El final de San Mateo trae consigo una cascada de sentimientos y sensaciones. Domingo, fin de fiesta y final del verano. Además de resaca, kilos de más y la cartera vacía. Lo que a uno le pide el cuerpo es quedarse en casa, tumbado en el sofá consumiendo televisión y libros. No sin sacrificio conseguí vencer las tentaciones y repté hasta el Bombé cuando Petit Pop llegaban al escenario. Es cierto que como fuera de casa en ningún sitio, pero tras nueve duros días mateínos los ovetenses estamos en reserva.
Me despedí del Bombé y de los Chiringuitos hasta el año que viene, a la altura de la Plaza de La Escandalera entoné mi particular «pobre de mí» y prometí a San Mateo, algo así como el Rastignac de Balzac, que el año que viene volveríamos a estar cara a cara. La radio me informó de que el Real Oviedo iba perdiendo en Ponferrada, así que puse rumbo a La Paloma para paliar la pena y la tristeza. Allí no notaron las fiestas, porque para ellos todos los días lo son, siempre están llenos. Entre los vermús y la gamba, más por el vino que por el crustáceo, todo lo veía mejor.
Por la tarde, y tras una siesta muy necesaria y reparadora, me sorprendí con ánimo y energía para acercarme hasta La Losa a ver el Festi AMAS. Supe que la Romería del Cristo estuvo genial, lo sabía, Marta Decero ganó el concurso de tortillas -Esta chica sirve para todo, lo mismo organiza una feria de arte, que da una clase, que monta un concierto o que gana un concurso culinario-, Pablo Moro y Los Staysons sonaron como nunca y Alberto&Garcia pusieron todo patas arriba y consiguieron que nadie quedase sin bailar. Debería haber subido hasta allí, pero juro que ya era demasiado, hay que saber dónde dar la vuelta, atacar la cima puede devenir en tragedia.
En lugar de permanecer de pie en La Losa, fui hasta el Cadillac como última estación de este viaje a través de las fiestas y sus diferentes días y escenarios. En la terraza estaba Jorge Ilegal, como recién salido de la ducha y del averno, bebiendo una birra. La última y para casa, pero esta vez de verdad. Hasta el año que viene, nos veremos por los bares. Se acabó.
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