Sí, pero no mucho

OPINIÓN

Efectivos del Ejército de Tierra realizan labores de desinfección en el Aeropuerto de Asturias
Efectivos del Ejército de Tierra realizan labores de desinfección en el Aeropuerto de Asturias Alberto Morante

14 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace hoy cinco años que nuestras vidas cambiaron. Se cumple un lustro del primer decreto de Estado de Alarma que nos confinó en nuestras casas con el objetivo de frenar la expansión de la COVID-19. Los dos primeros meses fueron los más complicados y tensos, especialmente por el desconocimiento que había con el comportamiento del virus y por la falta de medios suficientes para protegernos. A marchas forzadas se compró toda clase de material sanitario mientras los laboratorios ensayaban la fórmula correcta para fabricar las vacunas, las cuales nos sirvieron paulatinamente para controlar el coronavirus. El paso del tiempo también ha permitido valorar la gestión política y técnica de las diferentes administraciones, y aunque se actuaba a ciegas, yo ahí creo que hubo quien actuó de manera responsable y quien lo hizo de forma negligente. Con todos los aciertos y errores que se cometieron, hubo personas como Fernando Simón que estuvieron a la altura de las circunstancias, por lo que me parece injusto meter a todas las personas en el mismo saco (no todo el mundo arrimó el hombro e incluso se aprovechó de la coyuntura para hacer negocios turbios. Lo más sangrante fue que algunos sinvergüenzas se hicieron ricos gracias a abultadas comisiones aprovechándose de la necesidad urgente de contar con mascarillas, epis y respiradores). Desde 1978 nuestro país ha apostado por la progresiva descentralización de las competencias a las autonomías, entre las que se encuentra la Sanidad. Personalmente estoy totalmente de acuerdo, porque creo que cuanto más cercana sea la administración a la ciudadanía, mejor conocimiento y atención habrá (al menos en la teoría). Aunque se intentó seguir una estrategia común en toda la Unión Europea, hay datos que hablan por sí solos. En la Comunidad de Madrid se dejó a su suerte a 7.291 personas mayores que fallecieron indignamente en las residencias donde vivían (ante la emisión en el día de ayer en la televisión pública española de un documental sobre esta vergüenza, la Presidenta de la Comunidad de Madrid sigue en su particular mundo acusando a la izquierda de inventar una información cuya fuente partió de su propio gobierno). Aventurábamos en aquellos momentos que íbamos a salir mejores y que nos íbamos a concienciar más de salvaguardar lo público. ¿Ha sido realmente así? Yo pienso que sí, pero no mucho. Digo que sí porque espero que nos sirva la experiencia adquirida para el futuro si es que nos vuelve a tocar otra pandemia (en principio hay pocas probabilidades, pero recordemos que esta crisis afectó al planeta entero y se originó a través de un pangolín), pero también digo que no mucho porque es conocido que no se ha reforzado el sistema sanitario, y particularmente en aquellas comunidades gobernadas por el PP (en materia de personal es donde están las mayores deficiencias). Soy el primero que considera que como sociedad nunca nos beneficiará que el sistema funcione como la ley de la selva (es decir, que quien tiene dinero puede salvarse en una crisis sanitaria), pero al igual que se plantea la necesidad de elevar el gasto en defensa para protegernos de ataques diversos, no podemos escatimar recursos públicos en la salud de las personas.

Las calles han vuelto a estar abarrotadas de gente el pasado 8 de marzo, y eso creo que es una buena señal para defender la igualdad real entre mujeres y hombres. No hay que negar que dentro del feminismo hay divisiones (y se reflejó en varias ciudades donde hubo dos convocatorias diferentes. En el caso de nuestra comunidad autónoma se celebró una unitaria en Gijón/Xixón), pero me preocupa más que se desvirtúe el significado de una jornada reivindicativa. Es complicado intentar abarcar e integrar a ideologías y creencias diferentes en un mismo espacio, pero me esperaba algo más del PP. Me entristece que su mensaje central para el Día de la Mujer fuera un vídeo por inteligencia artificial con dirigentes del PSOE, Sumar y Podemos (nadie niega que existe machismo en la izquierda, y se insiste una y otra vez que esta lacra es transversal. Por tanto, nadie está libre de tener en sus filas a personas que no actúan en función de sus opiniones. Lo trascendente es que esas organizaciones sean capaces de cortar de raíz esos comportamientos una vez que se conocen) en vez de poner el acento en que un 52% de los hombres crean que el feminismo ha llegado demasiado lejos. Esto solo se explica por estar en contra de la igualdad y por el temor a perder privilegios. ‘Feminismo, pero de verdad’ es como decir que sí, pero no mucho. Es evidente que el apoyo de la derecha a las políticas de igualdad es difuso. Creo que deberían reconsiderar su negativa a participar activamente en las movilizaciones en las calles y aplicar en las instituciones donde gobiernan políticas feministas (hacen unos actos muy descafeinados e incluso contrarios a los avances que deberíamos aplaudir, mezclando churras con merinas, y como ejemplo está el evento de la Comunidad de Madrid premiando este año a dos madres de quince y de ocho hijos). Ojalá para el 8 de marzo de 2026 el PP haya cambiado su actitud.