Cuando era niño esperaba con muchas ganas la llegada de América en Asturias, aún no tenía colegio por las tardes y mis tíos y abuelos me sacaban a ver todas las carrozas, mis padres trabajaban y no por ello tengo el recuerdo de unas tardes peores. Pero de un tiempo a esta parte, serán los años o vayan a saber qué, veo todo el desfile con un toque hortera, cierto aire caduco y mucha melancolía. Aquello que a mí me parecía grandioso, salvo excepciones como la carroza de Valdesoto y alguna más, no es más que cartón-piedra, espumillones y colores estridentes.
Lo que no se puede negar es que a la gente le sigue gustando, o al menos la moviliza, porque toda la calle Uría estaba a reventar bastante antes del comienzo de todo a las 17:30. Se me hizo larga la espera hasta que pude ver pasar a todos los figurantes, demasiado espaciados entre caseta y caseta. Lo que más gustó a mi alrededor fueron los representantes de Brasil, ellos y ellas, porque lo de llevar poca ropa, aunque pensemos que no y queremos presentarnos como modernos y evolucionados, sigue gustando a todos: la atracción de los cuerpos bonitos es innegable. También desfiló Ángela Show «Con sus modelos, sus chicas», como dice ella; iban de indianos y a cada poco intentaban ejecutar una especia de movimientos que no sé si entran dentro de lo que se considera bailar. No sé a qué estamos esperando en Oviedo para darle a Ángela un desfile para ella sola.
Me quedé con la sensación de que había menos niños que otras veces, pero más adultos. Es buena idea lo de poblar de sillas distintas zonas, son a 8 euros y escuché algunas quejas, pero es un precio razonable para un privilegio, siempre está la posibilidad de verlo de pie o por la TPA, que cubrieron la tarde con un especial chocante y berlanguiano.
Eso sí, nada más que pasaba la última carroza, dando fin a este desfile del 71 América en Asturias, todo el mundo a coger sitio al Bombé y Porlier. Parece que por semana está tirando más el hambre que la sed, pero aún quedan muchos días y noches.
Comentarios