Las manecillas del reloj

OPINIÓN

Daniel Cole | REUTERS

10 nov 2024 . Actualizado a las 09:35 h.

El freno al tiempo coincidió, aproximadamente, con el nuevo siglo, que no entró en 2000, como se sostiene alegremente, sino en 2001 (no existe el año 0). Con claridad se vio en Rusia y, poco a poco, se fue extendiendo por Occidente, dando lugar a un segundo fenómeno que, siendo imposible para la física relativista, se da periódicamente en la Historia, cual es la marcha hacia atrás de las manecillas del reloj.   

Ideas fundamentales como el Humanismo, la Razón, la Educación Moral, que prendieron en la Europa de la Ilustración, muy acertadamente calificada también de Las Luces, y su continuación parcial y a la desesperada en el siglo XIX con el Liberalismo, abortado en España por un canalla de la talla de Fernando VII, y las Revoluciones sociales que contestaban a otros hitos de la crueldad: el Capitalismo industrial y el Colonialismo depredador de los Imperios, desembocaron, con el concurso de otros factores, en la Gran Guerra de principios del XX y sus derivadas: el Fascismo, el Marxismo «en marcha» y la Segunda Guerra Mundial, con la Gran Depresión de por medio.

Tras el 45, y desde el norte, Europa se embarcó en un segundo Renacimiento que fue extendiendo la democracia liberal, los derechos fundamentales y el Estado social, y todo ello sorteando crisis, como la del 74, etcétera. Pero los horrores de las dos guerras y de los fanatismos económicos y políticos se fueron olvidando, que es condición muy «humana», auxiliadas primero y determinantes después por el consumismo bulímico, la degradación de la enseñanza y la aparición de Internet y la explosión de las redes, que conformaron individuos-masa sin capacidad de reflexión, huyendo de ella conscientemente además, acomodándose, de nuevo, en sujetos elevados a los peldaños de la idolatría e, incluso de la divinidad, como es el caso de Donald Trump.

Con Trump, las manecillas del reloj han acelerado su ritmo hacia el pasado. Trump valida, no ya a Rusia y China, imperios despóticos que no reparan en «gastos», sino a los totalitarios próximos: Italia, Hungría, Holanda, territorios vikingos (apenas unas décadas atrás fueron modelos de socialdemocracia) y su progresión aterradora en Francia, Alemania… y España, con la confluencia natural de Vox y el Partido Popular, el del Pueblo pero Sin el pueblo, o sea el PP o PPSP.

Entonces, nuestra tesis es que las agujas del tiempo se están acercando a los años 20 y 30 de la centuria última, en los que el «principio activo» era el culto a la personalidad (Mussolini, Hitler). Trump encarna al último mesías enviado por el Señor, en esta ocasión para salvar a la patria de los inmigrantes de colores variopintos, todos asesinos, violadores y maleantes, lo que le sitúa al lado de Hitler, del que se proclamó admirador; salvarla de los enemigos comunistas (los demócratas estadounidenses), salvarla, en fin, de los activistas que denuncian el calentamiento exponencial del planeta y las paranoias conspiranoicas. Pero, y esto es lo realmente crucial, los trumpistas, que son sobremanera el pueblo, como pueblo era el alemán enajenado por la ideas de ser superhombres machaconamente reiterada por la propaganda del III Reich, son los realmente odiados por esta cohorte de multimillonarios de fe protestantes, que ven en ellos a sujetos pidiendo a gritos que los flagelen a cambio de que devuelvan la «grandeza» a la nación, a los Estados Unidos de América.

Y esto no es paradójico: es el pueblo mismo, el que ya no dispone de cobertura social mínimamente paliativa, quien es atrapado por el magnetismo que procede, en EE.UU., de un convicto, donde serlo es un valor en el mercado del populismo; donde ser misógino es un plus para tantas mujeres; donde ser racista es un plus para tantos negros y latinos. Pasó siempre y nunca dejará de pasar. Somos, en una palabra, sociópatas.

Cuantos más crímenes cometía Hitler, más adoración; cuanto más estaba Alemania próxima a la derrota, más apoyo de la juventud. Hoy, los jóvenes, que no saben que el fascismo es una religión que ama la muerte del pueblo en nombre de ideas metafísicas hundidas en la locura, se están acercando a este credo porque no han experimentado en sus carnes la depravación que contiene, y «pasan» de conocerla, engatusados con Tik Tok, Instagram y otras plataformas desde las que se conduce a las masas al matadero de la carne y de la ética. El pueblo castigado pide más castigo, no por ser masoquista, sino porque así lo reclaman los nuevos Yahvés, en realidad tan viejos como el original, que no es otro que su inventor, el hombre mismo. Porque el pueblo es, dicho y claro está, rebaño dócil y obediente, que es palabra sagrada.

El fentanilo mata en tal proporción que parece que estemos ante la orden de un general abyecto que manda a sus tropas al asalto, campo a través, contra las trincheras del enemigo, bien pertrechado y con ametralladoras disparando sin cesar. Este es el pueblo estadounidense, y el italiano, y el húngaro…, y el español que ya corre hacia su destino universal. ¿Por qué han votado los valencianos a un partido que el mismo día 29 de octubre les dejó en la estacada, y en el más allá, con un presidente que silenció su móvil («no tenía cobertura», dijo después el mezquino) en una comida y sobremesa de unas tres horas, un presidente que ese mismo día ponía a un especialista en toros, es decir, especialista en matarlos después de torturarlos, en un alto cargo del organismo regional de ¡emergencias!, y un  presidente que privatizó el 112, procediéndose a continuación, naturalmente, a la poda del personal, que la empresa redujo a 20 efectivos? ¿Por qué adoran los madrileños a una presidenta que les está «robando» ni más ni menos que los servicios de salud, al igual, acabamos de saber, que el «bueno»  de Moreno Bonilla en Andalucía, y que sus decisiones, las de la madrileña inimputable, ocasionaron miles de muertos y que vive con un «chorizo» que extendió sus tentáculos a las mascarillas de la Galicia de Feijoo, que también troceó contratos al hermanísimo Díaz Ayuso y a la hermanísima Núñez Feijoo, esta en Eulen, y al hermanísimo de su pareja, la de Feijoo, este en Universal Spport?

 Porque las manecillas del reloj han retrocedido un siglo. Enormes calamidades han de pasar para que Occidente retorne a la era de la decencia, tras dejar, y esto es condición «sine qua non», millones de damnificados por las DANA climáticas y no climáticas que llegan una detrás de otra. Esto es la Humanidad. No se le dé más vueltas.