El acceso a un párking público hace muy difícil la peatonalización de la vía, una de las pocas que aún quedan con tráfico
25 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.No llega a 200 metros, apenas un paseo de tres minutos. En ese tramo en pleno corazón de Oviedo acumula más de 40 locales comerciales y de ellos la mitad están cerrados. Varias son las razones del fracaso de la calle Covadonga, que sin embargo está a pocos metros de la zona comercial más cotizada de la ciudad.
Los precios de alquiler, para el lugar y comparados con su entorno, son relativamente moderados: 1.200 euros al mes para un local pequeño de unos 30 m2 con almacén o planta baja de 50 metros; un local grande de 500 m2 cuesta solo 2.500 euros mensuales cuando en una calle cercana ese precio se duplica o triplica.
¿Cuál es la razón de que la calle Covadonga sea, en general, un fiasco? La responsable de una agencia inmobiliaria que prefiere no decir su nombre da algunas claves: La primera es la visibilidad. Se trata de una calle estrecha y además, una de las pocas por las que sigue circulando el tráfico rodado, por lo que «tiene unas aceras que se han reducido al mínimo». Eso no permite tener perspectiva, ver por dónde pasa uno y tampoco pararse mucho a mirar escaparates. «No nos engañemos, no es una calle agradable para pasear», añade, como ocurre con otras peatonales cercanas.
La agente inmobiliaria solo ve una solución inmediata: que el ayuntamiento decida peatonalizar Covadonga (y por tanto todo el eje que parte desde Uría, la calle Melquíades Álvarez). Pero hay un obstáculo polémico y casi insalvable: esa es de momento la única vía de entrada y salida al párking de Longoria Carbajal, por lo que la peatonalización resulta más compleja de lo que parece.
En segundo lugar, muchos locales son en general antiguos, estrechos, con un escaparate muy reducido y una geometría difícil. «Hay muy pocos con el tamaño adecuado para una franquicia interesante, por lo que están abocados al pequeño comercio. Poca gente de este sector quiere o puede afrontar una reforma costosa».
No hay un gafe a priori. Algunos de los negocios de Covadonga llevan años abiertos y funcionan; la gente los conoce y acude a ellos. Pero son pocos. La mayoría de los locales abre y cierra constantemente, «lo que de alguna forma impide que se consolide una imagen de calle que identifiquen los compradores. Todo el mundo recuerda donde está tal o cual marca, pero es difícil pensar qué hay en Covadonga», concluye.
Las grandes marcas, según una conocida auditora, «tardan años en encontrar el local idóneo» por motivos de tamaño y ubicación, para ellas más importantes por su imagen, incluso que el precio. Obviamente nadie quiere perder dinero: según esa misma auditora, el alquiler debe suponer como máximo el 15 o 20% de las ventas, pero en una conocida firma de ropa esa cifra se alcanza con relativa facilidad… si el sitio es el adecuado.