Santarúa: «Es una escultura, no Woody Allen; hay que parar el carro, pensar un poco y no ser becerros»
OVIEDO
El autor de la estatua se pregunta si «hay que denunciar también a la Fundación por darle el premio» o eliminar el «Culo» del Campoamor «que es más provocativo»
26 ene 2018 . Actualizado a las 19:21 h.«Un bulto que tiene una presencia, que tiene un tacto, una escultura que como tal hace tangible una figura ante nosotros, en este caso la de un hombre que pasea por una calle de Oviedo. Es una escultura, no es Woody Allen». Vicente Menéndez Prendes, más conocido por el nombre artístico con el que firma sus trabajos escultóricos, Santarúa, invita a desandar el camino que va de la actualidad polémica al símbolo de una ciudad; del este a la representación de una simple figura humana, y de ella a la mera pieza de arte que solo es eso: una forma encarnada en una materia que los sentidos perciben. O dicho de otro modo: el autor de la popular estatua de Woody Allen que hasta hace unos días era una gloria de Oviedo y que hoy está en la picota internacional y en trance de ser incluso borrada de la estatuaria ovetense, cree que «hay que parar el carro, pensar un poco las cosas y no ser becerros». Pero sobre todo cree que la estatua de «un cineasta al que la ciudad quiso rendir homenaje de gratitud» por sus palabras, y que ha tenido «un gran atractivo turístico» que no hay que desaprovechar.
Ni siquiera bajo la tempestad de una controversia que se desató cuando Dylan, hija adoptiva del cineasta, reiteró sus denuncias sobre abusos sexuales en plena oleada de revelaciones de este tipo. El artista candasín está convencido de que «quien mueve todo esto en los medios, en internet y en las redes no está buscando más que el voto» y que hay «unas intenciones políticas» en el movimiento que -impulsado por un sector del feminismo asturiano- quiere ver erradicada la figura de Woody Allen de su emplazamiento en Milicias Nacionales.
«Estamos hablando de un personaje universal, de un personaje cuyas películas se admiran en todo el mundo, pero también de una escultura que forma ya parte de la ciudad, que tiene su lugar y sus anécdotas», prosigue Santarúa. Recuerda «la de la señora que todos los días, según me contó una camarera de la calle, le da todos los días una limosna de un euro o la de un procurador que al ver la estatua dijo que había que detenerme porque había atrapado dentro al verdadero Woody Allen».
Para «parar el carro», el veterano escultor, que cuenta en la actualidad con casi 82 años y sigue trabajando en su estudio de Candás a salvo de móviles y redes sociales, invita a prolongar el razonamiento que ha convertido su obra de 2003 en una especie de símbolo contaminado. «¿Hay que perseguir también a la Fundación Princesa de Asturias por darle el premio? ¿O hay que quitar el culo, que se ve claramente que es un culo y por tanto es aún más provocador que mi escultura, que hay plantado enfrente del teatro Campoamor porque también es ofensivo?»
En todo caso, admite Santarúa a la espera de lo que suceda, «es el Ayuntamiento el propietario de la escultura y yo no soy más que el escultor». Pero advierte de que podría no bastar con quitar la escultura de su actual emplazamiento. Como si una pieza de arte tuviese una especie de resistencia o de vocación de persistir más allá de estas polémicas: «Se me ocurre que la estatua se quita de ahí, el Palacio de Ferrera, donde se alojó en Avilés, la comprará y volverá a aparecer. O ahí o en otra parte».