gente le pareció muy bien», cuenta Sandra Solís.
«Cuando abrimos la tienda después del confinamiento la teníamos llena de bolsas de ropa para clientas y conocidas»
Además, como por aquel entonces el confinamiento trajo una situación de tristeza en general «y más en nuestra casa, donde nuestro padre estaba enfermo de cáncer», a Sandra Solís se le ocurrió la idea de crear una lista de deseos. «Intentamos generar un poco de positividad al animar a la gente a hacer sus encargos, la entusiasmamos y a nosotras nos sirvió para mantener de alguna manera la actividad de la tienda. De hecho, cuando abrimos teníamos la tienda llena de bolsas de ropa para clientas y conocidas. Incluso el primer día que abrí con cita previa vendí una burrada y luego, al volcarse la gente con el pequeño comercio, conseguimos vender a niveles del 2019 o más», detalla Sandra.
«Las grandes marcas se han cargado el comercio con sus rebajas»
Esa capacidad de adaptarse a los malos momentos, sumado a la fiel clientela, hacen que El Antiguo Iriarte consiga sortear hasta los situaciones más difíciles para el comercio y se mantenga 60 años después su actividad. Además, a diferencia del resto de establecimientos, que aprovechan las rebajas para aumentar las ventas, en la tienda apenas realizan descuentos puesto que al tener productos tan exclusivos, «las clientas saben que el tipo de mercancía que tenemos es única y que además es de muy buena calidad». «Este año no nos sumamos al Black Friday porque lo único que hace es estropearnos la campaña navideña», confiesa Sandra. «Las grandes marcas que están por el centro empiezan las rebajas con un 40% de descuento o más y no puede ser que alguien se compre un pantalón o un jersey y al día siguiente cueste la mitad», clama Vanessa. A lo que su madre le dice «que las ventas bajaron mucho y el comercio está ahogado». «Lo único que hacen estas tiendas es cargarse al comercio porque está claro que las rebajas empiezan el 7 de enero, pero deberían de ponerlas a un 20% o un 30% como mucho», replica su hija.
En El Antiguo Iriarte tienen rebajas escaladas y con el objetivo de agotar existencias
Bajo esta premisa, Sandra indica que ellas siguen el método tradicional y que les funciona perfectamente. «Tenemos unas rebajas escaladas. Empezamos con un 20% y en marzo, cuando acaban, podemos tener lo último que nos queda al 50% porque al final las rebajas se crearon para que el comerciante liquide su stock, no para competir», remarca antes de denunciar también que con la venta online se produce un gasto ecológico «brutal». «Es mucho más respetuoso comprar en la tienda de barrio. Por eso, las tiendas que sobrevivamos y consigamos capear el temporal, estoy segura que saldremos reforzadas», expresa.
Celebración del 60 aniversario y relevo generacional
Al fin y al cabo, quienes dan vida a las ciudades son aquellos comercios de barrio o los que están a pie de calle y mantienen su abiertas sus puertas. «Si hay tiendas abiertas la calle está bonita, iluminada, incluso da seguridad andar por la misma, pero si están cerradas genera tristeza porque los locales se van quedando sucios, abandonados...», destaca. Es por ello que Sandra y Vanessa Solís quieren mantener más viva que nunca la actividad de El Antiguo Iriarte. Por el momento, las dos hermanas trabajan mano a mano para celebrar el 60 aniversario de la tienda. «No sabemos cuándo lo haremos pero ya tenemos varias ideas en mente. A mi me gusta mucho bailar e igual pongo un bailarín en el escaparate, puede pasar. También quiero hacer escaparates vivientes con clientas», cuenta Sandra.
Una idea que, tal y como señala su hermana Vanessa, lleva mucho tiempo pensando. «Es una idea muy buena porque aquí por las mañanas con el mercado hay mucho follón y, en vez de estar charlando con un café, nos ponemos en el escaparate vestidas de la tienda y cada media hora nos cambiamos y mostramos otro vestido, por ejemplo. Así la gente desde fuera puede ver cómo queda puesto e incluso nos podemos girar, dar una vuelta... Puede resultar incluso divertido», defiende Sandra.
También plantean realizar un photocall y hacer un llamamiento en las redes sociales para que las clientas vengan con los bolsos que compraron en la tienda hace 30 o 40 años y entre todas sortear «un bolsazo». De esta manera no solo premian a las fieles clientas, sino que demuestran que los productos que venden en El Antiguo Iriarte son de calidad. Con esta variedad de ideas y más que florecerán, Sandra y Vanessa deberán debatir con cuál de ellas se quedan. Mientras tanto «seguiremos peleando con lo que surja», sentencia Sandra, antes de señalar que esperan que en un futuro no muy lejano su hija Lucia, que estudia diseño en Madrid, también pueda aportar su granito de arena. «Por el momento tenemos pensado crear en Instagram una sección que se llame ‘El estilismo de Lu', donde ella con ropa de nuestra tienda monte estilismo para captar a la gente más joven», resalta Sandra, quien señala que el principal objetivo es mantenerse y seguir creciendo.