¿Cómo ha llegado aquí este arco de más de ocho siglos?

Claudia Granda REDACCIÓN

OVIEDO

El arco de la iglesia de San Isidoro es una de las piezas más llamativas que esconde el Campo San Francisco

08 oct 2018 . Actualizado a las 10:17 h.

Dicen del Campo San Francisco que es el pulmón de Oviedo. Pasear al cobijo de sus casi 1.000 árboles es como darle a la tecla de «pausa» justo en el medio de la borágine metropolitana. El parque esconde detalles, secretos e historias que no pueden aglutinarse en un sólo paseo. Uno de los elementos más llamativos del lugar es, sin duda, el arco de la iglesia de San Isidoro. Pero, ¿cómo cómo ha llegado hasta allí?

Esta iglesia, que actualmente se encuentra junto al Ayuntamiento de la ciudad, se levantó originariamente en lo que es ahora la plaza del Paraguas. Su fecha de construcción no es precisa, aunque existen referencias a ella en documentos que datan del siglo XIII. La primera mención hallada se encuentra en un pergamino del 5 de octubre de 1237. La iglesia suponía por aquellos tiempos el centro de actividad comercial de la ciudad. 

En 1767 el estado del templo no era apto para la celebración de la Eucaristía. Por aquellos tiempos el barrio había crecido y la iglesia no daba cabida a todos sus feligreses. En 1770 el Consejo Real aceptó la petición de convertir el Colegio de San Matías en el nuevo templo de la parroquia. Así se llevó a cabo el 16 de abril de aquel mismo año. A partir de entonces el templo funcionaría como tahona. Posteriormente, a finales del siglo XVIII, el edificio y sus terrenos serían vendidos al maestro de obras ovetense Don Manuel Secades, cuya relación con la tahona persistirá durante generaciones.

Años más tarde el edificio pasaría a pertenecer a la ciudad de Oviedo. En 1917, Policarpo Herrero, Presidente de la Junta de la Cocina Económica de Oviedo, ofrece al Ayuntamiento permutar el solar de la calle Quintana en el que se encontraba la institución por el terreno en el que se encontraba la antigua igleia. Así se acepta en 1918 y, tras varias trabas burocráticas, el 7 de enero de 1922 se aprueba definitivamente la permuta. Sería la Sociedad Cooperativa de Armeros para la construcción de casas baratas quien se ocuparía del derribo del templo. 

Dos años después del derrumbe, en 1924, el ayuntamiento decide utilizar el solar para colocar en él los puestos de frutas y verduras, con la finalidad de descongestionar El Fontán y Trascorrales. Sin embargo, Isidro Maraña y José María Suárez deciden solicitar permiso para construir en el lugar un cinematógrafo, lo que reaviva el debate sobra la demolición de San Isidoro. Tras el planteamiento del proyecto, el arquitecto municipal Francisco Casariego redacta un informe con una serie de cuestiones entre las que destaca cuál será el destino del arco que aún seguía en pie. ¿Y por qué seguía intacto?

Los «culpables» fueron los ovetenses integrantes del Centro de Estudios Asturianos, grandes defensores del patrimonio de la región. Fueron ellos mismos quienes adquirieron el arco para evitar su terrible final. En agosto de 1925 el alcalde Ladreda puntualizaba la necesidad de preguntar a sus propietarios cuál creen que es el lugar más apropiado para su colocación. Definitivamente se escoge el Campo San Francisco.

Su traslado y rehabilitación la llevaría a cabo el escultor Víctor Hevia. A comienzos de 1926 el arco de San Isidro toma posición en el parque exactamente donde se encuentra 92 años después.

Tres años después, el ingeniero municipal Ildefonso Sánchez construiría un paraguas de hormigón armado sobre el solar donde se levantaba la capilla de San Isidoro. Sería la forma del tendejón la que daría nombre posteriormente a la plaza en la que se sitúa.