El arquitecto municipal propone que, tras la actual restauración, se implanten puntos de acceso, pasarelas y hasta un ascensor con un puente desde la fábrica de Gas
15 mar 2020 . Actualizado a las 09:30 h.El ayuntamiento iniciará en las próximas semanas la limpieza y restauración de un tramo de 318 metros de la escondida y maltratada muralla medieval. Pero el arquitecto municipal que realizó el estudio previo hace una propuesta que va mucho más allá: recuperar la edificación como un camino de ronda transitable con varios puntos de acceso, así como otras muchas actuaciones para poner en valor lo que en su día fue la defensa del Oviedo redondo.
Lo que el consistorio ovetense adjudicó hace pocos días fue la primera fase del proyecto, la más urgente: limpiar de maleza la muralla en todo su tramo de la calle Paraíso (de lo demás apenas quedan fragmentos en otros puntos de la ciudad) y realizar una primera restauración, que ha sido adjudicada a la empresa Esfer por algo menos de 600.000 euros. Fue la propuesta más barata de las que se presentaron.
Pero el experto, José Ramón Fernández Molina, y su equipo, van mucho más allá. Quieren que la parte superior se pueda recorrer de cabo a rabo, los 318 metros, «salvando obstáculos mediante pasarelas, rescatando tramos ocultos y creando puntos o hitos de recepción en sus extremos», explica.
Para ello, señala el arquitecto, se instalarían cuatro «puertas o puntos de acceso», dos en los extremos norte y sur y otras dos desde la Corrada del Obispo y la calle San Vicente, «atravesando mediante itinerarios la manzana» en la que están la facultad de Psicología y el Consejo Escolar para subir al muro desde el interior.
Fernández Molina afirma que «cumpliendo dos de los invariantes tipológicos de la arquitectura militar histórica», el remate superior que permitía el tránsito por el conocido paseo de ronda y la existencia de almenado, «nos permitirán ambos -a partir de los tramos conservados- confirmar la configuración existente en el siglo XVI».
Un ascensor desde la Fábrica de Gas
Además, el esbozo de plan director diseñado por el arquitecto quiere integrar la Fábrica de Gas «como equipamiento cultural con el entorno de la muralla», para lo que se instalaría «una nueva puerta llamada la Puerta del Gas» mediante un ascensor panorámico en el interior de la fábrica «y un puente ligero sin tocar la muralla que una la trama de la calle San Vicente» con la antigua instalación industrial. Una idea que en su día ya había esbozado el arquitecto Francisco Pol.
La propuesta, reconoce el equipo redactor, es «muy ambiciosa» e incluye hasta la fábrica de armas de La Vega mediante «el diseño de una red de itinerarios culturales a modo de malla patrimonial». Un sueño cultural y turístico que depende de muchos factores, tanto económicos como políticos y jurídicos.
Recuperar todo el recinto amurallado
Por último, y no menos importante, se daría el «asentamiento de las bases para una recuperación de todo el perímetro amurallado del casco histórico de la ciudad, tomando esta operación como mecanismo tractor».
Según consta en el estudio, la configuración actual del tramo amurallado de la calle Paraíso arranca, según las referencias documentales existentes, en la época bajomedieval (siglo XIII). «Hasta mediados del siglo XVII -Casas del Deán- no se conocen testimonios sobre alteraciones en el espacio intradós constituido por zonas abiertas, huertos o patios», dice el estudio.
Se trataba, por tanto, en su origen, de una situación exenta de la muralla, con un lienzo interior que sobresaldría con respecto a las rasantes del terreno. Las primeras transformaciones del muro en esta zona y con «alteraciones constructivas esenciales tienen» que ver con el adosamiento de edificios en su trasdós.
Estas implantaciones son fruto de autorizaciones administrativas de «ocupación» que se otorgaron con un carácter provisional y sometidas a reversibilidad por causas de fuerza mayor en base a la exigencia de requerir el uso del camino de ronda.
Actuaciones poco ortodoxas
«Parece que cierta laxitud en el otorgamiento de esos permisos hizo que las ocupaciones se generalizasen incluso de forma ilegal y que finalmente lo provisional se consolidase como definitivo», dice el arquitecto.
Así, se conoce la ruina de las Casas del Deán, adosadas contra la muralla, en 1481. También la reforma y ampliación del monasterio de San Vicente, acontecido entre los siglos XVI y XVII, «que supuso una implantación sobre el trazado mismo con bloqueo definitivo del paso de ronda por ocupación masiva del ancho del remate superior del adarve».
La tercera implantación conocida será la del colegio de San José entre 1664 y1668 en la zona meridional de la muralla y en las proximidades del Postigo de San José. En sus extremos norte y sur aparecen restos de uno de los esquineros del colegio y un recrecido de fábrica recubierta de mortero de cemento respectivamente.
Pero «el gran impacto», dice el estudio, fue la construcción del conjunto de la Casa Sacerdotal según proyecto del arquitecto Juan Vallaure Fernández-Peña de 1967. «Ni el intento de diseñar una composición abierta integrada por volúmenes exentos articulados en torno a un patio interior ni la propia implantación sobre la parcela disponible (…) contribuye a paliar el gran exceso de volumen que genera esta edificación con alteración de la escala del entorno urbano en sitio tan delicado e importante».
«Otras acciones desafortunadas en este área -desconocemos su autoría- fueron la desaparición del ancho de la muralla en dos tramos de la misma (solo se conserva el lienzo exterior) o la agresión al lienzo exterior en tramo longitudinal mediante la construcción de casetas, pilastras de fábrica de ladrillo, etc. adosadas sobre restos de interés arqueológico antecedente», explica.
También en el resto de los tramos referidos se explican alteraciones del muro, tanto en la parte posterior del Conservatorio, como en los que dan al colegio de la Inmaculada y otras parcelas.