El profesor del Conservatorio ovetense publica una monografía dedicada a este género musical
19 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Ramón Finca es músico y profesor titular de piano y de la asignatura Músicas Modernas Populares en el Conservatorio de Música Profesional de Oviedo. Su pasión por el rock le viene de lejos y le ha llevado a publicar su nuevo libro Comprender el rock -editado por Trea-, en el que repasa los orígenes de este género y su relación con otros como la música clásica o el hip hop. Finca, integrante de la banda Extemporánea, asegura que la música vive ahora la «época de la fragmentación».
-Hay muchos jóvenes hoy en día que consideran el rock «música viejuna». ¿Lo es?
-Yo creo que no. La palabra «rock» engloba un montón de etiquetas. Para mí, el reggaetón es rock, es una derivación. Yo creo que los chavales utilizan una terminología muy de redes sociales y si que es verdad que la palabra tiene menos representatividad, es más reduccionista para ellos. Pero el fenómeno rock abarca muchísimas etiquetas, como el pop indie, que en el fondo es rock, aunque más dulcificado o psicodélico. Ahora mismo los chavales están muy imbuidos por el trap que, no es la música que compondría, pero la respeto mucho, es una puerta de entrada a otros estilos. No le daría mucha importancia a ese comentario.
-¿Es tan importante estudiar a Mozart o Bach como a Elvis Presley o The Beatles?
-Sí. Para mí no hay géneros diferenciados, hay música con un aporte más o menos profundo, simplemente. Los clásicos son los clásicos y hay que estudiarlos. Digamos que los medios de composición cambian, pero el sustrato no deja de ser el mismo. Por ejemplo, me gusta mucho Schubert pero, sin embargo, hay baladas de Queen preciosas que tienen tanta profundidad como las piezas clásicas. Esa compartimentación entre rock, música joven, de menos de calidad, no es cierto. Son etiquetas que se ponen prejuiciosamente. Es lo mismo que cuando llaman a la música clásica música culta. ¿Qué se quiere decir con eso? Todas esas etiquetas de separación de género son bastante segregacionistas y peligrosas.
-Por lo que explicas en el libro la música clásica no está tan lejos del rock.
-En sus inicios fue más el rock el que se acercó a la música clásica como un intento de dar más clase. Pero a medida que eso fue pasando se abrieron un montón de vías. Lo que al principio fue un proceso de elitización del rock luego fue algo muy positivo. Ese crossover tuvo su explosión en los años setenta. De todas formas, también te digo que soy un poco escéptico. Trabajo en un conservatorio clásico y toco con músicos rock como con clásicos y todavía sigo viendo mucha segregación y prejuicio. Una de las principales aportaciones del libro es la de tender puentes entre las dos aportaciones. Yo viví una temporada en Reino Unido y vi como en un mismo marco educacional convivían todo tipo de músicas y eso es un avance. Aunque, bueno, si rascas, también existía ese prejuicio.
-En este libro profundizas el proyecto con el mismo nombre publicado en 2011, ¿hacia dónde va este nuevo estudio?
-El anterior libro era un estudio de campo de conservatorio, una especie de croquis para esta nueva publicación más ambiciosa. Aquello fue un punto de partida.
-En la asignatura que imparte no solo habla del rock, sino de muchos otros géneros como el pop, y más en concreto la generación teen idol. ¿Qué opina de los formatos como Operación Triunfo como difusión de la música y surgimiento de nuevos artistas?
-Desde un punto de vista musical, estructural, de pop de masas, hay cosas interesantes, como es el tratamiento de la melodía. Al final hacer una buena melodía es difícil. Y puedes decir «qué música más barata», bueno, yo no estoy tan de acuerdo. Si tú escuchas a Paul Anka, de los años sesenta, que es una derivación de todo este fenómeno teen idol, son melodías trabajosas de componer. Desde ese punto de vista lo respeto mucho. Ahora bien, es un poco peligroso desde el punto de vista de la identificación fan. Cuando te identificas tanto con una persona se stablece una proyección un poco insana dejas de ser tu mismo para ser la otra persona. Algo que ralla un poco lo insano, la locura. El fenómeno teen idol en cualquier época esta muy bien siempre y cuando te sirva para crecer interiormente en base a las estructuras positivas que tiene ese fenómeno musical. Aunque también te diré que me haría ilusión que en un momento dado pudiera servir de compositor para uno de esos programas como una cosa más en mi trabajo.
-Con tu libro llegamos a la conclusión de que el Rock no es únicamente un estilo musical.
-Yo creo que lo más importante de haber hecho este libro, de estudiar el rock, es haber aprendido a ser libre. Yo he podido coger lo mejor del rock y lo mejor de la clásica. Haber estudiado rock me ha permitido ser más libre de pensamiento, de ideología. Al final eso tiene que ser lo último, el crecimiento personal. El haber investigado y tocado con músicos de ambos mundos es súper provechoso.
-¿Qué le llevó a interesarse tanto por este género?
-Par ami fue capital cuando cayó en mis manos el Queen I de 1973. Iba por la calle Uría como un autentico ser asocial preguntádome «¿pero como toda esta gente no conoce esto?», me apreció pura magia. Luego me enteré que era gente que no sabía música y tenía la sensación de que me engañaban. ¿Cómo esta gente podía crear tales obras de arte? Luego fue un proceso paulatino. Con la investigación surgió algo parecido. EN Reino Unido cayó en mis manos la única publicación que existe parecida a la mía. Es de Katherine Charlton y se titula Rock Music Styles: A History. Es un formato algo menos ambicioso tanto en tratamiento como en profundidad. Con él me quede como en estado de shock. Estaba tan bien estructurado que me quedé ojiplático.
-El Rock es un género amplio. ¿Tienen algo en común, por ejemplo, Chuck Berry y Foo Fighters?
-Lo primero el lenguaje, es un lenguaje blues en ambos. Ambos tienen back beat, el tono de cantar, urban blues…
-Siempre habrá un denominador común entre cualquier tipo de rock por muy diferentes que puedan parecer.
-Ese es uno de los puntos del libro, te mueves hacia adelante y hacia atrás, todo tiene relación. Aunque fue difícil sintetizar. Por ejemplo, me centré en el mundo anglosajón, pero podría haberme abierto a otros países.
-De hecho, el libro apenas tiene referencias españolas.
-Sí que doy alguna pincelada sobre grupos españoles y de otros países, como Alemania. Pero hay que darse cuenta del título del libro «para el reconocimiento y enseñanza de los estilos». Los importante es que los estilos estén bien representados. No tanto decir de qué estilo son las bandas, sino que el público sepa reconocerlos.
-Hablando del rock en España, ¿cree que hay un poco de prejuicio e inferioridad con el rock español?
-Yo creo que lo que pasa en España son dos cosas: menos infraestructura y menos organización. Yo que convivo con músicos me doy cuenta de que en el rock hay muchísimas virtudes como la espontaneidad, pero no hay una buena organización a nivel de mercadotecnia. Falta un poco de profesionalización. Y eso hace que muchos proyectos de rock se vayan al garete. Haces una banda, ¿y luego qué? Es indispensable hacerse muchas preguntas para lograr salir adelante.
-¿Se traslada esto que dices a Asturias?
-Lo primero que tengo que decirte es que la Consejería de Cultura es un auténtico desastre para con los músicos y los profesores. Da la sensación de que no les importamos un pimiento. Asturias es como España, pero peor. Yo creo que hay gente muy potente en el circuito del folk, el hardcore… Pero falta abrirse al pop indie. En España hay dos fuentes de profesionalismo muy grandes: los talent show y el pop indie. Triángulo de Amor Bizarro, Maga, Tundra… Este género parece que no existe aquí. Yo creo que todo lo que es el indie en Asturias o no tiene cabida o no gusta. La Cordillera Cantábrica es una barrera para muchas cosas.
-¿A quién considera un referente del rock en la actualidad?
-El mercado actual es muy diferente. Hay una multipolaridad enorme con las redes sociales y las nuevas tecnologías. Yo te puedo decir que Mumford and Sons son muy referenciales a día de hoy, pero no más que Muse. Tendríamos que dar cien etiquetas, no es como en los sesenta que claramente eran los Beatles.