Niñatocracia

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

Benoit Tessier | REUTERS

09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Elon Musk ya tiene a sus hombrecillos de negro. Son los soldados de élite del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Ninguno supera los 25 años. Tienen que creerse invencibles. No puede ser de otra manera. Esa edad. Ese talento. Y ese poder. Seis jóvenes ingenieros que se han convertido en los tentáculos de Musk para hundirse en los datos sensibles de millones de empleados federales estadounidenses. Antes de eliminar al Gobierno de la vida del ciudadano, como prometen estos apóstoles, hay que meter el bisturí en las tripas del vecino. Los cachorros de los bros digitales, todos del entorno del propio Elon, intentaban actuar en la sombra. Pero alguien encendió la luz para ponerles nombres y apellidos. Lo primero que hizo Musk cuando colgaron en X las identidades de sus enviados fue amenazar a los que compartieron la información e intentar eliminar el rastro de los tuits. «Has cometido un delito», escribió. Aplicó su ya clásico doble rasero: barra libre cuando le interesa y tijera cuando el contenido le escuece. Pero, aunque controla las mareas del océano digital, no puede atraparlo en su puño. Lo primero que hicieron los elegidos del magnate cuando se difundieron sus identidades fue borrar y clausurar. Eliminar currículos e información personal. Y cerrar cuentas en redes sociales o ponerles candados. Se ve que valoran la privacidad. Pero solo la suya. Y la protección. Un fiscal trumpista, Ed Martin, que apoya la purga de colegas que se dedicaron a investigar a los golpistas del Capitolio, se encargó de lanzar una advertencia: «Ciertas personas y grupos han cometido actos que parecen violar la ley al apuntar a los empleados de DOGE». Todo sea por la niñatocracia.