El año que comienza es el primero en mucho tiempo sin elecciones a la vista. Tras el atracón de comicios en los últimos ejercicios, no hay ni generales ni autonómicas ni municipales ni europeas convocadas. No es probable, aunque tampoco imposible, que Pedro Sánchez acabe adelantando las elecciones generales si Junts consuma su amenaza de dejar al Ejecutivo de coalición en minoría. Y podría darse el caso, también, de que los ciudadanos de algunas comunidades tengan que ir de nuevo a las urnas. La ruptura de Vox con el PP, que ha provocado la imposibilidad de aprobar unos Presupuestos, podría hacer que se adelanten las elecciones en algunas comunidades. Castilla y León, de nuevo, y Baleares son las principales candidatas a convocar comicios autonómicos.
En todo caso, el hecho de que no estén previstas ningunas elecciones de carácter nacional debería hacer que el tono del debate político en España subiera de nivel y nos alejemos del «y tú más» en cualquier discusión entre el PSOE y el PP. El 2025 debería ser el año en el que el PP presentara definitivamente un proyecto político completo de país que le sirviera para representar una alternativa real de Gobierno frente a un Ejecutivo en horas bajas por los casos de corrupción que afectan a miembros y exmiembros del gabinete de Sánchez y a su propio entorno familiar.
Alberto Núñez Feijoo haría mal, sin embargo, en fiar toda su estrategia de oposición a acosar al Gobierno por esos casos de corrupción. Los populares deben prepararse para conformar un Gobierno en la sombra que cubra todos los ministerios, con propuestas alternativas a las del Ejecutivo. Algo que, de momento, no han conseguido, de la misma manera que Feijoo no acaba de ser percibido como un relevo posible de Sánchez por una mayoría de los españoles. Encuestas como la realizada por Sondaxe dejan claro que cuando se le pregunta a los ciudadanos por quién creen que puede ser el próximo presidente del Gobierno, en las filas de los votantes del PP son menos los que confían en que sea Feijoo que los votantes socialistas que opinan que será Sánchez.
Pero Feijoo debe hacer un esfuerzo por convencer no solo a sus votantes habituales, sino también a una buena parte del ex votante socialista moderado. Un nicho electoral en el que hay mucho que ganar porque los ciudadanos que no están atados ideológicamente ni como militantes a ningún partido son los que acaban decidiendo los comicios en la mayoría de los casos.
Ese debe ser el reto para un Feijoo que tiene que batallar en todos los frentes, empezando con el económico, sin dejar que Sánchez se limite a decir que la economía española va como un cohete por el hecho de que estemos creciendo más que la media. Frente al discurso oficial, existen millones de ciudadanos a los que no llega esa recuperación y a los que el Gobierno deja de lado. El PP debe centrarse en ofrecer a esas personas la esperanza de que las cosas cambien. El 2025 debe ser el año en que Feijoo dé un paso al frente.
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