
Recuerdos de uno de los personajes conocidos del Oviedo de los años 70 y 80
31 ene 2021 . Actualizado a las 21:16 h.Dicen que se llamaba América, pero todo el mundo la llamaba La Princesita. Este entrañable e inofensivo personaje era parte del paisaje humano del Oviedo de los 70 y los 80 del siglo pasado. Corpulenta y desmañada, vagabundeaba por todas partes calzada con botas y calcetines altos, siempre arriba y abajo, tirando de un carro lleno con lecheras, chatarra y cachivaches.
No faltaba a ninguno de los festejos y desfiles, bailando, sonriendo y animando. Resultaba difícil calcular su edad: a pesar su aparente alegría, obviamente latía un drama de fondo que ella gestionaba lo mejor que podía; una vida sin duda dura en lo material y en lo espiritual que seguramente la había envejecido prematuramente.
Se guarecía del frío en una chabola junto a la Fábrica de Armas, en la La Tenderina; otros dicen que dormía en Fitoria. Tal vez donde podía en cada momento. Sobre un supuesto origen acomodado, parece improbable, pero ¿quién podía saberlo a ciencia cierta? Todo el mundo la conocía, aunque nadie sabía su verdadera historia. Los camioneros hacían sonar el claxon a su paso, la gente la saludaba, y eso parecía satisfacerle. Algunos reían con ella, otros menos bondadosos pretendían reírse de ella, pero aparentemente no le importaba.
Pasear por Oviedo, recoger chatarra y participar en los festejos eran su únicas ocupaciones y pasatiempos. Hay quien dice que era feliz siendo así, como era. Otros opinan que era una enferma e infeliz, digna de lástima. Eso es un misterio que La Princesita guardaba para sí misma. Y forma parte de la memoria colectiva.