Un mundo de locura que como seres humanos debemos rechazar

OPINIÓN

Un ciudadano contempla un edificio dañado por la guerra en la calle Pasteur de Odesa.
Un ciudadano contempla un edificio dañado por la guerra en la calle Pasteur de Odesa. ZUMA vía Europa Press | EUROPAPRESS

30 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta cada vez más difícil entender las razones, si es que existe alguna, sobre tantos hechos que cada día, con más frecuencia, se suceden en el hoy mal denominado mundo civilizado.

Los Estados deberían invertir más y realizar grandes esfuerzos en elaborar estudios que nos permitan saber más sobre ciertos comportamientos y evoluciones de la mente humana con el fin de poner soluciones a tanto desatino, deshumanización y crueldad que inunda nuestros cerebros. Algunos expertos en esta materia nos dicen que avanzamos hacia un mundo de locura colectiva imparable. Si nos asomamos a la calle o a cualquier sección informativa de los medios de comunicación, nos daremos cuenta de que los expertos tienen razón, y que el mundo está realmente mal, por lo que debemos protegernos de un peligro que nos amenaza a todos los seres humanos, al reino animal y a la naturaleza.

En tanta locura desatada, no hay ni un solo día en el que no exista una notica que no tenga consecuencias en forma de tragedias humanas, como lo ocurrido en Valencia y otras zonas del Mediterráneo que tanto dolor y consternación nos está dejando por la pérdida de tantas vidas humanas, además de los cuantiosos daños económicos y materiales que se tardará muchos años en recuperar. Tragedias que tarde o temprano llegaran a todos los lugares, porque nada se hace para poner remedio a estas catástrofes por el castigo continuo al que sometemos a la naturaleza, la cual se rebela generándonos estos fenómenos antinaturales producidos por un cambio climático en crecimiento, que solo los negacionistas depredadores de las riquezas naturales son capaces de negar para beneficio propio, que tanto tenemos que lamentar el resto, como es el caso de lo que ahora está sufriendo toda la población valenciana .

Seguramente seremos también millones las personas que tengamos en mente los asesinatos machistas, el genocidio israelí en Palestina y el Líbano, la guerra en Ucrania, las muertes que se producen en los éxodos masivos de personas huyendo de las guerras y la hambruna en sus países, como podemos ver en las llegadas continuas de embarcaciones a Canarias, las dictaduras, las luchas intestinas de poder de las que siempre las consecuencias recaen del lado más débil y nunca del que las produce, los atentados constantes contra la naturaleza que pone ya en un elevado riesgo la subsistencia de la humanidad… Son muchos los acontecimientos graves que se producen en el mundo que, sin citar la larga lista de crueldades que se suceden casi a diario, deberían sensibilizarnos un poco más que el de aferrarnos al egoísmo humano de «sálvese quien pueda».

Abordar los problemas profundos y sistemáticos a los que nos enfrentamos hoy en día requiere un enfoque global, integral y multidimensional, que involucra tanto cambios estructurales como trasformaciones culturales, personales y políticos.

Es fundamental fortalecer y reforzar las instituciones democráticas para evitar la impunidad y los abusos del poder. Esto incluye la promoción de la transparencia, la responsabilidad y la participación ciudadana en la toma de decisiones.

Reformar las organizaciones internacionales: las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales deben ser reformadas radicalmente para ser más efectivas en la prevención y resolución de conflictos.

Es necesario establecer regulaciones más contundentes sobre el enorme poder que ejercen en el mundo los mercados financieros y las grandes cooperaciones, para evitar que el capital controle las decisiones políticas y promueva e incremente las desigualdades.

Fomentar economías locales más eficientes y justas, basadas en la cooperación, el comercio justo y el respeto al medio ambiente.

Impulsar una transición hacia economías no especulativas, basadas en energías renovables y en el uso responsable de los recursos naturales para proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático, que tanto daño está produciendo ya en el planeta Tierra.

La educación y la conciencia global es imprescindible para un avance sostenido. Promover una educación que forme una ciudadanía crítica, responsable, y consciente de los desafíos globales y comprometida con la paz y la justicia social.

Incrementar la conciencia sobre la importancia de la conservación del medio ambiente y fomentar un cambio de valores hacia una relación más respetuosa y sostenible con la naturaleza. Promover una conciencia global que valore la diversidad, la empatía y la solidaridad entre los pueblos, contrarrestando el fanatismo y la xenofobia.

Hay que reforzar la diplomacia preventiva y los mecanismos de mediación para resolver conflictos antes de que se conviertan en guerras. Impulsar acuerdos internacionales de desarme especialmente en lo que respecta a armas nucleares y otros armamentos destructivos. Establecer mecanismos de justicia que incluyan reparación y reconocimiento para las víctimas de conflictos y genocidios.

Apoyar y fortalecer los movimientos sociales que luchan por la justicia, la igualdad y la protección del medio ambiente, así como fomentar la participación activa de la ciudadanía en la política.

Este mundo basado en tanta crueldad, se debe de innovar en servicio del bien común. Desarrollar y aplicar tecnologías que puedan ayudar a resolver conflictos, mejorar la calidad de vida de la gente, y proteger el medio ambiente.

Garantizar que las economías limpias y sostenibles estén disponibles para el conjunto de la humanidad, especialmente en las regiones más pobres y vulnerables. Promover una cultura de la paz, basada en el respeto mutuo, la cooperación, y la resolución pacífica de conflictos.

Fortalecer las comunidades locales para que puedan resistir las presiones externas, proteger sus derechos, y construir su propio futuro de manera sostenible. Fomentar valores como la empatía, la solidaridad, y el respeto por la vida en todas sus formas, para contrarrestar la cultura de la violencia y el consumo desenfrenado.

En este mundo de locura incontrolado, que camina derecho a su destrucción, no podemos aceptar tanta irracionalidad e incoherencia de los que se ponen al frente cada cuatro años como salvadores, cuando son los máximos responsables de su degradación, por estar al servicio de los poderosos y no al de las necesidades humanas.

Resolver los problemas globales requiere una trasformación radical en la manera que entendemos y gestionamos nuestras sociedades. Esto implica un esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad-gobiernos, organizaciones internacionales, empresas, movimientos sociales y ciudadanía-para construir un mundo más justo, pacífico y sostenible. La clave está en la colaboración, la educación, y el compromiso con los valores humanos y éticos que prioricen el bien común sobre los intereses individuales o corporativos.

Igual es un buen momento para recuperar aquellos foros sociales que tanto profundizaron y promovieron la lucha internacional de los pueblos oprimidos.