Las estrellas del búnker rock de Otero

Raúl Álvarez REDACCIÓN

OVIEDO

El Centro Pedro Bastarrica forma músicos y ayuda al surgimiento de nuevos intérpretes

25 ene 2019 . Actualizado a las 16:49 h.

Entre las calles Otero y San Lázaro, la escalinata que salva el desnivel es también un zigurat y, a sus pies, protegido como el tesoro oculto en una cripta bajo la pirámide, aguarda el arte. Para entrar en el Centro de Música Joven Pedro Bastarrica hay que dirigirse al subsuelo. Los alumnos lo llaman a veces el búnker, pero es un mote cariñoso. No hay en las aulas ni en los pasillos bien iluminados nada que sugiera una disciplina marcial ni rastro alguno de una atmósfera de terror gótico. Solo se ven estudiantes atareados que portan instrumentos protegidos en fundas y saludan con entusiasmo a sus compañeros. Las aulas y las salas están tan insonorizadas que pasa un rato antes de que, a través de una puerta abierta, se desgañite Tina Turner mientras seis baterías intentan seguirle el ritmo. Efectivamente, aquí se toca.

El Bastarrica es escuela, es local de ensayo y es estudio de grabación, todo en uno. Es el lugar de encuentro de quienes quieren dominar un instrumento, montar una banda o conseguir una maqueta con sus primeras canciones. Es público y es muy variado. Una tarde principios de noviembre, conviven bandas y solistas en las salas de ensayo, las clases de bajo eléctrico, guitarra eléctrica, saxo, batería y canto moderno y la sesión del grupo El Cortijo en el estudio de grabación. El grupo ya conoce los medios de comunicación. En abril pasó por el programa Cazatalentos de TPA y triunfó con su música y con lo que representa. Su puesta en marcha es un proyecto de la Asociación Nómades para mejorar el rendimiento escolar de una docena de alumnos gitanos de colegios e institutos de Siero y Oviedo. Tiene su base en el centro social de La Corredoria del que toma su nombre y, al acabar la semana, tendrá lista una maqueta con la que intentar buscarse la vida. Porque El Cortijo va muy en serio con sus intenciones.«Combinamos las actuaciones con la formación. Los chicos y las chicas cantas y tocan la guitarra. Yo aporto la percusión y superviso», explica Nacho Pevida, el monitor, que acumula doce años de experiencia en introducir la música en las aulas. 

90 alumnos

Al lado hay clases. Los baterías se han puesto los cascos para concentrarse y siguen con The best a volumen de concierto. En otra sala, los saxos se compenetran ya como una banda. Son veteranos que se conocen y llevan ya tres años juntos. Las clases, sobre el papel, van dirigidas a jóvenes de 16 a 30 años, porque el centro depende de la sección de Juventud del Ayuntamiento, ahora integrada en el área de Atención a las Personas e Igualdad, pero las plazas sin ocupar quedan abiertas a cualquiera que las solicite y la fecha de nacimiento no es un obstáculo para conseguirlas. Así se han reunido más de 90 alumnos este año para los cursos de iniciación y perfeccionamiento que empezaron en octubre y acabarán en mayo.

El centro, inaugurado en 1999, se acerca a su vigésimo aniversario. Por sus instalaciones no pasan solo aprendices. Fue notable la visita de Iggy Pop, que ensayó en estas mismas salas antes de su concierto en la ciudad durante las fiestas de San Mateo del 2015. Y se organizan master classes en las que un profesional acude al Bastarrica para poner sus conocimientos y su experiencia a disposición de los alumnos. El guitarrista David Palau, el cantante Víctor Fernández y el baterista Chema Animal Pérez han explicado este año sus técnicas ante grupos de más de 30 personas. Y aún quedan un taller de guitarra eléctrica en el heavy metal para cerrar noviembre y otra lección magistral para los bajistas en diciembre, aunque el profesor y las fechas de esa última cita del 2018 aún están por determinar.

«Esto es ya más que una costumbre. Es un empeño y hasta un vicio», bromean los alumnos de saxo, que llevan ya tres años juntos y tienen cara de grupo de jazz. Al lado, los bajistas se enzarzan en una discusión amistosa sobre el pesimismo de llamar búnker a su aula y las posibilidades de que el fin del mundo les pille tocando. Los alumnos de instrumentos distintos se mezclan a veces para formar combos, practicar juntos y aprender lo que significa formar parte de un grupo. Las clases de lenguaje musical y técnica de cada instrumento completan el plan de estudios. Se exige la asistencia al 80% de las horas, como mínimo, para conseguir el diploma final. Matricularse cuesta 25,98 euros y ese es también el precio de cada mensualidad. 

Ensayos y maquetas

Quienes prefieran una relación menos continua tiene a su disposición otros servicios del centro. Las salas de ensayo para solistas o grupos son muy populares. Las bandas aportan sus propios instrumentos, salvo la baterías. Coexisten seis locales equipados para funcionar a la vez, lo que permite al centro ofrecer 252 horas para prácticas a la semana (seis por sala cada tarde entre el lunes y el jueves y ocho, repartidas entre la mañana y la tarde, los viernes y sábados). Entre solistas y bandas, esas instalaciones suman 55 usuarios habituales que pagan 8,66 euros al mes por utilizarlas.

El estudio de grabación también está muy ocupado. En lo que va del 2018, de él han salido 31 trabajos discográficos. Cada solista o grupo que desea utilizarlo debe abonar 42,28 euros para tenerlo a su disposición 25 horas en una semana y dejar cerrado un máximo de cuatro temas. No está concebido para usos comerciales. Sus condiciones excluyen las grabaciones pensadas para la venta al público. Lo que sale de aquí son maquetas de uso promocional y divulgativo para que los artistas novatos dispongan de material con el que darse a conocer. Es un espacio profesional que cuenta con su propio técnico y bien conocido por los aspirantes a músico no solo de Oviedo, sino de  otras ciudades asturianas, porque se admiten bandas aunque solo la mitad de sus integrantes estén empadronados en la ciudad.

El centro se ha integrado en la ciudad con cursos y talleres gratuitos (exigen inscripción previa para controlar el número de asistentes) y su colaboración con otras iniciativas ciudadanas. Entre otras cosas, en su estudio se grabó el radioteatro que varios centros educativos emplean como recurso didáctico para formar a sus alumnos contra la violencia de género.