
La opinión de Diego Valiño
25 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando sucede una noticia de gran calado, como es la del fallecimiento de un Papa, es un momento ideal para tramitar y llevar a cabo acciones incómodas de cara a la opinión pública (se supone que nadie te estará prestando atención). Desconozco si se hizo con mala intención, pero en la oposición de RTVE para periodistas a la que me presenté, una de las cien preguntas era situar la fecha concreta en la que el actual Jefe del Estado anunció que renunciaba (aunque parece ser que legalmente no lo puede hacer) a la herencia de su padre (y yo acerté la respuesta porque tenía muy guardada en la mente que se hizo público nada más empezar el primer estado de alarma a consecuencia de la pandemia).
Ahora en España hay un fuerte debate político en relación al incremento del gasto militar al 2% del PIB, con polémica añadida por un contrato con una empresa israelí para la compra de quince millones de balas (por lo que ha trascendido, el propio Presidente del Gobierno ha ordenado la rescisión, pese a que ya ha sido publicado en el BOE su adjudicación coincidiendo con la Semana Santa). En este campo de la defensa, que es sin duda alguna algo elemental para garantizar la libertad y la seguridad, creo que la izquierda debe realizar una reflexión profunda de su mensaje.
Cuando yo nací hace casi cuarenta años se podía entender que el pacifismo mostrara su oposición al ingreso de nuestro país en la OTAN, pero sinceramente pienso que hoy no estamos en ese contexto. Esto no quiere decir que haya que desterrar el sentimiento y el lema del «no a la guerra», sino que creo que ante la incertidumbre en la que vivimos, la disuasión es la mejor herramienta para evitar cualquier conflicto. No es equiparable el momento actual a lo vivido cuando una amplísima mayoría de la ciudadanía no creímos aquellas mentiras de las armas de destrucción masiva en Irak y llenamos las calles de nuestras ciudades en contra de la intervención militar. Debemos entender, además, que no todo se basa en rearmarse, sino también en invertir en tecnología (hoy todos valoramos la creación de internet, pero en sus orígenes tuvo un sentido exclusivamente militar) y crear empleo (aquí en Asturias/Asturies estamos asistiendo a la expansión de una industria que precisa de espacios donde instalarse y de mano de obra cualificada). Hay que señalar también que las guerras ya adquieren otras dimensiones como pueda ser la comercial, y la prueba está en los aranceles que Donald Trump está amenazando con imponer a todos los países del mundo. A veces hay que tomar decisiones difíciles, y evidentemente este asunto no estaba en la agenda del gobierno español, pero es una buena noticia que esta medida no vaya a conllevar, en ningún caso, recortes en políticas sociales.
Durante el descanso del partido que jugó el pasado miércoles en el polideportivo de Pumarín el Oviedo Baloncesto frente al Valladolid estuve leyendo en X (antiguo Twitter) comentarios al respecto del choque. Me encontré con una sorpresa, y es que el principal patrocinador del equipo decano de la Primera LEB estaba viviendo una especie de crisis reputacional a cuenta de un anuncio publicitario en un periódico de León en el que Alimerka felicitaba a sus clientes por el día de la comunidad. Por lo que sea, Castilla y León es una autonomía que no ha conseguido afianzar el sentimiento de unión entre sus nueve provincias. Son varias las causas, aunque hay dos bastante más visibles. Por una parte, hay un importante número de personas en nuestra provincia vecina que aboga por la creación de la región leonesa (que abarcaría las provincias de León, Zamora y Salamanca) como una nueva comunidad española y, por otra, no ha cuajado dentro de la derecha y la ultraderecha la celebración que se realiza cada 23 de abril en la localidad vallisoletana de Villalar (se conmemora la derrota de la revuelta comunera de 1521) como sí lo hacen los partidos de izquierda y las centrales sindicales. En Soria tampoco es que se sientan ni castellanos ni leoneses, y así fue que en las últimas elecciones autonómicas triunfó la candidatura de la autodenominada ‘España Vaciada’ (Soria ¡Ya!) y en Ávila también hay una formación provincial que ha conseguido un escaño en el parlamento autonómico. Alfonso Fernández Mañueco tiene de límite hasta febrero del año que viene para convocar las próximas elecciones, y veremos si irá a más o no esta fragmentación territorial.
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