
A principios del siglo pasado, en la capital asturiana se asentaban numerosas fábricas de licor, entre ellas Anís de la Asturiana
15 nov 2021 . Actualizado a las 11:27 h.Hubo un tiempo en el que los alambiques funcionaban a todo vapor en Oviedo. Era la época dorada del anís, que se producía y consumía en abundancia: Anís de la Asturiana, Anís El Principado, Anís del Aldeano, La Praviana… son algunos de los nombres de fábricas que etiquetaban en las botellas transparentes, casi todas desaparecidas hoy día.
El anís era, en realidad, aguardiente de vino con esencia de la planta Pimpinella anisum y también de otras especies como el abundante hinojo y el anís estrellado. Cada fabricante atesoraba su receta, bajo uno u otro nombre, de ese licor transparente se conoce en todos los países mediterráneos. En España se consume al menos desde el siglo XVII, pero serán las marcas Anís del Mono (catalán) y Anís de la Asturiana los que popularizarán a partir del XIX las peculiares botellas con superficie adiamantada, que acabarían siendo incluso instrumentos musicales.
Anís de La Asturiana. Francisco Serrano López-Brea funda en Oviedo, en el año 1895, la marca Anís de la Asturiana en el sótano de su tienda de ultramarinos en la calle del Rosal y luego se traslada a la zona de La Corredoria. Félix Serrano y Serrano se incorpora en 1910 y posteriormente sucederá al fundador al frente del negocio. En 1914 se incorpora Manuel Serrano y Serrano, cuarto hijo del fundador, que sería el responsable de las labores de destilación y elaboración en fábrica. Sucesivas generaciones familiares se fueron haciendo cargo del negocio hasta la actualidad.
El negocio va bien desde prinicipios del siglo XX, son conocidos y venden en toda España; en 1930 les diseña Germán Horacio un cartel en el que aparece una aldeana sosteniendo una bandeja con una botella y una copa. Tanto es su éxito comercial, que la familia encargará años más tarde, en 1939, al arquitecto Rodríguez Bustelo levantar un edificio como residencia en la calle Cervantes. Para mediados del siglo, tenían adyacente nave y almacén construido por el célebre Sánchez del Río. De hecho, su éxito es de muy largo recorrido: es quizá la única de las marcas de aquella época que sobrevive actualmente y sigue produciendo el licor. Tiene sedes en Oviedo y también en Madrid y Quintanar de la Orden (Toledo).
Anís del Aldeano. Unos años más tarde se establecen en la calle González Besada, 25, Bobes y Piñera nombran a su empresa Destilerías Gijonesas y producen anís dulce en torno a los años 20 y 30 del siglo pasado. Como símbolo, un hombre tocado con montera picona, una copa en una mano y una guadaña en la otra, junto a un camino.
Anís El Principado de Asturias. El propietario de la destilería, según figuraba en la etiqueta del licor, era Aurelio G. Fidalgo, y que usaba como símbolo un hórreo asturiano en un campo. El acuarelista Tomás Fernández Bataller había sido su autor.
Destilería Los Tres. Por las mismas fechas se anunciaba la destilería propiedad de Alberto Prieto en la calle General Elorza número 3. Esta fábrica despareció con la reforma de lo que hoy es la salida de la plaza de la Cruz Roja hacia la autovía Y, ya que para ello hubo que derribar los primeros números de la calle mencionada. Era una fábrica que producía todo tipo de licores y que se anunciaba como especialista en producir Jerez Quina (Uzcudun), el Anís Mimosa, el Coñac Campoamor y el Ron Negri.
Destilería El Norte. Producía el Gran Coñac Don L y el Anís Marichu, sus dos marcas de referencia. Como curiosidad, en los año 20 el pintor Paulino Vicente creo carteles para esta empresa que se colocaron en los azulejos de la estación del Vasco, y Crisanto Santamarina diseñó un cartel con un gnomo levantando copas de anís en sus manos.
Destilería Juan Serrano e hijos. A partir de 1949, la familia Serrano se separa. Mientras unos producen Anís la Asturiana, esta rama fabrica en Oviedo el anís La Praviana, que perdurará buena parte del siglo XX. Entre sus marcas estaban también el refresco Boy, el brandy Conde Duque y la ginebra Mogador.