Los expertos aún debaten qué significa este peculiar personaje en la iglesia prerrománica del Naranco
13 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Es conocida su presencia, aunque muy poca gente la ha podido admirar de cerca. Casi escondida en una zona alta de la nave sur de la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo existe una peculiar representación: se trata de un músico con un instrumento de cuerda de mástil largo parecido a un laúd. Fue descubierto por un investigador alemán en el año 1947 y desde entonces se especula sobre su origen y significado.
Helmut Schlunk, ayudado por Magín Berenguer, pidió y obtuvo permiso para examinar y dibujar los monumentos prerrománicos en la década de los años 40 del siglo pasado. Ahí es cuando encuentran, ubicado en un lugar elevado de la nave sur, la pintura del tañedor de laúd. Estaba muy sucia y es muy poco accesible; esta es la razón por la que había pasado inadvertida. Pero ellos de inmediato se dieron cuenta de su importancia histórica y artística, al tratarse de una representación humana, una iconografía muy especial para la época en que fue realizada por ser antropomórfica.
La cuestión es por qué está ahí ese músico. En su discurso de ingreso en el Ridea, el profesor Lorenzo Arias, de la Universidad de Oviedo, trataba sobre esta especial pintura. Para Arias, el instrumento es, en efecto, un laúd de origen árabe que se habría plasmado en el templo ovetense por influencia del Beato de Liébana, un monje del siglo VIII originario de esa localidad cántabra que transcribió manuscritos medievales.
En la obra más conocida del beato, y posiblemente conocida por la monarquía astur, el Comentario al Apocalipsis, ya aparecen imágenes de músicos que se plasman en la iconografía cristiana. Por eso piensa Arias que pudo aparecer el personaje de la iglesia ovetense, que recuerda a las miniaturas de la época. El profesor también apuntaba entonces a la realización de un «programa iconográfico del Apocalipsis».
Arte en peligro
Desde hace más de una década se vienen realizando estudios sobre el estado de conservación el panel, muy antiguo y delicado, e incluso se llegó a realizar una réplica en 2013, quizá temiendo su pérdida definitiva.
Según informaba el restaurador Jesús Mª Puras en la publicación Intervenciones sobre el patrimonio cultural asturiano (2007-2014), editado por la consejería de Cultura del Principado, desde 2012 se determinó la necesidad de intervención ya que, «aunque no corría peligro de desprendimiento inminente, permanecía separado del soporte y únicamente sujeto por los morteros perimetrales».
El músico forma parte de una decoración de San Miguel de Lillo que supone «una función doblemente estética, el recubrimiento como la piel del continente con su propia estratificación, que uniforma las irregularidades».
En el proceso, la obra experimentó un lavado integral con varias técnicas y, al mismo tiempo, se examinaron las distintas capas de la pintura mural. Se localizaron los revocos realizados en distintas épocas y se descubrieron tres estratos añadidos, «uno de ellos con representación pictórica posterior».
De lo que se supone fue la iglesia original de San Miguel de Lillo apenas queda una tercera parte; el resto se derrumbó debido a la inestabilidad del terreno. En lo que queda, existen otras figuras en el mismo panel. Pero aún falta por desvelar, y probablemente nunca se haga, si el músico formaba parte de una representación mayor o era una figura casi aislada en una obra de arte que quizá guarde sus secretos para siempre.
