En las últimas semanas, la dana que afectó catastróficamente a Valencia ha generado no solo precipitaciones extraordinarias, sino también una tormenta de desinformación en las redes sociales. Entre las falsas teorías más difundidas me centraré brevemente en dos relacionadas con mi campo, la meteorología.
La primera de esas falsas teorías afirmaba: «Un radar en Morón de la Frontera desvía las nubes hacia el levante para provocar las lluvias de la dana». Los radares meteorológicos son herramientas diseñadas para medir las precipitaciones mediante la emisión de ondas electromagnéticas (como la luz) en la parte del espectro electromagnético de microondas. Estas ondas interaccionan con las gotas de agua de las nubes, que devuelven otras ondas electromagnéticas, proporcionando información sobre precipitación. Básicamente usan el mismo principio que el del eco. La idea de que estas ondas de radio emitidas por una antena radar de 4 metros de diámetro pueden mover una dana de cientos de kilómetros de tamaño y millones de toneladas de masa es tan absurda como la de mover un petrolero con un foco de luz como el que se puede adquirir en una tienda de bricolaje.
El segundo bulo es el que afirma que la dana de Valencia fue provocada por la manipulación del clima. En realidad, no existe ninguna tecnología capaz de controlar y manipular el clima generando y dirigiendo desastres de este calibre. Es una simple cuestión de tamaño, masa y energía implicados. Una depresión como la dana de Valencia tiene unas dimensiones horizontales de cientos de kilómetros por varios kilómetros de altura. Con un cálculo sencillo podemos evaluar la masa de agua en forma de gotas de nube contenida en una pequeña porción de la dana de 100 km de largo por 20 km de ancho: aproximadamente, unos 20 millones de toneladas. Ahora se podría calcular la energía necesaria para evaporar esa cantidad de agua: unos 45.000 billones de julios, es decir, la energía de unas 730 bombas atómicas como la de Hiroshima. Está claro que la energía necesaria para modificar un sistema atmosférico como una dana excede con creces cualquier tecnología humana actual.
Es vital que la sociedad entienda que los fenómenos meteorológicos extremos, como la reciente dana de Valencia, son eventos naturales que pueden verse intensificados por el cambio climático, pero no son fruto de conspiraciones o tecnologías ocultas. Desviar la atención hacia teorías infundadas solo nos aleja de la preparación y resiliencia necesarias frente a los eventos meteorológicos y climáticos extremos.
Para luchar efectivamente contra la desinformación es imprescindible fomentar la reflexión y el pensamiento crítico en nuestra sociedad. Para ello es necesario una educación de calidad y disponer de información seria y veraz proporcionada por medios de comunicación fiables y confiables.
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