Oviedo es una ciudad tan singular que sus principales fiestas no agasajan a su patrono sino a un evangelista que seguramente no fue evangelista. Es una ciudad muy singular: su patrono es el culmen de los patronos, San Salvador, todo un ejemplo de grandonismo. Solo Dios podría aspirar a ser la enseña de la capital de Asturias. Qué menos. La ciudad festeja a San Mateo, el discípulo de Jesús a quienes los expertos ya descartan como evangelista por razones técnicas e históricas. Las certezas se las acaba llevando el viento, como vemos a diario.
Aunque no todas. En esta ciudad una de ellas es un axioma eterno: llega San Mateo y regresan los chiringuitos, que son como el alma de las fiestas, un alma durmiente, levantada a golpe de martillo durante horas y resucitada durante días para ser finalmente demolida. Y vuelta a empezar. La ciudad que antaño se corría unas juergas tras el jubileo de la Santa Cruz y las dispensas papales es ahora mucho más laica pero no menos tarambana. Alrededor de los chiringuitos, de los conciertos de la Catedral y otros escenarios diseminados por la ciudad, los ovetenses se encuentran. Las fiestas son tiempo para hacer comunidad y para recibir a los visitantes, para ponerse al día con un mojito en la mano o unos paxarines. Nada que ustedes ya no sepan.
En este número de Ovetenses que tienen en sus manos, este hermano en papel del periódico digital que es a diario La Voz de Asturias, les hablamos de San Mateo, punto de encuentro y de expansión. Les explicamos la trastienda de las fiestas, su entramado más allá de la pura celebración, les contamos su programación y el mapa del jolgorio, pero también nos ponemos nostálgicos y les relatamos las aventuras del pasado, la arqueología de una celebración que se ancla en la historia, como casi todo lo que ocurre en Oviedo. Al fin y al cabo, la memoria de San Mateo transcurre paralela a nuestras vidas. El recuerdo de Slash tocando la guitarra de madrugada, el de la primera cerveza o el de aquel amor de una noche. Pura vida.
Pero no solo les hablamos de San Mateo. También abordamos el futuro de la ciudad a través de Javier Calzadilla, un veterano arquitecto y urbanista que analiza los errores que han condicionado el paisaje de la ciudad del presente y los retos apasionantes que Oviedo afronta: cómo hincar el diente a los terrenos de la Fábrica de Armas, al bulevar de Santuyano, al entorno de las joyas del Prerrománico, a los edificios del viejo HUCA… Y hablamos de esto último con los vecinos de El Cristo, un barrio en transición, que han contemplado atónitos la marcha del hospital y que reclaman que la iniciativa política acierte en el destino de los terrenos. Y en el de la plaza de toros, que languidece como un templo camboyano. Ideas no les faltan, como pueden leer aquí. Son las administraciones ahora las que tienen que escuchar atentamente. Ya veremos si aciertan.
Conversamos con Viktor Onopko, una leyenda del mejor Oviedo del último cuarto de siglo. Un jugador emblemático que llegó del frío postsoviético, que relata anécdotas de su paso por el club azul y sus impresiones de una ciudad que le acogió con cariño (y que sigue albergando a su mujer y a su hija). Y cotejamos en una encuesta las impresiones con los aficionados oviedistas, expectantes ante una temporada que puede deparar alegrías o tristezas. O ambas cosas: así es el fútbol de intempestivo. También les presentamos la última peña azul, la de Saúl Berjón, el jugador franquicia del equipo. Y acabamos con un recuerdo a las novelas que en los últimos años mejor han reflejado la vida de Oviedo. Porque hay vida más allá de La Regenta. Pasen y lean.
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