La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)
La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)

20 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Me había propuesto hacer un paréntesis en la sucesión de artículos en los que intento hilvanar explicaciones, desde mi ámbito académico —la psicología y, particularmente, la psicobiología y la neurociencia cognitiva—, que den respuesta a ciertas inercias conductuales lamentables. No sé desde hace cuánto tiempo quiero entender y explicar qué lleva a unas personas a hacer daño a otras, ya sea físico o psicológico; desde el ámbito personal al político, pasando por el laboral; sea amenaza, tentativa o consumado; a nivel individual, colectivo o de lesa humanidad.

Mostrar que la lucha de poder, en todas las escalas, el enfrentamiento en lugar del respeto y el cuidado mutuo, es una actitud probablemente resultante de un déficit en el desarrollo psicológico y, consecuentemente, moral. Y justificar que la cooperación es la estrategia que nos ha permitido sobrevivir y evolucionar como especie, mientras que el egoísmo exacerbado está provocando un sufrimiento global que apunta a una decadencia civilizatoria.

Quería tomarme un descanso, viendo que el pronóstico es cada vez más sombrío. Quería permitirme aquí seguir la proclama de Ramón Trecet: «Buscad la belleza. Es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo». Muchos años estuve escuchando a Ramón y aprendiendo de él a buscarla. Pero claro, entonces me doy cuenta de que el programa de Ramón Trecet, Diálogos 3, no era un programa comercial, no servía al afán de lucro; su propósito era cuidarnos, ofrecernos un bálsamo de belleza para aliviar nuestros dolores mundanos. Formaba parte de un servicio público, que no es sino un ejemplo de cuidado mutuo a gran escala. Los servicios públicos, bien aplicados, atenúan las tensiones y los daños de la lucha fratricida a la que no dejan de empujarnos ciertos enajenados en su desadaptativo afán de poder.

Lo que quería contar, en fin, era que en octubre de 2010, en otra emisora pública y balsámica, en Radio Clásica, me deleitaba con las piezas y los comentarios que ofrecía Fernando Palacios en su programa El oído atento, cuando una de aquellas me hipnotizó. Una curiosa versión instrumental del aria When I am laid in Earth (Cuando yazga en la tierra), más conocida como El lamento de Dido, de la ópera Dido y Eneas, compuesta a finales del siglo XVII por Henry Purcell (1659-1695). No pocas veces pienso, de este autor, y otros de igual suerte, en qué obras disfrutaríamos hoy de no haber muerto tan pronto. El caso es que no llegué a oír de quién era esa versión en la que la gravedad de las cuerdas estaba entreverada por deliciosas piruetas jazzísticas de un clarinete.

No sé si en 2010 ya había podcasts, pero ahí quedó esa experiencia mística porque no busqué de dónde venía ese viento. Recientemente, es decir, casi 15 años después, oyendo la versión original, quise recuperar aquella experiencia y me puse a buscar hasta que di con un músico alemán del que cuanto más averiguaba, más me sorprendía: Andreas Prittwitz. Primero por ciertas coincidencias: nacimos en la misma ciudad (Munich), él ocho años antes, y ambos vinimos, siendo jóvenes, a vivir a España; él tres años más tarde. Y después, por el hecho de que sea un músico con una trayectoria asombrosa que yo desconocía hasta ahora.

Músico de formación clásica, y autodidacta en el clarinete y el saxofón, empezó tocando en clubes de jazz a su llegada a Madrid. Posteriormente, además de tocar como solista de flauta de pico con numerosas orquestas, entre ellas la Orquesta Nacional de España y la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, ha colaborado con Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Manolo Tena, Suburbano, Jorge Pardo y Felipe Campuzano, por no citar más. Y acompañó, durante décadas, a Javier Krahe. Es productor musical y también participó como actor en varias películas, por ejemplo La ardilla roja de Julio Medem.

Entre sus discos, hay un serie, hasta ahora, que yo sepa, de cuatro, titulada Looking back over… (Una mirada atrás sobre…): el Renacimiento, el Barroco, Chopin y el Siglo de Oro. Un diálogo entre la música clásica y el jazz, en el que Andreas, de forma mesurada e inspirada, muestra su talento para la improvisación. Ya sea con propósito estético, o terapéutico, recomiendo vivamente su degustación. Y como muestra, la exquisita Aria 37 (Dido & Eneas), del álbum Looking back over The Baroque. Nunca un lamento me había hecho sentir tan bien. Y no habría llegado a ella de no ser por los «cuidados» de la radio pública.

Así que, por orden de aparición, gracias Ramón, Fernando, Henry y Andreas. Y por extensión a quienes, a través del arte en general, y la música en particular, nos hacen la vida un poco (e incluso mucho) mejor. ¡Gracias!