Afrontaba la pérdida de la custodia del menor durante dos años por un delito de maltrato familiar, pero la juez cree que la prueba practicada en el juicio ha sido «insuficiente»
12 feb 2020 . Actualizado a las 14:46 h.La juez ha absuelto a la madre acusada haber pegado a su hijo de 11 años con una percha en varias partes del cuerpo y que afrontaba la pérdida de la custodia durante dos años por un delito de maltrato familiar, al considerar que la prueba practicada en el juicio ha sido «insuficiente». La acusada se negó a declarar, tanto en la Policía como en el juzgado, por lo que la titular del Juzgado de lo Penal número 4 de Oviedo se ha tenido que remitir a las primeras manifestaciones espontáneas que ofreció tras la denuncia de oficio que realizó el colegio del menor.
A la vista de esas primeras declaraciones, la juez da veracidad a la versión inicial de la madre de que el 30 de noviembre de 2018 riñó a su hijo porque había visto una nota negativa de su tutora, a consecuencia de una mala contestación que había dado a la profesora de inglés, pero negó haberle golpeado. La mujer reconoció que reñía mucho con el menor, porque era «rebelde» y habitualmente obtenía malas notas en el colegio.
La juez subraya en la sentencia, que la única prueba de cargo que existe contra la acusada era la testifical del menor donde manifestó al médico que le atendió en el Centro de Salud de La Corredoria el mismo día de la denuncia que las erosiones del brazo y espalda se las había causado su madre ese mismo día con una percha. Sin embargo, en la fase de instrucción, el niño afirmó que el golpe había sido con un cinturón, no con una percha; que era la primera vez que le pegaba y que ese día le dijo a una profesora que su madre le pegó en otras ocasiones, pero siempre con la mano porque se porta mal en el colegio.
Durante el juicio el menor se refirió a que sólo había recibido «una torta en la cara» con la mano y negó que hubiera sido golpeado en otra parte del cuerpo. Su profesora y tutora había relatado que el 30 de noviembre de 2018, sobre las 9:00 horas, el niño llegó enfadado al aula y al preguntarle qué había pasado, empezó a llorar. Según su versión, tenía la cara roja y le preguntó si su madre le había dado una torta, pero el menor se lo negó y le dijo que había sido en el brazo, donde tenía varias marcas.
La psicóloga de la sección de acogimiento del Instituto Asturiano de Atención Integral a la Infancia no llegó a ver al menor y el único seguimiento que tuvo fue a través de la evaluación obrante en el expediente administrativo, donde se reflejaba que era un niño conflictivo y «desregulado», que no cumple las normas y se sirve de la violencia como modo de resolución de conflictos, probablemente porque es habitual en su vida, según informa Efe.
Para la juez, sólo con la prueba testifical, no se puede concluir «con la certeza que exige la condena penal» la acusación, sostiene, y considera que es «llamativa» la levedad de las heridas de las que tardó dos días en curar, especialmente si se tiene en cuenta que según la declaración del menor los golpes se hubieran provocado con la parte metálica de una percha o con la hebilla de un cinturón.
La juez sigue así el criterio del abogado defensor, Luis Manuel del Valle, que durante el juicio reiteró que su representada no había golpeado al menor, y se había limitado a reñirle por la nota recibida de la tutora sobre su mal comportamiento. La sentencia no es firme y contra la misma cabe interponer recurso de apelación ante la Audiencia Provincial.