Cuidado con la antipolítica

OPINIÓN

Donald Trump y Melania, en la celebración de la victoria en Palm Beach.
Donald Trump y Melania, en la celebración de la victoria en Palm Beach. Brian Snyder | REUTERS

08 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo que en España hay mucha gente que desconoce la realidad de otros países (no es poca la gente que dice la frase «esto solo pasa aquí» cuando se produce una noticia difícilmente digerible) porque fuera de nuestras fronteras también suceden hechos sorprendentes y de difícil explicación racional. Un ejemplo lo tenemos con la contundente victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas del pasado martes. No solamente ganó en voto popular, sino que también controlará la Cámara de los Representantes, el Senado y el Tribunal Supremo. Hablamos de una persona sobradamente conocida por las y los estadounidenses (que ya gobernó entre 2016 y 2020 y que no ha hecho más que acumular escándalos). Se ha convertido en el primer inquilino de la Casa Blanca condenado por la justicia (por falsificación de registros comerciales, que suman 34 delitos) y está pendiente de otras tres causas (aunque tendrá la potestad de autoindultarse si así lo desea hacer en asuntos tan graves como el asalto al Capitolio de enero de 2021 o llevarse sacar de la Casa Blanca documentos clasificados). Su perfil no puede ser más polémico. No le ha faltado persona ni colectivo social al que insultar, no disimula su machismo ni su racismo y no es muy aliado de decir la verdad (y de ahí su lucha contra los medios de comunicación serios). Quiero creer que alguien así en España jamás podría ganar unas elecciones (aunque no podamos evitar que ejemplos como el de Alvise Pérez logren representación en las instituciones), y por eso decía al principio que en ninguna parte del planeta el mundo es perfecto ni, si nos comparamos con otros sitios, estamos tan mal. Los resultados electorales en cualquier democracia hay que respetarlos, pero no hay que bajar la guardia ante las amenazas y se precisa analizar los comportamientos sociales (no vale simplificarlo todo en que la gente se ha vuelto loca) con el fin de entender el mensaje expresado en las urnas. Parece mentira, a priori, que una sociedad tan mezclada y heterogénea como la de Estados Unidos gane alguien sin programa (todo se centra en ‘America First’, América Primero [absurdo en un mundo globalizado]), sin ideas (‘Trump will fix it’, Trump lo arreglará [sin decir cómo]), sin partido (las y los republicanos pasaron a la historia, porque ahora todo es gracias al Movimiento MAGA [‘Make America Great Again’, Haz a los Estados Unidos Grande Otra Vez] y que hasta sus ‘enemigos’ le voten (las y los afroamericanos y latinos le apoyaron porque ya han hecho raíces allí y no quieren que más oriundos tengan la misma suerte en el ‘sueño americano’), pero todo puede cobrar sentido si vemos que hay algo que se ha metido dentro de la política de lleno. Ese virus se llama ‘antipolítica’. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso de ‘yo no soy ni de izquierdas ni de derechas’? A bote pronto nos esperan años difíciles si Donald Trump cambia las relaciones internacionales (por ejemplo, con la postura con Ucrania y Rusia) y aplica aranceles a productos de todo tipo (incluyendo los procedentes de la Unión Europea). Esto es un aviso a navegantes porque la democracia hay que defenderla todos los días y en todos los lugares si no se quiere dar marcha atrás a épocas históricas terribles.

Entiendo el grado de desesperación, de rabia, de cabreo y de cansancio de las personas que lo han perdido todo en la provincia de Valencia (no obstante, nunca habrá justificación a la violencia, por lo que condeno la agresión al Presidente del Gobierno del pasado domingo en Paiporta). No conozco a nadie que no se ponga en la piel de las y los valencianos y es un deseo compartido por todas y todos que recobren sus vidas lo más pronto posible. Hablamos de una DANA que ha provocado una tragedia y una catástrofe abismal. En primer lugar, por las y los fallecidos (219) y desaparecidos (93), y en segundo lugar por el nivel de destrucción de infraestructuras. Todas y todos queremos ayudar con lo que sea necesario, y sea por el motivo que sea se ve con buenos ojos todas las acciones solidarias que se están realizando a lo largo y ancho de España. Sin embargo, hay quien ha aprovechado para decir que este tipo de acciones son necesarias por la ausencia de ayuda y de cobertura de las instituciones a las personas afectadas. La estrategia pasa por decir que vivimos en un ‘Estado fallido’ porque diez días después las calles inhabilitadas (sucias y con malos olores) y sin seguridad ante la falta de efectivos policiales y militares (con saqueos a locales comerciales por las noches). No, no es ‘el pueblo el que salva al pueblo’. Es lo público lo que nos salva (pensaba que habíamos aprendido muy bien la lección durante la pandemia y que no hay mejor muestra de solidaridad que pagar los impuestos que a cada cual le corresponden para disponer de una protección social adecuada), pero otra cosa y otro debate es si esos recursos han sido o si están bien empleados (ha habido graves errores, y voy a dejarlo ahí porque lo que se va conociendo de la gestión de Carlos Mazón es insostenible). Aunque es complicadísimo hacerle entender a la ciudadanía la necesidad de respetar y cumplir con las normas y los protocolos (que marcan las competencias y responsabilidades de cada parte), no podemos dejar que gane la antipolítica esta batalla. Falta mucha pedagogía e información (aunque lo urgente pase por restablecer tantas vidas rotas por las consecuencias de la DANA).